La lluvia caía a cántaro inundando todo a su paso. El ruido de las goteras golpeando por el aparador era estresante. El olor a humedad paseaba por la casa estacionándose en la pequeña sala. En su mayoría las paredes estaban cubierta por moho y en las demas la pintura se estaba deshaciendo. En la pequeña cama que se encontraba en la esquina de la habitación, junto a la ventana de madera que daba a las calles se encontraba una Anniel difícil de reconocer.
Sus enorme ojos se abrieron y en ellos había un pánico feroz que prometía consumirla, las pesadillas, habían vuelto a visitarla nuevamente.
El día estaba imposible, nunca fue amante de las tormentas, de por si la pequeña pocilga en donde vivía no le permitía disfrutar de dicho acontecimiento.
El reflejo en el espejo era patético, el cabello le caía por los hombros como cascadas, los ojos cansados y rojizos por la falta de sueño y definitivamente aquella palidez solo hacía que se viera mucho mas cansada. Mientras se cepillaba los dientes recordó la cita que tenia con el psicólogo y se maldijo internamente al pensar en como saldría de aquel lugar con el temporal que se había desatado afuera.
Cuándo su madre murió no tuvo más remedio que mudarse con su padre a California, eso duro unos años hasta que él decidió que ya tenía edad suficiente para valerse por si sola y allí estaba ella, en San Diego, viviendo en un departamento que cobraba más de lo que valía, con un trabajo mediocre y un año para terminar la secundaria y comenzar con la universidad, quiza.
El taxi se estaciono fuera del consultorio del Dr. Threz. Se recordo a si misma que volveria caminando a casa, el taxi le habia costado un buen almuerzo, y no deseaba quedarse sin el transporte nocturno.
Al bajar del auto la ropa que traía se mojo completamente por la intensidad de la lluvia y maldijo en su interior al pensar en el dia tan malo que habia comenzado.
Normalmente cuando llegaba una placa colgada la recibia, hoy no. Al entrar al lugar fue mas su confusión, había algunas cajas encima del escritorio y las paredes estaban desnudas, normalmente, cuadros y diplomas colgaban de ella.
Un hombre estaba sentado en la silla que el Dr. Threz ocupaba siempre que la consultaba y este se movia de un lado a otro observando algunos papeles que descansaban en sus manos. Cuando se dio cuenta de la presencia de la muchacha, levanto la vista con picardía.Allí estaba frente a mi, completamente empapada , y en lo único en que podía pensar, era, en que el cielo se había apiadado de mí.- Alex
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And if you have the courage ©
AléatoireLa joven de 17 años caminaba por las calles de la ciudad agarrándose al desgastado abrigo de lana color champaña, con la mirada perdida y una vida en caos, cuando Alexander la visualiza lo primero que corrió por su mente fue el deseo incontrolable d...