PESADILLA

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El sonido de una maquina me despertó, tenia la mente embotada, seguramente por la medicación. Enseguida me di cuenta que estaba en un hospital, la maquina que oía era un respirador. Abrí los ojos, estaba inmovilizado, un tubo pasaba por mi garganta y llegaba hasta mi traquea. Intente hablar, ver si tenia alguien cerca para saber que me estaba pasando, estaba completamente desorientado y un millón de preguntas se agolpaban en mi cabeza. Un sudor frio recorrió mi espalda, las maquinas a las que estaba conectado comenzaron a sonar con sus estridentes alarmas. Una enfermera entro en la habitación.

- Se ha despertado- exclamo con voz pausada – usted tranquilo que ahora viene el medico.

Enseguida comenzó a entra en la habitación personal sanitario. Un medico que dijo llamarse Arturo me explico que me iban quitar el respirador. Mientras hacían las maniobras para sacar el tubo de mi garganta, sentí unas nauseas tremendas, las arcadas me hicieron temblar, una enfermera me inyecto un calmante y casi instantáneamente caí en un sueño extraño y profundo.

Caminaba por una plaza abarrotada, casi no me podía mover, las personas chocaban unas con otras, sus miradas perdidas y sus pasos desorientados, me hacían pensar que caminaban hacia ninguna parte. Alguien choco conmigo y me hizo caer al suelo, lo intente agarrar de la mano y vi con asombro, que tenia mi anillo de casado en su dedo anular. Intente levantarme del suelo, pero otra persona tropezó con mi cuerpo y cayo encima mía, luego tropezó un niño y luego una anciana. Cada vez que intentaba levantarme alguien caía sobre mi y me impedía librarme de ese revoltijo de cuerpos entrelazados. Pronto un amasijo de cuerpos se superponían unos encima de otros, mientras mi cuerpo quedaba atrapado en el fondo. No podía respirar, sentía el peso de cientos de cuerpos sobre mi, el dolor y la ansiedad me hicieron gritar con todas mis fuerza. Una oscuridad inmensa se hizo de repente, deje de notar el peso que se cernía sobre mi cuerpo, cogí aire y comencé a jadear como un perro, intentando recuperar el aliento. Volvió la luz y mire aterrado a mi alrededor montones de cadáveres apiñados por toda la plaza, mujeres, hombres y niños muertos, todos con los muy ojos abiertos y una expresión terrorífica en sus rostros. Corrí por encima de los cadáveres, intentando huir de aquella pesadilla. Tropecé y caí de rodillas sobre la cabeza de una niña, su cráneo crujio y lleno mi pantalón de masa encefálica. Intente calmarme, sabia que era un sueño, no tenia que dejarme llevar por la psicosis.

Entonces sentí la necesidad de recuperar lo que me pertenecía. Instintivamente comencé a mirar las manos de los cadáveres, buscado mi preciado anillo.

Observe que todos los cadáveres tenían un tatuaje en el antebrazo, una estrella de ocho puntas con una A mayúscula en el centro. Mire a mi alrededor y a lo lejos, entre el amasijo de cuerpos inertes vi un cadáver, su chándal gris y  capucha llamó mi atención.

«ese tiene mi anillo»me dije.

Como pude me abrí paso entre los cadáveres, mis zapatos estaban rojos, teñidos con la sangre de aquellos infelices. Cuando por fin llegue a la altura del cadáver que portaba el chándal gris, me agache para coger su mano, y ver si llevaba mi anillo, pero antes de que pudiera ver sus dedos, todo se oscureció y al instante y una voz lejana y profunda dijo:

-Astrales, Astrales, Astrales.

Me quede estupefacto y al instante  desperté.

PALABRAS EXTERMINANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora