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En ruido del despertador me despertó como la mayoría de las mañanas, lo apagué de mala gana y me levanté con dificultad, las mañanas no solían ser muy animadas para mi. Busqué mi uniforme y lo lancé a la cama, fui al baño y me di una ducha de unos 20 minutos. Salí y me vestí, me maquille como de costumbre, arreglé mi cabello y metí mis libros en mi mochila. Miré mi reloj y todavía tenia 20 minutos de sobra. Agarré mi celular que se encontraba en la mesita de noche y lo encendí. Contesté los mensajes que se encontraban pendientes. "Buen día hija, que tengas un buen inicio de semana. Te amamos." Era un mensaje de mi padre, lo había enviado ayer, en lugar de contestarle lo llamé, contestó inmediatamente:

-Hola papá.

-Qué tal hija, ¿cómo está todo? -Sonreí al escuchar su voz, la verdad era que lo extrañaba mucho a pesar de que se haya ido hace pocos días.

-Pues bien, en un rato me voy al instituto, ya estoy lista, pero como tuve tiempo de sobra decidí llamarte y saber como estabas.

-Estamos bien, todo está saliendo de lo mejor y tal vez volvamos antes de lo esperado. -Mi sonrisa se desvaneció, me alegraba saber que podrían venir pronto pero ya me estaba acercando mucho a Alejandro y la verdad no quería que se fuera por ahora.

Oh, Alejandro..

-Qué bien papá, me alegro. Por cierto, no he desayunado, tengo que irme. Los amo, me voy. -Coloqué mi mochila sobre mi hombro y salí de mi habitación.

-También te amo hija. -Cortó la llamada.

Guardé mi celular en un lado de mi mochila y bajé las escaleras. Fui a la cocina donde estaba Alejandro, que caminaba hacia la mesa con dos platos. Al parecer todavía no había notado que yo me encontraba ahí, me senté en la mesa y lo miré de lejos.

-Hola Ale. -El volteó a verme y sonrió.

-Buen día Mad. -Se sentó frente a mi y me entregó mi plato. -Despertaste temprano eh.

-Sí, no quería que me pasara lo de la otra vez. -Reí brevemente.

La comida transcurrió normal, agradecía que no me haya preguntado nada de lo que había pasado anoche, no me sentía de ánimos para dar explicaciones sobre eso. El lavó los platos y fue a cambiarse, lo esperé sentada en el sofá hasta que bajó. -¿Nos vamos ya o? -Me preguntó, agitando las llaves del auto que se encontraban en su mano.

-Sí, se nos hace tarde. -Me levanté del sofá, salimos de la casa y entramos al auto, me estaba acostumbrando a este auto, me encantaba. Me tomé el atrevimiento de conectar mi celular a la radio y colocar algo de música para el camino.

-Mad. -Alejandro bajó el volumen de la música y se volteó para mirarme.

-Mhm, ¿sí? -Sabía que me preguntaría por el incidente de anoche.

-¿Podrías explicarme que te pasó anoche? Por favor, de verdad me preocupaste mucho.

-Fueron pesadillas, a veces suele sucederme, no es nada. -Mentí, la verdad no necesitaba que se enterara de lo que pasaba por ahora, recién me conocía y no necesitaba que me viera como una chica rara.

-Esta bien, algún día me dirás la verdadera razón. -Miró hacia el frente nuevamente. ¿Como podía saber que mentía?

-Pero esa es la ra-.

-Sí, sí, ya llegamos. -Rió brevemente y desconectó mi celular de la radio.-Si quieres que te busque solo avisame. -Me entregó mi móvil, se estiró y me dio un beso en la mejilla.

Me bajé del auto y fui directo al aula, me senté en uno de los últimos puestos, saqué mis audífonos junto a mi celular y los conecté, elegí una banda, coloqué la música en aleatorio y comenzó a sonar Madrugada de La Beriso.
Saqué el suéter que se encontraba en mi mochila y me recosté encima de mi pupitre, cubrí mi cabeza con el suéter, cerré los ojos y disfruté de la música.

¿Un niñero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora