Continuación parte 18

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- Si quieres te puedo mostrar los libros- dijo él entendiendo su actitud. Alexander sin esperar respuesta la obligo a caminar en dirección a la sala, alli descansaban en el suelo tres cajas llenas de libros.
Los ojos de Anniel se iluminaron con emoción, cuando Alexander se percató de ello se recordo agradecer a Lucca por enviarlo.
Mientras Anniel ojeaba las cubiertas de los libros Alexander la observaba desde el umbral, la alegría que emanaba Anniel era contagiosa y por primera vez en mucho tiempo se sintio satisfecho.
- Me alegro que sean de tu agrado- dijo
- Lo son- murmuro ella observandolo

Mientras que Anniel se paseaba descalza por la casa con un libro en mano Alexander se la pasaba encerrado en su oficina asi se pasaron los dias, Anniel habia acompañado a Alexander a la mesa cada dia, los dias eran mas llevaderos y de vez en cuando Anniel le concedia una sonrisa de agradecimiento. No habia visto en él ni un ápice del hombre que habia percibido meses atrás, de vez en cuando lo observaba despierto por las madrugadas mirando a la costa mientras que fumaba aquel cigarrillo como si fuera un tubo de aire, lo observo sentado en el sillón leyendo algún libro con las gafas puesta y se recordo cuan hermoso se veía con ella. Con el pasar de los dias se había acostumbrado a su presencia, apreciaba cada detalle y se habia percatado de la mirada triste y culposa que acarreaba.
Mientras que él la observaba caminar descalza por la casa con alguno que otro libro, la forma en que entraba a la cocina cada noche y la extraña manía que tenía de acomodar los cubierto. La culpabilidad lo acompañaba a cada paso que daba, cada vez que ella le sonreía se culpaba de las desgracias que él mismo le había ocasionado, se lamentába cada noche el primer encuentro que tuvo con ella y la forma en que la habia tratado.
La habia cubierto de suntuosidad pero a ella no parecia importarle, solo se habia aferrado a aquella caja de libros.
La noche cayó sobre aquella casa y ese dia Alexander no había bajado para recibir la cena por lo que Anniel ceno y se vio acostada mirando el techo de la gran habitación, cuando el dia acababa y se veía obligada a dormir se lamentaba internamente, los dias anteriores habia tenido que contar muchas veces, el ataque de pánico la habia despertado con brusquedad en medio de la noche y la habia obligado a mantenerse en vela.
Con la mirada perdida se perdió en la penumbra, añorando estar en su hogar.

Esa noche Anniel se despertó con brusquedad siendo agitada por unas fuertes y grandes manos, cuando abrio los ojos de golpe pudo ver a Alexander alado de la cama mirándola con preocupación. Anniel en un instinto por protegerse se quito de su agarra y retrocedió con alarma
- Oye, oye no te hare daño- dijo en señal de defensa - solo escuche que estabas ...- se sorprendio asimismo repitiendo esas palabras. Habia abandonado muy tarde la oficina y al retomar su camino hasta el pasillo que lo llevaba afuera la habia escuchado llorar y quejarse, como lo hacía todas las noches, pero esta vez habia sentido como el dolor le cortaba las venas, armandose de valor decidió entrar a la habitación.
Mientra que ella lo observaba alarmada comenzo a disculparse secandose con brusquedad las lagrimas - Lo siento, yo no queria incomdarte- hablo atropelladabente- yo... yo solo no puedo -lloriqueo. Él la observo desesperarse, mientras que ella intentaba controlar su respiración- yo.. lo siento mucho - lloro con desespero
- Anniel tienes que respierar - dijo para acercarse a ella y tomarla por el rostro- respira cariño, no te va a pasar nada - murmuro mientras la obligaba a mirarle a los ojos. La respiración de Anniel se acelero y podia sentir como su cuerpo estallaba juntamente con su corazón.
- Anniel - dijo Alexander esperado sin obtener respuestas. Con un jalón de brazos la obligo a sentarse sobre sus piernas, apretando contra su cuerpo obligándole a ceder.
Cuando ella estuvo sobre él, sintiendo el calor de su cuerpo, el aroma a alguna colonia cara, cigarrillo y menta, pudo escuchar cada latido, sintio como su corazón bajaba el ritmo y su pulso disminuía su velocidad.

Minutos más tarde Alexander la acurrucaba entre sus brazos, cuando sintio la calida respiracion sobre su cuello maldijo en voz alta - Como puedes dormir- susurro al percatarse de que se habia apagado por completo, sus labios le rozaban el cuello y sus manos se aferraban con fuerza a su chaqueta como si no quisiera que se marcharse, allí en ese momento, no quería apartarse, queria protejerla de cada pesadilla que la invadiera, queria acariciar su espalda cada vez que llorara y mantenerla alejada de todas las desgracias, queria poder descubrir cada parte de su cuerpo y inspirar el aroma a flores que emanaba.
Pero se apartó, se apartó porque le había jurado silenciosamente que la defendería de todos y todo, y eso lo incluía.

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And if you have the courage ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora