El terrible olor a sangre hizo que Anniel se transportara a un pasado aterrador, ella levanto la cabeza y miro su reflejo en el espejo. Podía recordar a su madre arrastrarse por el piso mientras estiraba la ropa de Erick rogando que el no se marchara de casa. Ese día esa mujer había perdido toda pizca de dignidad, los hombres que venían después solo la buscaban para acostones sin sentimientos, encuentros pasajeros.
Tenia un pequeño corte encima de la cien, el moretón se extendía en el pómulo izquierdo haciendo que llamara bastante la atención, tenia moretones en ambas rodillas provocados por la caída. En la muñecas tenia marca de un agarrón brutal.
Estaba completamente mojada, los ojos llorosos y unas ganas interminables de encerrarse y jamas salir de aquella caja de zapatos que tenia por casa. La puerta principal sonó y ella se puso muy rígida, sonó otras dos veces más hasta que se escucho un grito de la parte de afuera.
-Señorita Anniel, tiene un llamada en recepción, baje- ella se tranquilizo notoriamente al escuchar la voz del casero. Se dirigió a pasos rápidos hasta la puerta y la abrió.
-Lo siento mucho, estaba tomando una ducha.- el hombre la miro con recelo y le estudio la cara.
-¿Tomando una ducha con la ropa puesta?.- Anniel bajo la vista observando su atuendo y hizo una mueca.
-Baje ahora o perderá la llamada.-hablo sin darle tiempo a explicar y se marcho.
Anniel corrió al armario y se coloco la primera playera que encontró, lo demás se lo cambiaría cuando tomara una ducha.
La recepción estaba vacía y el teléfono estaba descolgado, esperando por ella.
-Hola ¿quien habla?- el silencio del otro lado se podia cortar-hola- insistió ella.
-Anniel- se escucho una vos femenina- cariño soy Adressa, me eh intentado comunicar contigo de todas las formas posibles. Nena, no hay trabajo aquí, la tormenta no deja que nadie salga de casa y la electricidad es muy mala y las máquinas no funcionan. Quédate en casa, te estaré llamando si es necesario que vengas- Adressa era una mujer italiana de unos cuarenta años, era muy amable y era la dueña de la cafetería en donde trabajaba Anniel.
-Adressa. El dinero de hoy iba a cubrir el mes de renta del departamento- hablo con preocupación.
-Lo siento muchacha, la tormenta en algún momento tendrá que parar. Tengo que hablar con Mathio, si no podemos abrir en los próximos días, no podremos cubrir el presupuesto. Lo lamento nena es muy probable que recortemos el personal, al menos hasta que recuperemos lo perdido, la parte de atrás del local se ha inundado completamente, y el dinero ira a parar en su reparación, las máquinas se estropearon con tantos apagones-
El desespero en el rostro de Anniel se podía ver a kilómetros, si no podia conseguír el dinero para pagar los meses de renta el casero la enviaría fuera de una sola patada.
-Oh Dios mio.-lloriqueo la muchacha.
-Lo siento mucho, te diría que pases a buscar tu cheque y a firmar tu renuncia, pero es imposible que salgas de casa, por lo pronto- guardo silencio.
- debo irme, me mantendré en contacto.
-Adre...- el pitido que indicaba que la llamada había finalizado comenzó.- no, no, no, Adressa por favor.- la muchacha estaba tratando de asimilar lo sucedido mientras trataba de mantener la calma. Dejo el teléfono de lado y se dispuso a marcharse.
-¿Que sucede?- pregunto el decrépito hombre.- no creas que no me eh dado cuenta del golpe que traes en la mejilla- Anniel respiro profundo y comenzó.
-Tome un golpe en el baño, me resbale y di contra el lavabo- muchas mentiras en un solo día, penso
-Mira muchacha ya no quiero nada extraño en mi departamento, quiero que me pagues el mes que te falta o me veré en la penosa necesidad de desalojarte- esto no podía estar mejor reclamo mentalmente
-Lo se, déjeme unos días más. Con esta tormenta no puedo salir al trabajo. Le prometo que tendrá su dinero antes que termine el mes.-él hombre la miro ceñudo y negó.
-Ni más ni menos, antes de que terminen el mes quiero mi dinero.- el hombre se marcho dejándola en el pasillo
-Muchas gracias.- grito para que este la escuchara ¿de dónde sacaría el dinero? Acababa de ser despedida, exclamó mentalmenteMás tarde en la habitación, Anniel se encontraba enrollada entre las sábanas. Lo único que le quedaba era una cabeza llena de pensamientos tristes y una vida miserable. El psicólogo no había llamado, ni tampoco había tenido noticias de aquel hombre enfermizo. No tenía trabajo, ni dinero. El recuerdo de lo que había pasado en la tarde hicieron que le entraran ganas de vomitar.
Aquel hombre hablaba tan malvadamente, el solo recuerdo hizo que aquel oscuro departamento que antes era un hogar tranquilo, se transformara en un pozo lleno de monstruos que prometían devorarla.
Las lágrimas se escurrían por sus mejillas y los hombros le temblaban. Asustada de todo se cubrió con las sábanas en un instinto por protegerse.Esa noche otro sueño la visito, ya no era mamá gritando y corriendo. Ahora, un hombre de mirada siniestra prometía acabar con ella tan pronto que ni se daría cuenta. El dolor recorría su cuerpo provocándole un nudo en la garganta. Las ganas de llorar y gritar la invadieron. Aquella mirada la perseguía y las palabras se repetian, 'no sabes en que lado de la vereda estas parada'.
Anniel se sentó sobresaltada, tenia la respiración agitada, el corazón le latía desenfrenado y las mano le temblaban con descontrol. Ella se paso las manos por la cara intentando calmarse. Ni siquiera su difunta madre le había causado tanto miedo como aquella mirada.
-Oh nena, bonita imaginación la tuya- aquella voz resonó en toda la habitación, llenando cada espacio de aquel cuarto.
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And if you have the courage ©
De TodoLa joven de 17 años caminaba por las calles de la ciudad agarrándose al desgastado abrigo de lana color champaña, con la mirada perdida y una vida en caos, cuando Alexander la visualiza lo primero que corrió por su mente fue el deseo incontrolable d...