No sabré si de verdad me quiere si no me arriesgo.

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Amber no volteó cuando Riley se retiró, permaneció con la mirada perdida por unos segundos, estaba fuera de sí.

— Aaah, ¡eres estúpida! —Exclamó mientras formaba un pequeño berrinche, y pataleó un poco.

Se levantó y se fue a su casa, la brisa era gélida, hacía mucho frío, tuvo que abrasarse para regular el frío en su cuerpo, el cielo estaba completamente nublado. Mordía su labio inferior mientras ingresó a su habitación. Se tiró en la cama boca abajo.

— Me duele la cabeza —Dijo con una almohada en la cara.

Movió su cabeza hacia un lado para respirar. Lo primero que vio frente a ella fue el enorme panda recostado al espaldar de la cama.

Se le vinieron muchos recuerdos de ese día, sobre todo cuanto se había esforzado Riley por obtener ese peluche solo porque ella lo quería.

Se sacudió rápidamente esos recuerdos de la cabeza, estiró el brazo y echó el peluche aun lado.

— Largo —Le dijo— Necesito pensar. No me estás ayudando.

¿O quizás sí?

— ¿Debería ir? —Se preguntó ella misma— de verdad lo quiero, pero y si el... — Amber no fue capaz de terminar la frase.

<<Sí, por supuesto ¡Debes ir! ¿Cómo puedes ser tan tonta?>>

<< ¡No! Ten cuidado, te arrepentirás si lo haces. Lo que él siente no es real>>

<< ¿Y si lo que siente de verdad es real y pierdes la oportunidad de estar con la persona que amas?>>

Sus pensamientos se comenzaron a burlar de ella, iban de aquí para allá, no sabía qué hacer.

Se levantó de inmediato para distraer su mente y bajó a la cocina a preparar algo de comer. Se preparó un poco de arroz y lo acompañó con algo de tocino.

Estúpido Riley, por su culpa había estado pensando toda la tarde en él. Era curioso si no le importara entonces no le hubiera prestado atención a la situación y hubiera hecho oído sordo.

— Aaah, me voy a volver loca —Se quejó— Decidir entre arriesgarse a sufrir o ser feliz con la persona que amas. Si tan sólo Riley fuera una persona común no sería tan difícil —Dijo con voz apagada— ¡Aaah estoy siendo muy negativa!

— Mi cabeza —Se quejó de nuevo. Se levantó y fue nuevamente a la cocina, sacó de uno de los gabinetes una caja de pastillas, la caja decía que reducía el dolor de cabeza así que sin pensarlo se tomó una.

Se tiró en la cama de nuevo, Sí, aun dándole vueltas al asunto.

¿Qué sería de mi vida sin Riley? —Pensó mientras bostezaba.

A medida que pasaron los minutos se fue quedando profundamente dormida.

El amor que Amber sentía por Riley era fuerte, los cambios de personalidad que el hizo lo hicieron alguien muy especial para ella. Pero la desconfianza que Amber les tenía a las personas era algo que tenía profundamente arraigado desde muy chica. Había prometido que jamás saldría lastimada debido a otra persona, quizás los demás no podrían entender eso, pero ella que sabía lo que era ser traicionada o herida por otra persona sí lo comprendía.

La alarma del celular sonó por tercera vez, fue cuando Amber por fin se despertó. Era la alarma que tenía predeterminada, siempre sonaba a la misma hora, la había programado para nunca olvidar el programa de TV que pasaban a esa hora.

Se movió somnolienta por la cama. Frunció un poco las cejas y agarró el celular.

Le resultó extraño que la alarma sonara, no sabía qué hora era, había perdido la nación del tiempo, y más importante aún ¿Cómo rayos se quedó dormida tan de repente?

Mi arrogante tentacion{Editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora