Capitulo 7: Presentándonos y de compras.

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-Bien, ya está aclarado de dónde vienen ustedes y cómo los conocemos – Dijo Alaska - ¿Alguna otra pregunta?

-¿Cómo llegamos aquí? – Preguntó Alluka.

-Eso no lo sabemos – Respondió negativamente la de cabello celeste – Ustedes cayeron del cielo, no sabemos lo que pasó para que terminaran en nuestro mundo.

Todos los hunters exhalaron, si no recordaban (ni sabían) cómo habían llegado, no tenían idea de qué hacer para regresar a su mundo; las chicas les dijeron que hallarían la manera de volver a su dimensión, y eso les hizo tener una pequeña esperanza.

-Hay algo que no nos han dicho – Interrumpió Leorio - ¿Quiénes son ustedes?

-Es cierto, no nos hemos presentado – Dijo Alegra – Bueno, mi nombre es Alegra Andrea Cantillo y tengo 13 años, mis amigos me llaman Ale-chan.

-Mi nombre es Karou Misaki Carrasco y tengo 14 años, pero mis amigos me dicen Alaska.

-Mi nombre es Katherina Veronika Plisetsky y tengo 14 años, pero mis amigos me llaman Katya o Nika-chan – Finalizó Katya.

-Eso es suficiente – Dijo Gon – Es un gusto conocerlas.

En eso, Alegra se abalanzó a Killua y lo abrazó de nuevo, lo que hizo que las amigas de la pelinegra negaran con la cabeza; Killua estaba a punto de apartarla, pero Alluka le habló.

-Onii-chan, no seas descortés – Le dijo la niña.

El mayor suspiró resignado y no tuvo más que dejarse hacer por la chica; Alegra se recostó en el sillón, con Killua sobre ella y la cabeza del albino en su pecho; seguidamente comenzó a acariciarle el cabello a él de manera suave, mimándolo. El chico albino comenzó a sentir una rara sensación...

-*Qué extraño, me siento muy raro, como si...como si mi corazón se fuera a salir de mi pecho...* - Pensaba el chico - *No, de seguro son los nervios a que me haga algo*.

El albino cerró los ojos y Alegra creyó escuchar lo más parecido a un ronroneo; Killua se acomodó mejor en el pecho de la chica y ella siguió mimándole la cabeza hasta que comenzó a sentir la respiración calmada de Killua, dándole a entender que estaba durmiéndose.

-Bueno – Dijo Katya – Escuchen, por el tiempo que se queden aquí van a vivir con nosotras.

-N-no queremos causar molestias – Contestó Leorio – Además, tenemos las licencias de cazadores.

-No les servirán aquí – Dijo Alegra – Las licencias de cazadores, a diferencia del mundo de ustedes, en el nuestro no tiene valor alguno.

-O sea que, prácticamente, están sin dinero – Finalizó Alaska.

Todos suspiraron resignados, pues si no les llegaban a servir las licencias en esa dimensión, no podían pagar ningún hotel para quedarse ni comprar nada para comer, así que no tenían más opción que depender de sus (ahora) salvadoras.

-¿Cómo vamos a vivir los 8 en este lugar? – Preguntó Alluka.

-Bueno... - Comenzó a pensar Alegra – Son dos camas, las chicas podemos dormir en una y los chicos en otra, las camas son lo suficientemente grandes para los 4.

-Y tendrán que ir a la escuela también – Dijo Katya – Y también debemos comprarles ropa, los útiles, zapatos, teléfonos nuevos...

-¡Entonces no perdamos más tiempo! – Exclamó Alaska - ¡Chicos, chicas, iremos de compras!

Todos asintieron; Katya tomó su bolso y abrió la puerta principal, dando a entender que se movieran del sillón y salieran de ahí; todos se pusieron el calzado y salieron del apartamento con rumbo al centro comercial; en el camino, todos los chicos iban admirando la ciudad por la que iban caminando.

-Su ciudad tiene algunas semejanzas con York Shin – Dijo Kurapika mirando los edificios.

-Sí, así es – Contestó Alaska.

-Tomaremos el monorriel hacia el centro comercial – Habló la de ojos bicolor – Así llegaremos más rápido y en menos tiempo.

Todos asintieron; llegando a la estación vieron que estaba llegando el monorriel, así que se apresuraron a subirlo; cuando éste abrió sus puertas comenzaron a salir varias personas y a entrar una multitud, de modo que comenzaban a separarse.

-¡Kurapika, Leorio, Killua, Alluka, Gon! – Los llamó Alegra - ¡Agárrense de nosotras!

Apenas ella dijo eso Alaska y Katya la tomaron de las manos y al instante los demás comenzaron a guindarse de sus ropas y el monorriel comenzó a andar; en eso, la gente comenzó a distribuirse mejor en todo el tren, dándoles más espacio a ellos y entonces las tres chicas miraron cómo estaban todos sus "invitados"; Leorio iba agarrado de Alaska por los hombros y Gon la abrazaba por la cintura, Killua estaba completamente enroscado a Alegra (con sus brazos rodeando el cuello de ella y con sus piernas le rodeaba la cintura), Kurapika iba agarrando a Katya por la cintura y Alluka se le había guindado de la misma forma que lo había hecho Killua con Alegra; en eso sintieron cómo los chicos se aferraban más a ellas y eso las hizo sonrojarse.

-Em, chicos... - Habló Katya – Y-ya pu-pueden s-soltarnos...

Killua fue el primero en reaccionar, y cuando miró que estaba agarrado a Alegra se sonrojó fuertemente, soltándose al instante; el segundo en reaccionar fue Kurapika, quien se soltó de Katya completamente sonrojado y Leorio soltó a Alaska, pero Gon y Alluka siguieron prendados a ellas; Alaska sobó la espalda de Gon y le dijo que ya podía soltarla, a lo que él se separó sonrojado de ella. Alluka dejó de abrazar a Katya y se acomodaron en los asientos (aunque las chicas iban de pie mientras les explicaban lo que harían en su destino).

Bajaron del monorriel, salieron de la estación y comenzaron a caminar hacia su destino final. Cuando los chicos miraron el centro comercial no pudieron evitar que sus ojos se abrieran como platos, era enorme.

-Entremos a esa tienda – Dijo la peliceleste señalando una de las tantas tiendas – De seguro encontraremos varias piezas de ropa para ustedes.

Todos entraron a la tienda y se dividieron, Alaska iría con Gon (por petición de él), Katya iría con Leorio y Kurapika, y Alegra con los hermanos Zoldyck. Cada uno se fue por una parte diferente; Alegra comenzó buscando ropa para Alluka, y Killua tuvo que conformarse con ver primeramente a su hermanita escogiendo entre tanta ropa, algo que le hacía algo de gracia ya que la pequeña miraba tantas prendas que no decidía cuál medirse.


 


 



 

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