Capítulo 8

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- ¿Cuál es tu problema? Me asustaste - dije, de verdad me había asustado.

- Tranquila, no muerdo - su sonrisa traviesa hizo acto de presencia nuevamente - Al menos que tú quieras - se sentó a mi lado. Estremecí al sentirlo tan cerca, espero no lo haya notado.

- Por dios, ¿Por qué querría que lo hicieras? - traté de fingir desinterés.

- Cariño... - dijo casi en un susurro - no te hagas la difícil, sé que te gusté apenas me viste. Cuando te llevé a tu casa, no me quitabas los ojos de encima - odiaba su arrogancia, pero al mismo tiempo me sentía muy atraída - Tanto así que suplicaste que te dijera mi nombre, torpecita.

¿Tan obvia soy? ELIZABETH, TIENES QUE APRENDER A DISIMULAR.

- No seas idiota - se me escapó una risita nerviosa y volteé los ojos como mecanismo de defensa - sólo quería saber el nombre de la persona que me lesionó el tobillo.

- ¿Yo? Tú eras la que corría como si estuviera a punto de caer un meteorito.

- No sabes porque estaba corriendo, tenía mis motivos - dije, defendiéndome - ¿Ya me dirás tú nombre? - pregunté, esta vez esperaba que me respondiera.

- ¿Por qué quieres saber como me llamo? Los nombres son estupideces, sólo sirven para etiquetar a las personas. Dime como tú quieras, por eso te digo a ti torpecita, porque eres torpe - hizo énfasis en torpe.

- Ok, primero, no soy torpe - escuché su risa irónica cuando siquiera había terminado de decir la palabra - está bien, tal vez sólo un poco - dije, aceptándolo - Pero no te conozco, no sabría como llamarte.

- Yo tampoco te conozco, pero no tengo que hacerlo para notar que es lo que más resalta en ti.

- ¿Con qué a eso nos vamos? Entonces te diré idiota - dije mientras pensaba de qué otra manera decirle - o mejor, chico idiota, engreído, con tatuajes. ¿Cuál prefieres? - pregunté con un tono sarcástico.

- Wow, tú imaginación vuela - respondió sarcásticamente - la idea es que tú me pongas el apodo, no lo decidiré yo.

- Como sea - volteé los ojos nuevamente - ¿Qué haces aquí? - pregunté, se me hacía extraño que estuviese por aquí sin su moto.

- Me gusta salir a caminar cuando hace frío, me ayuda a despejar la mente - el viento movía su cabello de una manera muy sensual. Elizabeth, ya basta, deja de verlo tanto que se dará cuenta - Pero, ya me tengo que ir. A propósito, límpiate un poco aquí - pasó su dedo pulgar debajo de mis labios, sentirlo tan cerca de ellos me hizo imaginar como sería besarlo. Lo sé, me ilusiono muy rápido - se te cayó un poco de baba al ver los tatuajes de mis brazos.

- ¿En serio? - dije alarmada limpiando las comisuras de mis labios, él rió ante mi acto de estupidez, no tenía nada, obviamente - idiota - lo miré apenada.

- Nos vemos en otra ocasión - estaba a punto de levantarse del banco dónde estábamos sentados, pero antes se acercó más a mí, quedé inmóvil con tan solo su presencia. Quitó el mechón de cabello que cubría mi mejilla, lo colocó tras mi oreja y se acercó aún mas, sentía su mirada tan penetrante como un cuchillo recién afilado. Después de mirarnos por unos segundos que parecían eternos, se despidió con un beso en mi mejilla y se fue. Yo quedé perpleja y sólo se movían mis ojos para observar como se alejaba.

Después de pasar unos minutos meditando sobre lo que había pasado, pensando en la cantidad de emociones que me hacía sentir ese chico con tan sólo su presencia y preguntarme cómo lo hacía, decidí levantarme y caminar hacia mi casa de una vez por todas.

Al llegar, pude notar a mi mamá sentada en el sofá usando su celular. Dejé mis cosas en la sala y me senté a su lado. Hablamos un rato, me contó como le había ido en el trabajo y yo le conté que tal había estado mi día. Mientras hablábamos sólo pasaba por mi mente de qué forma podía pedir permiso para hacer la fiesta y no fracasar en el intento. Después de unir las fuerzas decidí preguntárselo esperando una respuesta positiva.

- Mami... - dije, mientras jugaba con mi cabello - sabes que estaba hablando con los amigos que te comenté, y bueno, pensamos que sería un gran plan reunirnos aquí.

- ¿Reunirse? Sería estupendo que salieras a divertirte - dijo sonriente, creo que no entendió.

- Pues, esa es la cuestión... te quería preguntar si podíamos estar aquí - ella pareció sorprendida ante mi propuesta.

- No hay problema, cariño. Puedes invitar a tus amigos cuando gustes, también es tu casa. ¿Cuándo tenías pensando que vinieran? - preguntó.

- ¿Hoy en la noche? - pregunté, con una sonrisa nerviosa.

- ¿Hoy? - pude notar cómo levantó su ceja derecha, esto sólo pasa cuando vienen malas noticias - no creo, Elizabeth. Hoy me quedaré en mi trabajo porque tengo muchas cosas que hacer, llegaré mañana temprano.

- Mamá, por favor. Considero que ya estoy grandecita como para reunirme con mis amigos en tu ausencia - dije haciendo pucheros - además, tú querías que yo hiciera amigos, ¿No? - ella suspiró y quedó un rato en silencio.

- Elizabeth, no quiero más de diez personas y espero la casa impecable apenas llegue - se levantó del sofá y puso las manos en sus caderas.

- ¿En serio? - me levanto después de ella y le doy un abrazo fuerte - gracias, mami.

- Pero tienes que lavar los trastes y limpiar la cocina - claro, no podría ser tan fácil. Asentí - tengo una reunión en veinte minutos, iré a mi habitación a retocarme, espero dejes todo limpio, cenicienta - se rió mientras me llamaba cenicienta, yo fruncí el ceño y reí después.

Ok, que comience la limpieza extrema.

Puse el reproductor de música a todo volumen con la canción Work from home de Fifh Harmony y comencé a limpiar toda la casa, desde el patio de la piscina hasta adentro.

Ya mi mamá se había ido y eran las seis de la tarde, en dos horas empezaba la fiesta y yo aún no me había alistado.

Subí corriendo a mi cuarto, me di una ducha caliente súper rápida y me vestí.

Me puse un pantalón de jean roto en las rodillas, una blusa negra con escote en V y unos zapatos altos color rojo. Alisé mi cabello completamente y me maquillé en tonos rojizos para combinar con mis zapatos.

Después de arreglarme, bajé a ver televisión mientras esperaba que llegaran los chicos. A los minutos escuché que sonó el timbre, eran Bárbara y Greyson, detrás de ellos estaban los demás chicos.

- Adelante, están en su casa - los invité a pasar con una sonrisa enorme en mi rostro, estaba emocionada. La primera en pasar fue Bárbara, me preguntó dónde podía empezar a organizar todo y yo le indiqué.

- Eli, estás preciosa - dijo Grey mientras me daba un gran abrazo, le agradecí con una sonrisa aún más grande y apuesto lo que sea a que estaba sonrojada.

- ¡LLEGÓ EL ALCOHOL Y LA COMIDA, QUE EMPIECE LA FIESTA! - se escuchó a Connor detrás de Greyson.

- ¡Qué empiece! - vociferé mientras reía - pasen, chicos.

Kate, Jack y Hurley se encargaron de los cócteles, Bárbara y Greyson de la decoración y Trevor de servir la comida. Y Connor, pues, Connor es Connor.

De polo a polo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora