PRÓLOGO

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El cielo estaba cubierto por nubes gruesas y espesas, el olor a lluvia era sofocante y había muy poca visibilidad por las masas de neblina que se habían agolpado sobre la ciudad

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El cielo estaba cubierto por nubes gruesas y espesas, el olor a lluvia era sofocante y había muy poca visibilidad por las masas de neblina que se habían agolpado sobre la ciudad.
Como todas las mañanas el tráfico era casi inexistente, algunas luces en la penumbra llegaban a saludar. El auto que de costumbre se estacionaba en la esquina del barrio Woodside con las luces apagadas y el vidrio medio bajo, esperaba paciente, hacía ya dos meses que los residentes del lugar se habían percatado del lujoso audi negro allí. La gran mayoría decía que los policías estaban custodiando el lugar como civiles y otros nombraban a un hombre que había estado buscando conflicto con los habitantes poco amigables del lugar.
Anniel por su parte se había mudado con su madre al lugar hacía tres meses, puesto que su madre se había comprometido con un tipo demasiado extraño para no decir tenebroso.
La casa era mas pequeña que su anterior hogar y apestaba a cigarro y a alcohol, las paredes estaban manchadas por algún líquido marrón, la cocina estaba con el cuarto y el baño daba a un almacén de porquería.
Cuando sintió el escalofrío que corrió por su espalda sintió la necesidad de huir, tenia que caminar muchos kilómetros para asistir a clases y el barrio no era necesariamente agradable, la gente siempre estaba gritando o peleando, se recordó salir corriendo de la casa o llegaría tarde a su empleo.
Cuando las calles comenzaron a conocer los primeros claros, Anniel caminaba apresurada mientras se agarraba con fuerza de la vieja mochila, desde que llego a ese lugar había sentido la extraña presencia de alguien pero lo había ignorado.
Mientras tanto el auto emprendía su marcha, con cautela giro a la izquierda y espero a que la distancia hiciera su trabajo. Cuando le puso la vista encima sintió una patada en la parte baja, la edad abismal que los separaba lo saludaba a lo lejos, la había observado por días esperando el momento indicado, aguardando entre las sombras, añorando el día en que pudiera cumplir su propósito. No era un acechador de jovencitas y mucho menos acostumbraba a perseguir a nadie, pero se había convencido de que valía la pena y había salido por su propia cuenta.
Los meses pasaron deprisa mientras que el frió calaba los huesos, había visto las mismas escenas en todos estos meses.
Un día particularmente frió se había oído gritos y golpes, no era extraño, ya que precisamente la madre de la muchacha no tenia muy buenos aciertos con los maridos, "todos eran unos bastardos" se recordó, pero ese día en particular algo extraño había pasado, era precisamente uno de esos días raros en los que la gente sacaba la ropa por miedo a la lluvia y se escondían en sus casas esperando la tormenta. En el aire se sentía el aroma a sangre y pólvora, la pequeña casa del Woodside se hizo mas pequeña y invisible.
Solo ese día recordó la miseria de su vida, sintió ganas de abandonar toda esperanza y huir de cualquier sitio que le recordara lo miserable que era. Mientras buscaba las llaves en el bolso se recordo anotar en su libreta mental el nombre del bastardo que había tomado el trofeo de sus manos.
Cuando salio de allí se alegro un breve momento no haber sido él, el que apagara la luz de aquella muchacha, pero la tristeza lo invadió al pensar en el futuro inminente que se acercaba y lo saludaba a lo lejos.

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And if you have the courage ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora