INCINERACIÓN

4 0 0
                                    

El tanatorio olía a desinfectante , la familia de Julia estaba desolada, su madre a las que apenas conocía sollozaba, rodeada de familiares. Mi hermano se acercó a nosotros y nos abrazó.

- ¿Has visto a Mónica?- le pregunte.

- si, estaba por aquí - dijo mirado a su alrededor.

- no la veo- el corazón se me aceleró, la idea de ver a Mónica por fin, me ponía nervioso. Recorrí el tanatorio esperando ver a Mónica, pero sólo encontré salas cerradas o vacías. Mónica se había esfumado.

-¿ buscas algo?,- me pregunto una voz familiar. Era Mónica, sus zapatos de tacón combinaban a la perfección con su oscuro vestido, su pelo, también oscuro estaba recogido con una simple coleta, a la luz de los focos del tanatorio, el rostro de Mónica irradiaba magnetismo.

Hice un amago para ir a abrazarla, pero no me atreví. Tuve miedo al rechazo y contuve mis ganas de estrecharla entre mis brazos.

-¿Qué tal está Andrea?,¿Cuándo la voy a poder ver?- pregunte.

- está bien, la he dejado con Rosa -
Mónica me dirigió una mirada inquisitiva- luego si quieres puedes ir a verla -

-¿cuando vas a volver a casa?-

- no está dentro de mis planes volver contigo - su mirada era fría como el hielo.

- no te entiendo, tienes que perdonarme, vayamos a ver a un asesor matrimonial, esto no tiene porque acabar así - mi petición era una súplica.

- la decisión está tomada y nada ni nadie me va a convencer de lo contrario -

-¿Entonces, qué piensas hacer?-

- voy a vivir-

- ven a vivir conmigo, yo te cuidaré - supliqué.

- ¿ Contigo?- dijo con desprecio - eso no va a pasar-

-¿Estas con alguien? - sentí como un chispazo, la vision de Mónica en brazos de otro hombre perturbó mi mente - ¡No puedes hacerme esto, yo te quiero, yo te quiero...!- las lágrimas brotaban de mis ojos, mientras Mónica me miraba indiferente, en sus ojos vi los ojos de Pablo, y esa indiferencia me volvió loco.

Me avalance sobre Mónica..., los celos nublabron mi mente, comience a golpearla con fuerza. ella se protegía poniendo los brazos por encima de su cabeza, mientras gritaba que parase. alguien se abalanzó sobre mi, me agarro con fuerza y me separo de Mónica.

-¿ qué haces insensato?- era Sergio que me reprochaba mi comportamiento.

En ese instante sentí una gran vergüenza, no sabía porque me había comportado así. miré a mi alrededor y vi a Mónica tirada en el suelo, tenía sangre en una oreja y moratones en el cuello y los brazos. ella sollozaba y su hermano me agarró por el cuello y empezó zarandearme.

-¡ idiota no toques a mi hermana, si vuelves a tocarla te mato!-

La gente empezó a entrar en la habitación, todo el mundo me observaba, me zafé de las garras de mi cuñado y salí huyendo, otra vez huía como una vil sabandija, mi blando carácter me impedía afrontar los problemas y desde que había perdido mi anillo me había vuelto aún más cobarde.

Salí corriendo del tanatorio, que estaba aislado del resto de la ciudad. Vague sin rumbo, atravesé un descampado lleno de escombros, a lo lejos divisé el suburbio, donde residían los "astrales" antes de caer en desgracia, y recordé mi primera cita con Mónica.

«recuerdo que sonó el teléfono en casa, desde mi encuentro en la playa con Mónica y Julia, llevaba varios días esperando su llamada, ya casi había perdido la esperanza de que llamase, aun así, corrí a coger el teléfono.

- Hola,¿Quién llama?- pregunte inquieto.

- Hola, soy Julia,¿Te acuerdas de mi?- la voz atreves del auricular sonaba segura.

- si, claro - respondí

- he convencido a Mónica para que quede contigo, sólo pone una condición -

- lo que sea - respondí rápidamente.

- tengo que ir con vosotros de carabina-

- si quieres puedo llevar a un amigo, así no te sentirás sola y también tendrás pareja-

- una cita doble...¿a quien me vas a traer?-

- no se, seguro que algún amigo se apunta, tu por eso no te preocupes -

- vale, pero que no sea un cayó malayo - se oían risas de fondo y me imaginé que era Mónica escuchando la conversación.

- tranquila, te traeré un caramelito, verás como lo pasamos bien -

-¿Dónde nos llevarás a cenar?-

- al bar Maite, que un amigo trabaja allí y nos tratará muy bien,¿Lo conoces, sabes la dirección?-

- si, si... lo conozco -

- pues el sábado a las ocho allí, yo haré la reserva -

- muy bien, nos vemos - dijo Julia mientras colgaba el teléfono.

Yo estaba eufórico, la alegría desbordaba todos mis poros, mi hermano entró a la habitación y me pregunto que me pasaba. Le expliqué que había recibido una llamada y él se ofreció enseguida para acompañarme en la doble cita.

Llegamos al bar Maite,y vi a Mónica, estaba radiante, no podía apartar la mirada de ella, hablamos durante toda la noche, yo estaba de lo más locuaz, y sentí que Mónica se estaba divirtiendo, su sonrisa era preciosa y yo sólo quería hacerla sonreír. Menuda diferencia con nuestro último encuentro, en el tanatorio, pensé. Después de aquella cita vinieron muchas más, conocí a mis suegros, y organizamos una cena para que se conocieran las familias, ese día le pedí matrimonio a Mónica, delante de mis padres y mis suegros. Hinque la rodilla, Mónica aceptó mi proposición, y me convirtió en el hombre más afortunado de la tierra. En tres meses nos habíamos conocido y nos habíamos casado. Utilice el anillo que había encontrado en el avión, para sellar mi matrimonio, a Mónica no le hizo gracia, decía que para su boda debería utilizar un anillo que tuviera más valor, no una baratija. Nunca le conté que su anillo me había salvado la vida, no quería que me tomase por un loco, y ella nunca me contó donde había encontrado el anillo».

Me di la vuelta,y mire hacia el tanatorio, de la chimenea salía humo azulado, estaban incinerado a Julia y yo me lo había perdido.

La rabia me hizo correr. Roto por el dolor que sentía por la pérdida de Julia y la pérdida de mi anillo.

Cuando me quise dar cuenta estaba en medio del barrio de los "astrales", aquello era un páramo, olvidado de la mano de Dios, el silencio me provocaba escalofríos, las puertas de las casas estaban todas bloqueadas y por todos lados se veían pegatinas y cintas de la policía prohibiendo el paso a toda persona ajena a la investigación.

«Si supiera en que casa vivía el tipo del chandal gris, podría colarme en su casa y encontrar mi anillo» pensé.

Cerré los ojos, intentado sentir la presencia de mi anillo, yo lo quería a él,y él me quería a mi. No sentí nada especial, así que me acerque a una puerta al azar, le pegué una patada, pero la puerta no cedió. Volví a intentarlo, con más fuerza y por fin cedió la puerta. Dentro todo estaba oscuro, intente encender la luz, pero no funcionaba. Aquella casa olía a moho y a mierda de rata, abrí una ventana para que entrara la luz del sol, y comencé a mirar por los cajones, todo estaba lleno de mugre, era como buscar una aguja en un pajar lleno de mierda. La desesperación me hizo comprender que, así no iba a conseguir encontrar mi anillo. Necesitaba la dirección del delincuente que había robado mi anillo.

Salí de aquella apestosa casa, me tiré al suelo y comencé a llorar como un niño. Una voz me sobresalto.

- caballero, documentación por favor -

Levanté la cabeza con los ojos cubiertos de lágrimas de impotencia. Una pareja de policías me miraban con recelo.

PALABRAS EXTERMINANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora