DESPIDO

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Al día siguiente del entierro, mi hijo estaba totalmente recuperado, así que primero deje en el colegio a Pablo y luego lleve a Andrea al suyo, que estaba de camino a mi trabajo.

Fui al trabajo inquieto por lo que pudiera decir mi jefe. Cuando llegue, me indicó que le acompañara a su oficina, quería hablar conmigo.

Se sentó en su silla y me hizo un gesto con la mano para que me sentará en una silla metálica, que tenía delante de su mesa.

-No queremos que sigas trabajando con nosotros, estas despedido- dijo sin miramientos.

Yo lo mire sin inmutarse y el prosiguió
—eres de los peores trabajadores que han pasado por esta empresa, creo que no tengo que enumerar las veces que te has equivocado con el reparto, los retrasos en las entregas y los golpes que has dado, el seguro ha rescindido la póliza del camión, por alta siniestralidad y nosotros rescindimos tu contrato— dijo mientras me daba unos papeles, con cara de satisfacción.

No me pillo por sorpresa, ni el despido, ni las excusas de después, era algo que se venia venir, había llegado un momento, en que todo me daba igual.

Ángel, me pasó lo que supuse era la carta de despido y un cheque.
— toma, leelo y firma donde está tu nombre —

-!Esto no esta bien¡- grite después de leer la documentación detenidamente, había un concepto en el que ponía reparación de camión, con una factura adjunta.
—¿donde esta mi dinero?— le pregunté enfurecido.

-Hay, en el cheque- dijo Ángel con condescendencia.

- ¡pero esta cantidad tiene que estar mal, me debéis dos meses de salario y esto no llega a un mes completo!-

- hay que reparar los golpes que le has dado al camión, y te lo hemos descontado del finiquito- dijo, mientras  sonreía exageradamente.

-!Eso lo cubre el seguro¡- grite lleno de furia.

Sin pensarlo me abalance por encima de la mesa que nos separaba e intente propinarle un puñetazo en mitad de esa cara gorda y barbuda que tenia, pero apenas conseguí rozarle. Esquivo mi envestida con una agilidad impropia de su envergadura, me agarro por el cuello con sus fuertes brazos y comenzó a apretarlos sobre mi garganta. Sentí que no podía respirar, el me tenia inmovilizado y no podía hacer nada para liberarme.

- Por favor suéltame- implore con el poco aire que me quedaba en los pulmones.

- !Pedazo de mierda, no vuelvas a intentar agredirme en tu vida, la próxima vez que intentes algo así, te partiré el cuello¡-.

Me soltó lanzándome contra el suelo, sentí que empezaban a brotar lágrimas de impotencia de mis ojos, no podía dejar que me viera llorar, intente salir de la oficina sin mirar a nadie, fije la vista en el suelo y salí de la nave lo mas rápido que pude, pero cuando por fin fui a abrir la puerta de salida, Ángel grito desde la puerta de su despacho.

- !Idiota coge tus papeles, o quieres que me quede yo, con tu mierda de cheque¡- dijo con una sonrisa dibujada en su cara.

Volví sobre mis pasos, me agache para recoger los papeles que se habían caído por el suelo y salí a trompicones de la oficina. Todo el mundo en el almacén, me observaba, los gritos habían conseguido que todos los trabajadores pararán de hacer sus tareas para observarme, mientras intentaba salir de nuevo.

-¿Estas bien?- me pregunto Charo, una de las chicas de la oficina, que me miró con lástima.

No pude responder, tenía un nudo en la garganta y los ojos vidriosos. Me sentía humillado y sólo quería salir lo más rápido posible de allí.

PALABRAS EXTERMINANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora