La neblina había tapado gran parte de la costa, el humo que salía de la chimenea de la única casa en la colina llamaba la atención de algunos pescadores, las luces estaban apagadas pero se veía una sombra esbelta parada junto a la ventana con una colilla de cigarrillo en la mano izquierda. La vida nunca habia sido fácil, pero en esos momentos parecía aún más difícil, todo estaba saliendo fuera de planes, en algún momento de la vida todo había cambiado.
La había escuchado sollozar varias noches antes y lo había ignorado, pero esa noche en específico no pudo hacerlo. Se había levantado sin darse cuenta y se sorprendió a sí mismo cuando se encontró parado frente a su puerta, pero no había tomado el coraje suficiente para abrirla, nada pudo haberlo preparado para ese sentimiento, había dejado tantas cosas atrás y en esos momentos se acordaba de todas y cada una de ellas. En ese momento lo único que podía hacer era inhalar del cigarrillo con desesperación como si fuera un tubo de aire que le daba vida.
Escucho un suspiro cansado a sus espaldas y se giró con rapidez, Anniel se encontraba parada en el umbral de la puerta mirándolo fijamente.
-Pensé que estabas durmiendo- replicó Alexander
-Pense que ya te habías ido- susurro Anniel -volveré adentro- musito girandose para volver a entrar
-¡Oh vamos!-exclamo Alexander- ven aquí, acompañame- Ella no se movió de su lugar, estaba pensando en seguir su camino cuando él volvió a hablar- este lugar es increíble, los pescadores solían acampar en los acantilados y en épocas de lluvia observabas las luces de las fogatas desde aqui- cuando Anniel lo observo, hablándole a la nada, suave, como si pensará en voz alta - Tengo recuerdos vagos de la gente de aquí, antes venía a divertirme, ahora sólo...- guardo silencio y se giró nuevamente para mirar a Anniel.
- Mañana saldré de aquí - espetó Alexander
- ¿cuándo volveré a casa?- cuestiono desanimada Anniel
- No lo se, deja de preguntar eso, ahora estas aquí, lo resolveré. Deja que cuide de ti y que sea yo el que me preocupé por eso- dijo frustrado Alexander
- ¿estás cuidando de mi?- hablo descaradamente Anniel
- No te burles de mi- los ojos de Alexander reflejaba la intensidad de sus palabras
- Quiero que vuelvas a la cama, mañana lo resolvemos, confía en mi, hazlo porfavor- la súplica de sus palabras golpeó contra el frío del aire- Puedo protegerte, quiero protegerte.-
Anniel se tambaleó un poco al escuchar sus suplicantes pero frías palabras. Le recordaba a algo vago, a un animal acorralado pidiendo ayuda a gritos, como si lo hubieran puesto en una jaula y ansiaba ver la luz del día por última vez antes de morir.
Sin mucho para dar, sólo esperando recibir afecto de cualquier ser que estuviera dispuesto a dárselo. Por un momento le recordó a un tigre que había visto en un circo cuando pasaba por el recinto de éste, el tigre era viejo y estaba desgastado por el abuso físico y las malas condiciones en la que vivía, éste rasguñaba el suelo de madera cubierto por heno y excremento, como si buscará hacer un agujero y salir de allí, tenía el lomo ahuecado por los golpes y el pelaje enmarañado. Ella recordó cuánto quiso salvar a ese animal en ese momento.
- ¿por qué me miras como si puedes salvarme cariño?- La miro con devoción por unos segundo para después pasar a su lado y dejarla sola mirando sin ninguna emoción las olas que golpeaban contra la costa.Las miradas cortan tanto y tan profundo que dejan hemorragias imposibles de parar
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And if you have the courage ©
DiversosLa joven de 17 años caminaba por las calles de la ciudad agarrándose al desgastado abrigo de lana color champaña, con la mirada perdida y una vida en caos, cuando Alexander la visualiza lo primero que corrió por su mente fue el deseo incontrolable d...