Capítulo 15

29 6 0
                                    



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era uno de esos días raros, de los días en que las palomas se esconden en los viejos y descoloridos tejados, la soledad de aquel lugar era abrumante, el olor a humedad se sentía en cada rincón.
Un viejo animal enfermo y desolado venía a visitarla cada mañana en busca de afecto y comida, claramente estaba igual o más solo que ella, a diferencia que ella tenia un techo sobre su cabeza. Con una cálida sonrisa despedía a su amigo al anochecer y se metía en la cama, que por cierto era fría y extravagante, cada mañana se despertaba exaltada por viejos fantasmas que se incrustaban cada vez más, y se seguía preguntando si volverían a encontrarse. Hacía varias semanas que no lo había visto, después de aquella noche para ser mas específica, no es que quisiera verlo, es solo que estaba viviendo en su casa y claramente era molesto, era molesto despertarse cada mañana sin saber en que cama estaba acostada, sin poder escapar, sin poder quedarse, era molesto tener que levantarse a las tres de la mañana y sentarse a ver como el sol se iba tragando a la luna... Era molesto ver como no tenía su vida en sus manos, y sinceramente era triste darse cuenta en la posición que estaba.
El ruido de las olas golpeó en sus oídos y se quedo ahí por un largo rato, mientras observaba el viejo roble que estaba plantado en la casa se dio cuenta de que probablemente lo habían arrancado de su lugar para ser plantado ahí "como a mi" pensó. Se dio cuenta del capricho del dueño en construir la casa en la cima.
La noche cayo y el cielo se nublo como era costumbre desde que estaba allí, las lámparas de la casa se iban apagando una a una, se había vuelto un pasatiempo para Anniel, como la casa estaba en la colina podía ver como las luces del faro que estaba a algunas distancia comenzaba a girar.
-¿Es un hobby, o solo soledad?- la voz masculina a sus espalda murmuro
Anniel no lo había visto llegar, tampoco lo había escuchado, hacía semanas que no escuchaba más que su propia voz, y verlo ahí parado le genero desprecio y tristeza, le recordó el infierno que había pasado algunas semanas atrás
- Vengo aquí cuando hay mucho ruido- siguió hablando mientras se giraba para mirar a los ventanales con los brazos cruzados. Se veía mas adulto de lo que lo recordaba, tenía la barba de algunos días y vestía completamente de negro "como una pantera, listo para atacar" ella no volteo a verlo, se quedo rígida como una roca y él lo noto.
-Hay algo que tienes que saber- él desenlazo los brazos y se los llevo a los bolsillos delantero del jeans - es sobre tu padre- gruño cuando la vio empezar a temblar como una hoja en otoño a punto de caer.
Era claro, todo lo que decía era claro, pero no podía asimilarlo, por tres años había pasando huyendo de su padre y sus basuras, por años soportó al maldito ebrio que golpeaba a su madre, él que llamaba en las navidades para pedir dinero, fue el que actuó como padre una maldita vez en su vida y fue cuando le firmo la emancipación. Claramente había sido un cobarde, un bastardo con todas las letras, pero su corazón dolía, arañaba con uñas de maldad, y cortaba demasiado, jamás fue un padre y se lamento por eso, porque no le sujetó el cabello mientras ella lloraba por sus heridas, se lamento porque él no le advirtió de su primer amor, ni tampoco le dijo palabras raras en su noche de graduación. Retuvo las lagrimas y se giró a observar al hombre que estaba a su lado, que miraba las costa sin mostrar remordimiento o expresión alguna
- ¿haz venido hasta aquí a decirme que mataste a Erick? - la voz se le quebró y él maldijo en voz baja.
se giro burlesco y hablo sarcásticamente
-No, vine hasta acá a informarte que el imbécil de tu padre se metió el corcho en el trasero solo- Anniel se exalto por la brutalidad de sus palabras y retrocedió- ¿sabes?- hablo mientras se giraba nuevamente a ver la costa - te ves patética sufriendo por alguien que días atrás estaba dispuesto a volarte la cabeza por un maletín- ella hizo una mueca sin importarse en guardar sus emociones
- ¿qué te hace diferente de él? - Las palabras de Anniel chocaron en su rostro- ¿qué te hace mejor que él? - él se giro con brusquedad y la tomo del brazo con fuerza
- No juegues conmigo, ¿sabes que me hace diferente de tu padre?- se aseguro de que ella lo mirara a los ojos y hablo con rabia- yo no soy un bastardo mentiroso que se esconde durante años en las faldas de su prostituta. Te arrancaría los ojos y los serviría como manjar, niña estúpida ¿sabes lo que me hace diferente de él? ¿quieres saber qué? - apretando su brazo con más fuerza gruño- que hace tiempo te hubiera enviado al otro lado, pero ya sabes, Erick y su sentimentalismo. No juegues conmigo muchacha, no sabes lo que soy capaz de hacer con tal de mantener mi mundo en su orbita y si te quedan dudas ve a preguntarle a tu padre en algún foso de Estados Unidos- el horror se manifestó en sus ojos y el desespero tomo cuenta de su alma ¿con que monstruo se había topado?
-Quiero ir a casa- dijo Anniel mientras lloraba, no podía soportar el dolor que la estaba invadiendo, el sollozo que estaba en su garganta apretaba con fuerzas
-Oh no cariño, el que toma las decisiones aquí soy yo- la dejo caer al suelo como un costal de papas y se paso las manos por su lisa camiseta intentando quitar alguna imperfección inexistente
-púdrete Anniel, si por mi fuera ya estarías a tres metros bajo tierra- hizo una mueca de disgusto y luego sonrió- pero eres mas útil viva que muerta ¿no es así? - la observo con desprecio- sutil- se burlo
Con la cabeza gacha comenzó a sollozar en silencio, no quería mirar al hombre que estaba parado allí. escuchaba sus palabras con horror, podía jurar que lo había leído en algún cuento de terror.
-Bueno querida, me disculpo pero tengo que marcharme- sin esperar a que ella le devolviera la mirada o que simplemente le respondiera se marcho, dejándola en el suelo, temblando como una hoja, sin poder moverse.
Mientras tanto Alexander cerro la puerta del auto con recelo, al sentarse en el asiento del conductor se froto los ojos bruscamente y retuvo la cólera. El volante del auto se llevo esa noche la irá que no pudo contener, lo golpeo tan fuerte que los nudillos de sus manos se tornaron de un color rojo violento.
Y pensó " es mejor así" se recordó asimismo .

"La soledad le había enseñado a caminar solo, y de todas las maneras de acabar con su prodigioso corazón eligió la peor"


"La soledad le había enseñado a caminar solo, y de todas las maneras de acabar con su prodigioso corazón eligió la peor"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
And if you have the courage ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora