Mientras que sostenía un mechón de cabello entre sus dedos suspiro y se aparto, dejándola pasmada.
-Mientras dure el día, no me arrepentiré- murmuró paciente- si me permites diré en mi defensa que suelo actuar por impulso- sonrió en su dirección mientras que ella lo observaba atónita- Anniel- dijo él tomándole de los hombros para que recobrara el hilo, el rostro de Anniel se había calentado extremadamente y las manos le temblaban. Se sintió avergonzada y quiso sacarse del agarre de Alexander - oye tranquila- exclamó- no tienes de que avergonzarte, solo fue un beso Anniel- aunque al parecer a Alexander no le daba mucha importancia, para Anniel era mas que solo un beso, se había estado renegando de situaciones como esas y que él le hubiera asaltado de esa manera le había generado una profunda confusión y le causo una gran molestia que él actuara de esa manera tan desconsiderada.
-Alexander, quiero regresar a casa- hablo alto y claro mientras se giraba para darle la espalda.
- Bueno, estamos muy lejos de casa- hablo pensativo, ocultando el profundo caos que le había provocado ese beso.
Ella se giro bruscamente y lo observo pensativo
-¿Por qué haces esto?- reclamo Anniel en un susurro impaciente - no esta siendo justo Alexander
- Bueno, nada de esto es justo- le sonrió amargamente- quisiera poder haberte visto en otra vida cariño, sin nada de esto- señalo a su alrededor- sin tener que estar aguantando la rabia que crece en mi interior al ver que cada vez que me acerco tiemblas de miedo- se paso las manos por el rostro impaciente- solo haces que me sienta mas bastardo de lo que soy- nuevamente la miro y se acerco a ella, le coloco las manos en el rostro y con la otra, acaricio la negra cabellera de Anniel- deseo con toda mi miserable existencia que no me mires de esa manera cariño- Anniel lo observo quieta mientras que él suspiraba derrotado acerco nuevamente los labios a los suyos, pero esta vez no los unió, se quedo quieto sintiendo la cálida respiración de Anniel- Pero me conformo con saber que estas a salvo- murmuro para después depositar un lento y cálido beso en su mejilla.Mientras Anniel daba vueltas en la cama, intentando conciliar el sueño, las imágenes del día le llegaban a cascadas en la memoria, con el corazón acelerado cerro los ojos con angustia. Con profundo pesar dejo que las lagrimas acumuladas explotará como torrentes, no entendía lo que pasaba en su interior,
se dejo caer mentalmente mientras que recordaba la angustia en la mirada de Alexander.
Cuando era mas joven había deseado que alguien la amara con devoción, a pesar de que no había tenido un ejemplo de amor cortés y por esas mismas razones, no quería vivir como su madre, quería que la respetarán y aunque la vida no fue muy agradable con ella, seguía deseando lo mismo. Pero podía ver en la mirada de Alexander que su corazón ya no le pertenecía a él, que alguien mas lo llevo y por mas que él intentara buscar una solución a la caótica situación que los unía, no había remedio. Anniel conocía las ruinas que pisaba y le dolía el alma, se escuchaba asimismo gritar con desespero sin poder hace nada.
Alexander la había confundido, había encontrado en su presencia un refugio para esconderse de un antiguo fantasma que lo atormentaba y en el camino no recordó que Anniel lo miraba con anhelo de algo que posiblemente nunca tendría, amor.
Mientras que Anniel descubría nuevos sentimientos, Alexander yacía sentado de frente a los grandes ventanales, aspirando el cigarrillo como si su vida dependiera de ello. Conocía el malestar que lo incomodaba, mientras se consumía a si mismo no podía dejar de pensar en la mujer que amo con locura.
Fácilmente podía respetar a Anniel, era una joven llena de virtudes, la encontraba irreal, hermosa y por mas que intentaba mantenerse alejado siempre se encontraba asimismo intentando consolar su triste corazón, anhelaba su cuerpo, tenerla todos los días. Pero sabia que jamás podía amarla, seria injusto con ella y no podía soportar que lo mirara con esa tristeza y reproche. Podría intentar hacerla feliz, olvidando sus deseos, podría intentar redimirse y olvidar todos su caprichos. No la amaría, no podría porque ya había amado tanto que perdió ese camino, pero le demostraría su respeto, la adoraría cumpliendole todos sus afanes, le haría olvidar las miserias que la invaden. Solo así, quizás perdería la tristeza que cargaba en la mirada.
Alexander se dejo caer en la cama agotado. No quería que Anniel lo amara, era demasiado malo para ella, pero tampoco quería apartarla de su lado como un bastardo sin sentimiento. Se encontraba en un dilema, lo que debía hacer y lo que deseaba y una vez mas se guió por sus deseos. Si bien podía dejarla marchar, sabia en su interior que era lo suficientemente bastardo como para olvidarse tan fácilmente de esa jovencita.
Mientras que las olas golpeaban en la costa Anniel abría entusiasmada la caja color marfil que había encontrado en la puerta de su habitación. El moño enorme mantenía cerrada la caja, con notable entusiasmo descubrió un pequeño calendario que marcaba el numero 27 del mes que corría y ponía con letra caligráfica
feliz vida cariño, los años traen virtudes, pero creo que no hace falta que corran los tuyos porque tu ya las tienes todas
Siempre tuyo- Alex ♡Anniel abrió los ojos atónita al descubrir un hermoso vestido color verde, los botones eran delicados al igual que todo su esplendor. Por poco se había olvidado que los años le seguían llegando, había dejando atrás a la jovencilla de 17 años con una vida en proceso y se había convertido en un manojo de preocupaciones y angustias que apenas podía soportar. Cuando miro el vestido acaricio la suave tela y no pudo evitar sollozar, era la primera vez que había obtenido un regalo, por mas que intentara controlar sus emociones le resulto imposible. Siempre había aprendido a pasar en soledad cada celebración de cumpleaños.
Mientras se secaba las lagrimas con brusquedad salio de la habitación en busca de Alexander, lo encontró sentado en el comedor leyendo un papel, muy concentrado, lo observo unos segundo en todo su esplendor. Tenia el cabello húmedo y una camisa blanca que se ceñía sobre sus hombros. Cuando se percató de la presencia de Anniel abandonó el papel sobre la mesa y la observo.
- veo que te agrado del obsequio- musito con una gran sonrisa, intento ignorar el hecho en que Anniel tenia los ojos llorosos, mientras que lo observaba de una manera indescifrable.
- No tenias que hacerlo- susurro con un hilo de voz- tu no tenías que hacerlo- volvió a susurrar mientras fracasaba en retener las lagrimas- yo.. yo lo siento mucho- hablo secándose las lagrimas con brusquedad
En un instinto casi natural, Alexander de acerco a ella para sostenerle el rostro
- oh cariño- murmuro apenado- no quería que te sintieras así, lamento mucho si te incomoda... - dijo para observar el rostro contraído de Anniel
- No, yo lo siento... es solo que- guardo silencio avergonzada, no quería que Alexander sintiera lástima por ella. Pero con ese acto s hizo que Alexander comprobara su propia versión.
- Bueno me alegra ser el primero- le susurro al oído con paciencia. Él sabia que los padres de Anniel eran unos bastardos y no le extrañaba que jamas le hubieran dado un obsequio a su hija, o mandado una carta de felicitaciones. Alexander sabia que probablemente el bastardo de Erick supiera incluso cuando su hija cumplía años- si no es de tu agrado podemos ir a cambiarlo y elegir uno de tu agrado- murmuro con paciencia mientras la observaba cambiar de expresión
- No, no...es de mi agrado... te lo agradezco, no tenias que molestarte- musito impaciente
- bueno, me alegra que te agrade- guardo silencio y con una expresión mas dura volvió a hablar- no es una molestia Anniel... eres mi invitada aquí, aunque no sean las mejores circunstancias suelo ser un caballero y no me molesta complacerte... en lo que sea - guardo silencio unos segundos - ahora si me permites me gustaría que me acompañes a la mesa, hoy será un día largo y me gustaría que vieras algunas cosas mas- Anniel volvió a mirarlo con preocupación mientras que recordaba aquel casi imaginario y fugaz acontecimiento en el mar.
- bueno..yo..yo- titubeo incómoda
Alexander soltó una ronca carcajada al descifrar a donde viajaban sus pensamientos
- Oh dulce mía, solo es un poco de té - se burló
Anniel se había percatado como había comenzado a actuar en su presencia, casi parecía otra persona y se preocupo mentalmente, porque pudo conocer como cambiaba sus estados de animo y no quería llevarse una eterna decepción.
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And if you have the courage ©
DiversosLa joven de 17 años caminaba por las calles de la ciudad agarrándose al desgastado abrigo de lana color champaña, con la mirada perdida y una vida en caos, cuando Alexander la visualiza lo primero que corrió por su mente fue el deseo incontrolable d...