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Aquellos gritos me resultaban familiares, y mucho más aquella voz. Pero no la recordaba. No tenía las fuerzas suficientes para hacerlo.

— ¡Dime dónde la tienes! —Exclamaba.

¿Quién era su hija? ¿Acaso era Nina y no la reconoció?

— Señora, cálmese. No sé de qué está hablando. —Ordenaba Nina, con su característico tono pacífico.

Afuera se escuchaban ruidos abrumantes; como si estuvieran dando vuelta el departamento.

— ¡Sabes perfectamente de lo que hablo! ¡Dame a mi hija! —La voz de aquella mujer cada vez se acercaba más al baño en el que me encontraba.

El cerrojo de la puerta se giró, tratando de ser abierto. Luego, la puerta comenzó a ser forzada por la persona que estaba detrás de la puerta.

Retrocedí por instinto. Estaba asustada. ¿Y si esa señora era una asesina? ¿O una psicópata?

La voz femenina y gritona había dejado de oírse por el departamento, y la puerta había dejado de ser forzada por unos segundos. Pero luego volvió.

Había logrado abrirla, y yo no podía tener más miedo a aquella persona que se encontraba entrando al baño.

Era Nina.

Corrió a abrazarme y tranquilizarme al ver mi expresión de horror y las lágrimas que corrían por mis mejillas.

Nos sentamos en el suelo. Ella me hacía caricias en mi brazo y cabello, sin soltarme.

— ¿Quién era ella? —Pregunté tartamudeando; refiriéndome a aquella mujer escandalosa que había entrado al departamento.

— No le tomes importancia, Lana. Ya pasó. —Respondió, sin dejar de hacer caricias en mi cabello.

Me separé de ella, y la miré fijamente a los ojos.

— No puedo no tomarle importancia, Nina. Esa mujer vino a buscar a alguien en esta casa. ¡Sé que mi cabeza es una mierda, pero no soy tan estúpida! —Suspiré, tratando de mantener la calma.— Sólo quiero que me digas quién era ella, y a quién buscaba. —Pedí.

Se levantó de su lugar y salió del baño, frustrada tomaba de sus cabellos y los jalaba levemente.

— Ella era tu madre, Lana. —Soltó.— Y no dejé que te viera o te llevara porque cuando estabas consciente y aún no enfermabas del todo me dijiste que ella te llevó a esto, y yo tenía miedo de que te hiciera algo peor si te encontraba. Lo siento, no sé cómo encontró mi dirección o cómo supo donde estab-

No dejé que terminara y la atraje hacia mí en un abrazo. Tal vez no haya sido la mejor decisión alejarme de mi madre. Pero Nina se preocupó por mí, y me da la hospitalidad que, estoy segura, mamá nunca me dió.

— ¿No estás molesta? —Preguntó asustada y sorprendida a mi reacción.

Moví mi cabeza de un lado a otro, negando en respuesta.

— Sé que no hay que vivir con rencores en la vida. Pero la mía se está acabando, y debo de vivirla como pueda.
Tal vez la consciencia de mi madre está consumiéndola, y sólo trata de disculparse conmigo en estos momentos antes de que su pequeña ya no exista. Pero ya no la necesito, y unas disculpas no cambiarán mi destino.
Agradezco que no hayas dejado que nos encontremos, ya que habría sido peor.
He aceptado mi muerte y las pocas personas en mi vida tendrán que hacerlo también.

trust meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora