Marco cada vez entendía menos cosas. Su madre había visto a Calypso. Estaba seguro de que lo había hecho, totalmente seguro...
Hablaría con ella esa noche, necesitaba respuestas a sus cuestiones. Cuestiones que llevaba formulándose desde la última vez que vio a su padre, tres días después de su dieciocho cumpleaños.
Por el momento, hasta que la noche cayera, Marco dedicaría algo de tiempo a tocar varios de sus instrumentos pero sobretodo el piano, el cual llevaba mucho tiempo sin tocar. Curioso, porque era su instrumento favorito.
••••••
—Mamá, ¿podemos hablar un momento?
Preguntó. Había bajado al salón, donde estaba su madre leyendo un libro de suspense, su género favorito. Elevó la mirada hasta cruzarla, a través de los cristales de sus gafas, con la de Marco, brillante y oscura a la vez.
—Claro, cariño. ¿Qué ocurre?
—Verás... Es... Es sobre mí. Quiero que me cuentes todo, sé que sabes más de lo que me has hecho creer todos estos años. Y también sé que, de alguna manera, viste a la chica de la que te hablé. El otro día, cuando olvidaste las llaves, sé que pudiste sentirla. Os mirasteis.
La madre de Marco cambió su expresión amable por una especie de mueca de preocupación al escuchar las últimas frases del chico.
—Está bien. — Dijo tras unos segundos en silencio. — Creo que es hora de que sepas la verdad. Y sí, vi a aquella chica. Y sé que el día que apareció por primera vez en tu vida, estuvo en esta casa.
Marco se tomó aquella respuesta como un ofrecimiento a que se sentara a su lado. Se aproximó al sillón y se acomodó. El reloj de su madre volvía a perder arena rápido, o eso parecía.
"Recuerda que le robas tiempo, Marco".
Comenzó el tic en los dedos.
—Verás, Marco...
"Esto comienza muchos años atrás, cuando yo aún no había nacido. Ya sabes que tú y yo compartimos el mismo don, o maldición. Yo prefiero llamarlo "cualidad". Bien, pues tu abuelo, que fue mi padre, también la poseía. Y con él, su madre. Así sucesivamente hasta un único punto. Hace muchos años, los unicornios paseaban entre nosotros. Había dos tipos, negros y blancos, cuyos cuernos otorgaban dones diferentes. Un día, un unicornio blanco y un unicornio negro se enamoraron y dieron vida a un cruce entre ellos. Era de color plata, hermoso, brillante y oscuro a la vez. Y con un ojo azul y otro negro. Su cuerno se posó sobre una embarazada a punto de perder a su bebé, y le otorgó al pequeño su don. Ese bebé tuvo descendencia hasta... Nosotros."Marco escuchó la historia, sorprendido cuanto menos. Pensaba que ese tipo de historias solo aparecían en los cuentos, pero... Qué demonios, sus ojos no eran más normales que lo que acababa de escuchar.
—Y... Sobre... ¿Sobre la chica?
—Ah... Calypso. ¿Sabes con quién comparte ese nombre? Una de las ninfas que aparecieron en el viaje de Ulises se llamaba así. Se enamoró perdidamente de él, hasta la locura.
La chica que aparece contigo, también lo hizo conmigo. También con tu abuelo. Calypso es alguien que ha nacido de todos nosotros. Y recuerda esto, Marco. Tienes que ser lo suficientemente fuerte como para no dejar que se lleve lo mejor de ti. No puedes dejar que te perturbe.Y esto deberás hacerlo solo.
"La arena sigue cayendo."
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¿Solo?
FantasyMarco no encaja. Nunca lo ha hecho, en realidad... A pesar de ser un joven común con gustos comunes que compartía con otras personas, siempre se ha sentido distinto a ellos. Comúnmente diferente. Quizás es porque ve cosas que otros no ven. Qui...