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¿Qué me pasa?

El aire está corriendo por mi mí nariz, entrando a mis pulmones y en definitiva llenándolos. - ¿Estoy muerta? –Susurro. No quiero abrir los ojos todavía, tengo que asegurarme que estoy con un medico y no en la oficina.

- ¡Santo cielo! No digas eso Alaska. –Es la voz de Tyler. Toma una bocanada de aire

Abro los ojos despacio y me encuentro con su mirada en la mía, algo angustiado y con el cabello alborotado. También está Samantha y Grace, las demás están a un lado pero por suerte, aquí está Riley.

- Alaska nos vas a matar a todos. –Dice colocando un botiquín a su lado- ¿Estás bien?

- Mejor de lo que merezco. –Le replico con vergüenza.

Intento levantarme pero Tyler no me deja, su mano empuja suavemente mi hombro de nuevo para que me quede recostada en el cómodo sofá de lo que creo es su oficina.

- ¿Qué te paso? –Pregunta con un tono áspero.

- No lo sé. –Miento.

El hecho de sentirme expuesta hace que mis ataques de ansiedad empeoren. ¡Dios mío! Odio ser tan débil como para ni siquiera poder controlar mi cuerpo y mis emociones, está cosa me domina y no me deja vivir.

- La voy a llevar a casa. –Dice Riley.

- Las llevo. –Ofrece Tyler rápidamente.

- No. –Dame espacio Tyler- No. –Repito.

Tyler se me queda mirando. Aparto rápidamente la mirada de él. De todos. No quiero estar aquí, quiero irme.

- No se preocupe Sr. Smith tengo auto.

Intento levantarme una vez más pero esta vez no me detiene. En cambio, todos me miran de la misma manera, algunos con compasión, otras con intriga y de ultima, con lastima.

Esa es la peor.

- Vámonos por favor. –Le pido y Tyler se aparta para que Riley me ayude.

- Gracias por llamar. –Ella lo mira con agradecimiento y poco a poco su preocupación se aparta de sus ojos.

Le da una tarjeta a Tyler y toma mis cosas sacándome de ese lugar. La noche está fría, no puedo descifrar cuanto tiempo estuve inconsciente, pero sé que es tarde, más de lo que debería. Riley luce cansada y yo me siento tan a penada de que haya venido a ver lo que me había pasado. Su Mercedes está enfrente de nosotras, ella me abre la puerta para que pueda sentarme en el lado del copiloto y pone mis cosas en los asientos de atrás. Se sube en silencio y pone la calefacción al mismo tiempo que enciende el auto y en menos de un segundo ya estábamos en marcha de camino a casa.

Su silencio me incomoda, pero no creo que haya mucho que decir. –Siento que te hayan llamado para que fueras a verme.

- Está bien Alaska. –Sonríe de costado- Solo me asuste, creo que todos ahí nos asustamos.

- No más que yo, créeme. –Confieso en voz baja.

- ¿Estás bien? –Asiento- Alaska necesito saber porque te dan estos ataques, necesitas tratarlos.

- Está bien, lo tengo bajo control.

- Oh, seguro. –Dice enojada- Tan controlado que pierdes la consciencia.

Nunca he sido una experta en sarcasmo pero eso suena a uno.

- Es que creo que todo esto del cambio ha sido bastante fuerte para mí. –Le explico- Juro que no me pasaba hace mucho.

Diez Maneras De Odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora