HIPNOSIS

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Los cuatro fuimos al piso de Juan, allí estaba charlotte, con mi hijo Pablo.

-! No lo hagáis, no lo hagais¡,-  dijo mi sobrina de repente.

- está todo preparado- anuncio charlotte.

Mientras de fondo mi sobrina seguía gritando - ¡ no lo hagais, no lo hagais! -

-¡ llevatela de aquí! - le pidió mi hermano a Charlotte.

Charlotte saco a la niña del Salón y la llevo a una de las habitaciones del piso de Juan.

- ¡ no lo hagais, no lo hagais! - los gritos atravesaban las pareces y se clavaban en mis tímpanos.

-bien, pues hagámoslo- dijo Juan.

Pablo miraba impertérrito.

- ven aquí Pablo-  Juan hizo un gesto con la mano  para que se acercase.

Pablo se acercó arrastrando los pies,  como si estuviera muy cansado. Todos lo mirábamos expectantes y entonces Juan empezó con el ritual.

-Pablo ahora quiero que te relajes, te sientes cansado, tienes sueño y está todo muy tranquilo, te sientes bien, te sientes feliz y sientes que pesan cada vez más los párpados, quiero que te relajes, que entres en un estado profundo de relajación- juan hizo una pequeña pausa.

- ¡ no lo hagais, no lo hagais! - los gritos atenuados de mi sobrina traspasaban los tabiques del piso de Juan.

Juan ignoro los gritos y prosiguió con el ritual.

-Ahora coge mi mano y aprietala con fuerza, estás muy relajado te sientes muy bien- Juan cogía de la mano a mi hijo y lo miraba con tranquilidad.

-ahora haré una cuenta atrás, cada vez te sentirás más tranquilo, tres tranquilo, dos muy tranquilo, muy, muy tranquilo, ¡uno duerme!-

Pablo cayó desplomado sobre los brazos de Juan.

Ahora quiero que te despiertes, y que abras los ojos, todo está muy tranquilo, te vas a sentir muy bien. Pablo abrió los ojos.

-¿estás bien? -pregunto Juan.

Pablo asintió con la cabeza.

-ahora quiero que digas unas palabras, es un nombre, es importante que lo hagas bien. Quiero que digas Angel Rodríguez Pérez, es importante que lo digas bien. Ángel Rodríguez Pérez. - repitio.

Antes de comenzar el ritual yo le había dicho los apellidos de mi ex jefe a Juan. Pensé que era importante decir el nombre con los apellidos y Juan opino lo mismo. Mi venganza esta apuntó de cumplirse.

- ¡ no lo hagais, no lo hagais! - mi sobrina gritaba con más ahínco.

Pablo levanto la cabeza abrió la boca y dijo:

-papá-

Todos nos quedamos petrificados, no lo podíamos creer.!había dicho papá¡

Estaba sentenciado, iba a morir, ¿porque había salido mal el ritual de hipnosis?, la cabeza me iba a estallar, iba a morir por culpa de mi hijo.

Mi hermano se  abalanzó sobre mi hijo y empezó a zarandearlo.

-¿Qué has hecho desgraciado?- le gritaba.

-¡ no, no, no¡- gritaba ahora mi sobrina, encerrada en la habitación contigua.

-! dejalo ¡- le grite a mi hermano- ya no hay solución, estoy sentenciado-

Mi hermano se tapó la cara con las manos, Pablo estaba petrificado.

No podía seguir allí tenía que salir de aquella casa.

Toque mi mano derecha en buscas de mi anillo y sin dar tiempo a reaccionar a mi hermano ni a Pablo, salí corriendo. Cuando me quise dar cuenta estaba en las afueras de la ciudad, no sabía cómo había llegado hasta allí. Mis piernas se movían solas, alce la mirada y me vi frente al almacén de mi antigua empresa. En el parking  solo esta el coche de Ángel.

La rabia me impulso hacia el interior de la vieja nave  industrial, en la que había trabajado tantos años.

La puerta estaba abierta, así que entre sin vacilar, decidido a hacerle pagar a Ángel el daño que me había hecho.

Con sigilo me acerque a la oficina de ángel,  una tenue luz se vislumbraba a través de los cristales traslucidos de su oficina.

En mi cabeza aún retumbaban los gritos de mi sobrina- ¡ no lo hagais, no lo hagais ! -

Agarre una barra de hierro y me dispuse a entrar y reventar la maldita cabeza de Ángel.

Toque mi dedo en busca de mi anillo.

Me pareció oír unos tenues jaleos. Me quedé inmóvil intentado adivinar a que se debían esos suspiros entrecortados.

"Se estará masturbado el subnormal"- pensé.

Abrí la puerta, Ángel estaba sentado frente a su mesa, al verme se levanto e intento caminar hacia mí, con los pantalones bajados hasta los tobillos. Sin pensarlo me abalance sobre el con la barra de hierro en la mano.  Su grueso miembro se balancea de un lado a otro, el semen que acababa de eyacular aún goteaba.

-¿ que haces aquí hijo puta? -me grito.

No le di tiempo a decir nada más,   con la barra de hierro le propine un golpe en la cabeza que lo dejó seco. Cayó como un tronco, me quedé inmóvil mirando su cuerpo que se estremecia con unas leves convulsiones,  su sangre se esparcia por el suelo lentamente, levante el brazo para rematarlo y oi un grito.

- ¡no lo hagas!- Charo salió de detras de la mesa de Ángel semidesnuda.  En la comisura de sus labios tenía restos de semen.

-¿ que haces Aquí? - pregunte confundido.

-¿lo has matado? - me miro con odio. Se acercó a el cuerpo de Ángel y tomó sus constantes vitales. - ¡aun respira!, ¡ay que llevarlo a un hospital!

- ¡ no, este cabrón tiene que morir!-

- ¿ te has vuelto loco?, ¡irás a la cárcel! -

- ¡ no voy a ir a la cárcel, porque estoy muerto! -

Charo me miro como si estuviera loco, me apartó de su camino y cojio el teléfono de su mesa.

Yo salí corriendo de la oficina la,  ya me daba igual lo que hiciera Charo, esperaba que él hubiera muerto, la nave seguía oscura y tenebrosa, salí a la calle, el aire era cálido y me hizo sentir como basura humana, la herida de mi costado se había abierto y una gran mancha de sangre teñia mi camisa.

Quería ir a morir a un lugar tranquilo.

PALABRAS EXTERMINANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora