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—Che, ¿me pueden ayudar? No puedo cargar todo yo solo. –Se quejó Zack, que había bajado del auto con todas las bolsas encima. Caminé a donde el estaba, agarré alguna bolsas y me acerqué a su oído y susurré: Sólo cállate y observa la mirada que se tienen estos dos. –Me volteé a donde Gastón y Kira se encontraban, ahora ellos estaban abrazados.

Caminé junto a Zack hacia la casa, dejando solos a las dos personas que al parecer se llevarían muy bien.

Entré a la casa y los dos hermanos menores estaban sentados en el sofá junto a Clhó, conversando de algún tema desconocido para mi. Me sorprendí por la actitud de mi amiga, se notaba muy calmada a pesar de estar frente a los chicos que la volvían loca. Guido me miró y caminó hacia mi, me quitó las bolsas que con dificultad yo traía y las llevó a la cocina. Les quité las bolsas a Zack y fui a la cocina para llevarlas.

En la noche verás, bailarás al amanecer. –Guido estaba cantando, aun sin darse cuenta de mi presencia. —Y en la noche vendrás apagando mis incendios.

Dejé las bolsas en el mesón y saqué su contenido, metí el helado en el refrigerador y dejé todo lo demás sobre el mesón.

—Que lindos tus amigos al comprar esto, mantienen vivo mi instinto gordo. –Yo sólo reí.

—En realidad lo compró mi mejor amigo nada más, no las chicas. –Las delate. –Cantas muy lindo, me gustó esa canción.

—Entonces le daré las gracias a el. –Me sonrió. – Oh, gracias, algún día podría cantarla para ti en acústico si quieres. Oye, ¿y Gastón? Lo ví salir contigo pero no ha entrado, ¿a donde fue?

—Perfecto, me encantaría escucharla. Está con mi otra amiga afuera, hace un rato le mostré una foto de ella y se le iluminaron los ojitos. –Negué con la cabeza, recordando ese momento. —Cuando ella bajó del auto los dos no se quitaban la mirada de encima y hace un momento estaban abrazados.

—Wow, que lindos. Le veo futuro a lechuga en el amor. –Agarró un paquete de galletas del mesón y lo abrió. —Mientras tanto yo estoy solo. Nadie me quiere, todos me odian, mejor me como una galleta. –Se metió toda la galleta de golpe a la boca.

—Pronto conseguirás a alguien, gordo. –Le pegué suavemente en el abdomen.

—Eso espero, algún día llegará una chica que me quiera con todo y mi panza. Abre la boca. –Hice lo que pidió, el sacó otra galleta del paquete y comenzó a moverla de un lado a otro hasta dejarla en mi boca. Reí y comencé a comer de la galleta.

—Yo creo que ya muchas chicas te deben de adorar, piensalo, cantas hermoso, tocas instrumentos, y tienes un cabello y labios envidiables. –Le expliqué, y la verdad era que yo tenía razón, ¿quién no querría a ese chico como novio?

—¿Con que mis labios son envidiables? –Arqueó una de sus cejas y sonrió de forma perversa y dio unos pasos hacia mi, quedando cerca, tuve que subir la cabeza para poder mirarlo a los ojos, podía sentir su respiración. Volví a sentirme intimidada por su mirada como hace un par de horas.

—Bueno.. Yo—¡Mad! ¿puedes venir? –El grito de Zack interrumpió el momento incómodo. —¡Ya voy! –Rápidamente salí de la cocina y Guido salió justo detrás de mi. Busqué a Zack con la mirada, el ya estaba sentado en uno de los sofás individuales revisando mi celular, en el otro sofá estaban Kira y Gastón, que al parecer tenían una conversación muy entretenida. Y junto a ellos estaban Julian y Clhó, al parecer estaban conversando.

Caminé a donde Zack estaba y me senté a su lado. —¿Qué pasó, necesitas algo? –Observe la pantalla de mi celular, el estaba jugando.

—Quería saber si me podrías traer un chocolate. –Me dijo, yo sólo me límite a mirarlo mal, el me dio una sonrisa enseñando sus dientes y me dio un beso en la mejilla. –Por favor, tengo hambre.

¿Un niñero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora