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EDITADO

     —Hija, baja, ya es hora —la voz gruesa de mi padre se escucha desde las escaleras. Termino de arreglar mi cabello y salgo de mi habitación, bajo rápidamente hasta llegar al comedor, donde un lindo desayuno me da la bienvenida. Mi padre ya se encontraba sentado esperándome, después de sentarme comenzamos a comer mientras charlábamos.

—Será un viaje largo hija —la nostalgia en su voz se manifestaba cada vez más —. Pero el tiempo pasará rápido y volveré, te extrañaré mucho.

—Siempre son largos esos viajes pá, pero aún no me acostumbro —digo en un susurro.

Mi padre es oficial de la marina y solo recibe 20 días al año de vacaciones; diez días en diciembre y diez días en mayo, el mes de mi cumpleaños, los días festivos no podía venir debido a que nos encontrábamos realmente lejos. Mi madre falleció días después de mi cumpleaños número 10.

Nunca sufrió de alguna enfermedad a lo largo de su vida, cuidaba mucho de su salud como de sus seres queridos. Aunque no nací en el mejor momento, ella junto a mi padre hicieron todo lo que estuvo a su alcance para salir adelante. El 14 de mayo de 2012 murió mientras dormía a sus 39 años de edad debido a un ataque al corazón que sufrió esa madrugada mientras dormía al lado de mi padre, a pesar de mi corta edad en ese momento me toco afrontar lo que nadie, en ningún momento debería experimentar. Al despertar el cuerpo de mi madre ya no se encontraba en casa, mi padre se encontraba en el sofá hablando por celular.

—Papá, ¿a dónde irás? —llamo su atención desde las escaleras, el volteó a verme exaltado. Bajo con rapidez y me siento a su lado, sus ojos estaban muy rojos—. ¿Dónde está mamá? Entré a su habitación y no estaba —le pregunto. El me mira por algunos segundos, no pudo resistir sus lágrimas y me rodeó con sus fuertes brazos en busca de consuelo, intenté zafarme de su agarre pero él me abrazaba cada vez más fuerte. Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas que no tardaron en salir.

Minutos después él ya había retomado la calma. Con el borde de su camisa negra limpia mi rostro húmedo, y me mira fijamente, sus ojos estaban llenos de dolor—. Esta mañana antes de ir al trabajo iba a despertar a tu madre para que los llevara al colegio —comenta, su voz comienza a entrecortarse y él sacude la cabeza antes de continuar—. No sé qué pasó, pero ella no despertaba —comienza a llorar nuevamente.

—¿Dónde está ella ahora? —pregunto mientras mis manos temblorosas se posan en la cara de mi padre—. ¿La llevaste al doctor? —la desesperación cada vez se hace más grande y mi vista comienza a nublarse.

—Hija —mi papá seca sus lágrimas y quita mis manos de su rostro, sosteniéndolas firmemente —tu madre falleció.

No se aproximó a mi vida más que tristeza y miseria; tengo recuerdos muy claros del funeral, en especial la cantidad de personas que se acercan a ti ofreciendo apoyo y consuelo, pero nunca vuelves a ver. Tuve que cambiar de colegio 2 veces debido a que no lograba adaptarme después de lo sucedido, perdí un año completo que se basó en citas con el psicólogo, cambios, niñeras por meses, o como mi padre solía decirles ''compañía''. Mi padre tomó todas las obligaciones de la casa y yo aprendí a ser más responsable con el paso del tiempo, éramos un 50 y 50.

Estos años han sido realmente duros para nosotros. Ahora con casi 18 años y a punto de terminar la secundaria mi padre continúa con la decisión de contratar ''compañía'', aunque no lo consideraba necesario prefería no debatir contra eso.

Luego de lavar los platos y que mi padre me brindara su distintiva charla sobre el comportamiento que debía mantener estos meses ya nos encontrábamos camino al aeropuerto, conmigo al volante. Él me contaba anécdotas de mi madre para que el camino se hiciera más corto y la tristeza disminuyera, aunque ya había oído esas historias miles de veces siempre dejaba que las repitiera, pues las narraba con mucha alegría como si fuese la primera vez.

¿Un niñero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora