Tres horas después ya nos encontrábamos en mi casa, todos en mi habitación, acostados en mi cama, agradecí que fuera lo suficientemente grande para 9 personas, antes de dormir colocamos unos colchones en el piso, yo soy de moverme mucho y mis amigas también, teníamos que evitar accidentes. Llevaba 2 horas intentando conciliar el sueño y no había resultado, el pie de Alejandro presionaba un costado de mi estómago, Kira se encontraba abrazada a mi, con su brazo encima de mis pechos, aplastandolos.
Zack estaba abrazado a mi pierna izquierda, apoyando su cabeza en el centro de mi estómago, creo que eso tenía mucho que ver con mi insomnio. Con una mano quité la cabeza de Zack de mi abdomen moviéndole hacia la derecha, donde escuché un ruido extraño y un pequeño Auch como respuesta, pegué su cabeza contra la pared. Saqué el brazo de Kira de encima de mi y moví el pie de Ale hacia un lado.Me levanté cuidadosamente y salí de la habitación, dejando la puerta abierta. Bajé, aún con las luces apagadas, tantos años viviendo en esta casa habían servido para aprenderme el pasillo de memoria.
Bajando las escaleras escuché un ruido que venía de la cocina, mi corazón se aceleró. Me quite mis zapatillas y caminé con lentitud hacia la cocina, el rudio se hacía cada vez más notorio.Pegué mi espalda en la pared donde se encontraba el interruptor de luz, coloqué mi mano en el, moviéndolo.
Y lo que sentí después fue un dolor en mi muslo izquierdo, seguido de un grito agudo mezclándose con el mío, y mis ojos vieron a Guido, con un pedazo de galleta en su boca y con una escoba en la mano.
Lo miré estupefacta. -¿Acabas de darme un.. escobazo?
—Lo siento nena, pensé que eras un ladrón, o algo. -Dejó la escoba en su lugar, quitó la galleta de sus labios y se acercó a mi.
—Podías matarme, ¿estás loco? –Exclamé, pegándole un puñetazo en el hombro.
—Ay, no me agredas.
—Espera, ¿por qué te estás comiendo mis galletas? –Abri los ojos como platos y corrí hasta donde guardaba el paquete de oreos, lo abrí y quedaban solo dos.
Oh vamos Madisson, son solo galletas. —Pensé. Pero no, mis galletas eran algo sagrado. Caminé hacia el cuarto de limpieza y agarre la escoba, me acerque lentamente a Guido y le dí un escobazo en la cabeza, y luego, otro y después otro.
Y otros diez más.
—Con mis Oreos no, Armido. –Y terminé, dándole dos escobazos más y guardando la escoba tranquilamente en el cuarto de limpieza, justo donde se encontraba.
—¡Ayuda! Me van a matar. –Gritó el rubio muy muy fuerte. 20 segundos después todos lo chicos bajaron desesperados y muy despeinados.
—¿Qué pasó acá? –Gritó Alejandro, corriendo hacía donde me encontraba. Comenzó a pasar mis manos desde mi cabeza hasta los hombros varias veces con desesperación, verificando que no tuviese alguna herida. —Mad, ¿estás bien? ¿Te pasó algo?
—Sí Ale, estoy bien. Lo que pasa es que el es un exagerado y grita por todo. –Lo abracé por la cintura, pegándome a el. Su cuerpo se encontraba tibio, lo que me agradaba ya que en este momento tenía mucho frío por andar descalza en casa, no sé donde dejé mis zapatillas después del ataque a Guido.
—¡Ella me golpeó con una escoba! –Me apuntó con su dedo, mientras Gastón lo ayudaba a levantarse.
—¡Y tú te comiste mis galletas! –Todos voltearon su mirada hacia mi, amenazantes. —¿Qué? Nadie puede tocar mis galletas.
—También son mías. –Dijo Zack levantando la mano, estaba parado en el inicio de las escaleras.
—No puedo creer que me hayan despertado para esto chicos, son unos bebés. –Reclamó Gastón.
—Perdón, lechuguita. –Susurré, pero al parecer escuchó, me miro con odio pero segundos después comenzó a reír.
—¡Vamos a ver películas! –Exclamó Kira, la que tenía puesta mi pijama de heladitos de colores.
Todos aceptamos, buscamos comida en la cocina y preparamos algunas cosas. Hasta que escuchamos unas sonidos de las sirenas de una patrulla de policía.
—Qué habrá ocurrido a esta hora, si es re tarde. –Dijo Pato.
—No sé, siempre hay gente loca por ahí. —Hannah le dijo y siguió colocando los dulces en una gran bandeja.
Terminamos de ordenar todo y cuando íbamos a subir, tocaron la puerta de la casa. Ale, el único sin nada en brazos, abrió la puerta frente a todos
Era la policía.
***
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¿Un niñero?
Fiksi Remaja"Es tu voz, es tu magia y tu locura." Madisson, tiene 17 años. Alejandro tiene 21. Ella suele tener problemas con sus padres y compañeros. Ella ya no está bien. El tiene mucho tiempo libre. Ella no quiere un niñero, y el solo...