No se puede evitar algunas cosas, no puedes cerrar la ventana del dolor, hay muchas grietas por donde se escabulle, el dolor era extremo, se podia sentir el dolor en cada poro, se mezclaba con el miedo y era mucho peor. Las costillas le dolían de tanto temblar y el frío se apodero de su cuerpo, no entendía en que momento habia pasado, ni siquiera como pasó, pero ahí estaba, presente, asomando la cabeza.
Se podía sentir en el aire que todos en el mundo dependían de eso, el miedo, cuando desea aparece y mueve la roca más vieja y incrustada.
El miedo a que la vida cambie, que las cosas tranquilas se desordenen y las esperanzas de una vida sin problemas se estaban desapareciendo
¡ANNIEL!-Exclamo con fuerza,
Ella no sabía que si daba un pasó más el rumbo de su vida cambiaría, la compasión la movió y el cuerpo se obligó a reaccionar, nunca habia podido entender esa manera estúpida de actuar, no existía explicación.
Ella corrió rápidamente y colocó con desconfianza sus manos encima del hombro del hombre.
Anniel, cambio su tranquilidad por un momento de compasión, y todavía no lo había notado.
- ¿Que debo hacer?- hablo ella sin saber como actuar
-No consigo...solo- hablo con dificultad él, intentando ponerse en pie. Cuando el hombre se sentó y arrastró su cuerpo hasta la cama para apoyar la espalda Anniel retrocedió asustada, tenía sangre en lo jeans, mientras se presionaba la herida del muslo izquierdo vio sus nudillos reventados, la sangre se extendía sobre ellos, pero efectivamente la sangre que estaba sobre sus manos y gran parte de su ropa no era suya, la mancha era más oscura, como si llevará ahí más tiempo, la sangre nueva y la viejas se había mezclado haciendo una combinación aterradora.Anniel se quedó en el suelo mirándolo pasmada, no sabía si actuar o salir corriendo, definitivamente ella no necesitaba un cuerpo que no podía mover en su habitación, pero tampoco quería un mafioso tumbado en el suelo de su habitación .
Vamos muchacha- insistió él sacándola de su trance- consigue gasas y alcohol- Anniel lo observo unos minutos, se puso en pie tambaleante y se giro en dirección al baño con pasos torpe, cuando regresó del baño lo vio sentado en el suelo, apoyando la cabeza sobre la cama, tenía el ceño fruncido y la mano presionaba su brazos.
Anniel se acercó a él y colocó el botiquín a un costado alejándose lentamente, él, percatándose de su presencia recupero la postura y tomó el maletín que estaba a su lado, con dificultad saco las gasas y el alcohol colocándolas a un lado, se preparó mentalmente y echo el líquido transparente sobre el pedazo de tela llevándola inmediatamente sobre su brazo, apretó la mandíbula y gruño con fuerza al sentir el contacto del alcohol con la herida, Anniel por su parte se encontraba en una esquina, cerró los ojos con fuerza y giro el rostro al observar como el hombre se quejaba como si el dolor estuviera en ella.
-Ven aquí muchacha- hablo él a través del dolor.
Anniel se acercó desconfiada mirándolo expectante.
-Agachate y toma las tijeras, corta el jeans y toma un poco de alcohol y haz lo mismo que acabe de hacer, pero esta vez tienes que poner el líquido dentro de la herida.- explicó él
Anniel comenzó a retroceder impactada sin poder hacerlo, no lo iba a conseguir, era imposible, no quería hacerlo.
-No, yo no... lo siento pero no lo voy a conseguir- hablo dándose vuelta para marcharse
Él agachó la cabeza frustrado y presionó su mandíbula
-¡Regresa ahora! No seas cobarde y haz lo que te eh dicho- hablo con rabia y dolor mezclándose en sus palabras
- necesito que lo hagas, si lo haces, pronto estaré fuera de aquí. No estoy aquí porque me agradas o porque confíe en ti, ¿vale? Me estoy desangrado ¡con un demonio! No consigo hacerlo sólo, las manos... no consigo hacer que se muevan. Sólo hazlo y me tendrás fuera de aquí pronto.
Anniel se giro y lo observo derrotado tenía la mano izquierda sosteniendo la coronilla de la su nariz con mucha fuerza, los mechones rebeldes de cabello caían sobre su frente y lo hacían ver más cansado.
Ella se colocó a su lado y tomó las tijeras, sin saber como actúar, lo observo para que él la guiará.
-Vale Anniel, te lo devolvere- susurro sin fuerzas- corta desde el agujero que está ahí y saca la parte de abajo.
Anniel siguió lo que le había ordenado, cuando retiro la tela, la sangre cubría toda la extensión de su voluptuoso muslo, no era una perforación, más bien un roce, pero aun así había cortado la piel.
-Imbecil, no puede conseguir la maldita puntería- hablo para si mismo. Anniel saco la tela del jeans y lo arrojó sobre el suelo- vale, ahora toma el alcohol, presiona la piel hacia abajo, abre la herida y arroga el líquido- Anniel lo dudo unos segundo, tomó con manos temblorosa el alcohol y con la otra estiró la piel hasta que se abrió completamente, intentó colocar el líquido pero no lo consiguió, las manos le temblaban y no podía mantenerla levantada.
Alexander con un rápido movimiento tomó sus manos que estaban en el aire intentando tomar valor para poder tirar el líquido sobre su pierna y la presionó con fuerza manteniendola firme, obligándole a arrojar el alcohol. Anniel tenía las manos heladas y demasiado temblorosa cuando él hizo el contacto ella giro el rostro y apretó los ojos con fuerza para evitar ver el resultado.
El dolor viajó sobre toda sus extremidades y el soltó la mano de la muchacha bruscamente mientras se retorcía apretando los dientes y maldiciendo en voz alta.
¡MIERDA!- exclamó con fuerza tirando la cabeza hacia atrás- Toma la gasa y presiona con fuerza- hablo a través del dolor. Con manos temblorosas Anniel siguió las instrucciones- ahora haz un torniquete- Presurosa Anniel hizo lo que le ordenó y se abalanzó hacia atrás mareada por el olor a sangre.
Alexander soltó una carcajada burlona y la observo curioso
No me digas que no te gusta la sangre- él observo como el liquido se extendía en las manos de la muchacha. En ella la sangre se veía aún más roja- Te luce cariño- se burló una vez más"Como un ángel, un hermoso ángel. Manchada con las desgracias terrenales"
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And if you have the courage ©
AléatoireLa joven de 17 años caminaba por las calles de la ciudad agarrándose al desgastado abrigo de lana color champaña, con la mirada perdida y una vida en caos, cuando Alexander la visualiza lo primero que corrió por su mente fue el deseo incontrolable d...