Capítulo 6

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[Yoongi]

Habían pasado ya dos días y Jimin no se aparecía en el colegio desde lo ocurrido con Monster.
Hoseok me hizo el favor de repreguntarle a Kook si sabía algo del mocoso, pero ni el sabía en donde estaba.

– ¿Por qué no vas a verlo? – decía Hoseok bebiendo de su jugo.

– Estás loco – hice la misma acción con la botella de agua que tenía entre mis manos – Te dije que sólo quería saber si había venido o no.

– Yoongi – rió levemente – No puedes ocultar sus sentimientos así de fácil.

– ¿Qué sentimientos?

– Sabes que quieres a Jimin – hizo una pausa corta – Muy en el fondo lo sabes.

– No – suspiré levantándome del césped en donde estábamos sentados – Me voy, el aire y el sol me afectan.

– Oye espera – gritó riendo.

La tarde se pasó lento, el tiempo era eterno y mis ganas de sabes en dónde estaba Jimin se hacían más fuertes.
Había optado por ir a visitarlo a su casa, pero no iba a arriesgar mi dignidad frente a Hoseok, aunque él ya sospechara del cariño que podría tenerle a Jimin.

Me encontraba frente a la puerta de Jimin. Analizando la casa en donde posiblemente entraría, estaba algo destruída. A lo que se le podía llamar reja para la salida del auto estaba caída y hecha a un lado para que no salieran heridos, los árboles y flores que habían en ese muerto jardín se estaban marchitando, haciéndola ver más tétrica; la pintura se había deslavado y el único sonido que se escuchaba era un móvil que estaba colgado en la parte de arriba del techo. A comparación de mi casa, esto parecía un albergue para vagabundos.

Toqué ligeramente la puerta, puesto que el vecindario era tranquilo, Jimin escucharía perfectamente.

– ¿Quién es? – una voz ronca se oía del otro lado de la madera.

– Yoongi – tragué saliva y acomodé mi despeinado cabello debajo de mi clásico gorro negro.

– Oh – la puerta se abrió levemente, dejando solo un pequeño espacio que hacía ver los ojos de Jimin – Pero si es terroncito de azúcar – rió levemente, dejando escuchar su enferma y adolorida garganta.

– ¿Es en serio? – entrecerré los ojos acercándome a la entrada – Primero me pones un apodo ridículo y luego me entero de que estás enfermo.

– Que amargado eres Terrón – frunció el ceño levemente para luego formar un puchero inflando sus mejillas.

– ¿Me vas a dejar pasar o no?

– Ya que – dijo abriendo la puerta dejando ver la perfección de higiene que tenía dentro, a pesar de estar enfermo había mantenido el lugar impecable.

Entré y me acomodé ligeramente en uno de los sillones, viendo cómo Jimin se alejaba hacia lo que parecía la cocina.
Observaba con detalle cada cuadro y cada parte de la habitación, dejando ver una expresión de asco y decepción.

– Sé que mi casa no es lo mejor – Jimin se sentó en el sillón que estaba frente a mi, dejando ver un rubor en sus mejillas y colocando un vaso de agua cerca de mi lugar – Pero podrías ser más amable y dejar de mirarla tan mal.

– Lo siento – di un ligero trago al vaso, viendo a Jimin por el pequeño reflejo – Es algo inevitable.

Un silencio se creó en la sala, haciendo que Jimin sólo cerrara sus ojos y su respiración fuera más tranquila, dejándome a mi como un idiota analizando su vivienda.

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