Historia del videojuego THE LAST OF US

Capítulo 23

  IMAGEN: ELLIE, DAVID Y JAMES

INVIERNO

La nieve cubría todo, el viento era helado. Lo único que parecía estar vivo era uno que otro animal de la montaña. Un conejo salió de su madriguera, se sentía a salvo, pero realmente nadie lo estaba. Saltó un par de metros y luego una flecha le atravesó el cuerpo, dejó de moverse instantáneamente, la nieve era cubierta por un manto de sangre. La cazadora se acercó a su presa inmóvil. La tomó entre sus manos y le quitó la flecha para guardarla junto con las otras.

– Oh, esto no durará mucho. – Dijo para ella misma.

Amarró al conejo a un costado de la montura de su caballo. Terminó de hacerlo y sintió que algo estaba muy cerca, miró hacia ese lugar y vio que era un enorme ciervo, el cual sin prisa, caminaba por allí. Dejó las riendas de su caballo en una rama gruesa, para ella poder seguir al animal.

– Sólo lo asustarás. – Le dijo y se fue corriendo para alcanzarlo.

Bajó por entre unas rocas y saltó para llegar al suelo.

– ¿A dónde fuiste? – Ella se mantenía a agachas con el arco en mano. El venado pasó corriendo a unos metros de ella. – Allí estás.

Aceleró su paso también. Cuando creyó que lo había perdido de vista lo encontró. Se camuflaba bastante bien con su ambiente. Pero éste volvió a correr.

– Rayos.

Corrió persiguiendo al ciervo a través de los árboles y montes, pero cada vez que estaba cerca, éste huía.

– Tengo que ser más sigilosa. – Logró darle al ciervo con una flecha, pero no fue suficiente. – Con cuidado Ellie.

Lo persiguió siguiendo el rastro de sangre. Creía que jamás lograría atraparlo.

– Oh, cielos. – Las manchas de sangre cada vez eran más grandes. – ¿Cómo es que sigues con vida? – Se encontró con una cerca de madera y pasó sobre ella. Llegó hasta una especie de cabañas de madera muy viejas y ya casi destruidas, jamás la había visto. – ¿Qué es este lugar?

Según las manchas de sangre, su ciervo había pasado por allí. Así que se dispuso a entrar.

– Oh, genial. Todo está bien. Este lugar no es siniestro para nada.

Allí en medio de todas esas espeluznantes construcciones estaba su ciervo muerto al fin. Lo miró, aún respiraba un poco. Escuchó un crujido a sus espaldas y se puso alerta en seguida. Apuntó con el arco.

– ¿Quién anda ahí? – Preguntó en voz alta. – ¡Muéstrate! – Ordenó ella.

Dos hombres salieron desde detrás de un árbol. Uno de ellos tenía un rifle, era el más alto, era de piel blanca y con arrugas en toda la cara, tenía cabello negro con muchas canas, barba y bigote. El otro era más bajo, era rubio de ojos claros, parecía más musculoso y tenía un gorro negro. Ambos estaban armados, pero no tenían la intención de hacerle algo en ese momento.

– Hola... – Dijo el de la barba. – Sólo queremos hablar.

– Un movimiento en falso y te pondré una entre los ojos. – Dijo apuntándole, luego apuntó al otro. – Lo mismo para tu amiguito. ¿Qué quieren?

– Eh, me llamo David, este es mi amigo, James. Pertenecemos a un grupo más grande, con mujeres, niños. Tenemos mucha, mucha hambre.

– Yo también... mujeres y niños... todos con mucha hambre también.