Los ángeles son una tentación.

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PRÓLOGO

Cuando suena el despertador, saco el brazo de entre las mantas y lo intento apagar, cosa que no hago, porque lo tiro al suelo.

El ruido del choque hace que me desvele. Gruño y echo las sábanas a los pies de la cama. Asomo la cabeza por un lado del colchón y veo el "despertador", completamente roto.

Suspiro de frustración y me levanto con cuidado de no pisar los cristales de la pantalla. Salgo por la puerta de mi habitación e instintivamente giro a la izquierda, hasta que me acuerdo de que la cocina está bajando las escaleras que hay frente a mí.

Me doy cuenta demasiado tarde.

Tropiezo con un escalón y caigo rodando hasta el piso de abajo. Suelto un grito ahogado al llegar al suelo y estamparme contra él. Me llevo las manos a la pierna y veo que tengo un corte en la pantorrilla.

Genial. Yo y mi torpeza.

¿Por qué nos habremos mudado?

Vale, se que es una gran oportunidad este nuevo trabajo para Amanda, pero debería pensar un poco en mí.

Vale, tal vez me haya preguntado unas cien veces como me parecía la idea, y tal vez yo siempre le hubiera respondido que genial.

Mentir no lleva a ninguna parte; me doy cuenta ahora.

Me levanto como puedo y voy cojeando hasta la cocina nueva. Abro la nevera y saco una bolsa de hielo que me pongo en un moratón que me acaba de salir en la frente, y me echo agua en la pantorrilla.

Miro el reloj del microondas y veo que son las seis de la mañana.

¿Que por qué me levanto tan pronto? Porque Amanda se empeñó en comprar una casa a las afueras de la ciudad y ahora tengo que coger un bus para ir al colegio.

Media hora de viaje cada día. Más la vuelta.

¿Algún día me podré llegar a acostumbrar?

Hola, este es el primer capítulo :3
espero que os guste!
PD: la sigo?
PD2: Todas las criticas son bienvenidas :)

CAPITULO 1

Cojo la escoba y el recogedor y subo a mi habitación poniendo mucho cuidado en no pisar ningún cristal. Cuando lo recojo, lo tiro a la basura y me visto. Me pongo un short negro y una camiseta azul de manga larga, con la espalda transparente.

Me pongo unas botas bajas negras y me hago una coleta floja.

Cuando me miro delante del espejo, veo a una chica bajita, rubia de ojos verdes. Ni gorda ni delgada. Normal.

En realidad no parece que tenga quince años. Cuando le pregunto a la gente que edad me echa, me dicen que doce, trece años como mucho.

En fin.

Bajo a la cocina y me preparo unos cereales. 

Cuando acabo, echo el bol en el fragadero y subo a mi habitación.

Nada más abrir la puerta me tropiezo con una caja y me caigo al suelo. Me levanto y me froto el codo, que utilice para no hacerme más daño.

Mi habitación es un completo caos.

Hay cajas por todas partes. Nada más entrar ves una cama de metro treinta y cinco pegada a la pared de la izquierda. También ves una puerta que da al baño. A la derecha ves un armario empotrado y un escritorio de madera al lado. En la pared de enfrente hay una ventana enorme, que da a unas vistas preciosas del mar.

El resto está lleno de cajas, cajas y cajas.

Me lavo los dientes, cojo mi mochila y salgo de casa. Es un chalet rojo teja, hecho de piedra en el porche. Tengo que caminar un poco hasta llegar a la parada de autobús, pero esta vez tengo que correr, ya que mi despertador y mi caida hicieron que me retrase.

Justo cuando llego el autobús está a punto de arrancar.

Corro aún más rápido y consigo llegar hasta él.

Está lleno. No hay ni una persona de pie, pero de momento no veo ningún asiento libre.

Camino hasta el final del autobús y consigo ver un único sitio en la penúltima fila. Justo antes de sentarme me fijo en la persona que tengo al lado:

Es un chico. De unos dieciocho años, más o menos. Su cuerpo es musculoso, pero sin pasarse, en su justa medida.

Su pelo es negro, liso, que le cae un poco por la frente.

No consigo ver sus ojos, porque está inclinado hacia delante haciendo los deberes de última hora que se le olvidaron.

-Perdona.-Levanta la vista cuando le hablo.

Dios. Su rostro es... precioso. Tiene unos ojos verdes de infarto, mucho más claros que los míos. Su nariz es ni muy fina ni muy gruesa, y sus labios son increíbles. El labio de abajo es grueso en su justa medida, y el de arriba un poco más fino. Su boca parece perfectamente besable. Todo está en perfecta armonía, todo encaja con todo.

-¿Si?-Responde con un tono seco.

-¿Está ocupado?-Señalo el asiento.

Se encoje de hombros. Lo tomaré como un no.

Me siento y dejo la mochila en mis pies. Él decide volver a sus deberes.

Me inclino un poco llevada por la curiosidad. Está haciendo deberes de física. Tiene que responder tipo test.

Cuando llega al ejercicio once, se muerde el labio. Lo imito. Por Dios, está para foto.

-B.-Digo en un susurro. Aún así el da un respingo.

-¿Qué?

-La respuesta. Es la B.

-Ah.

En vez de preguntarme como lo sé, ya que yo voy en 4 de la eso y eso son deberes de bachillerato, se limita a apuntar la respuesta.

-Lo sé porque mi abuelo daba física.

-Que bien.-responde en el mismo tono seco.

Que borde. Pues yo no pienso dejar que se vaya de rositas.

-¿Como te llamas?

-Scott.-Responde sin levantar la vista del libro.

-Yo Dani. Daniela. ¿cuantos años tienes?

Esta vez si que me mira.

-¿De verdad te importa?

-Si. Soy muy curiosa.-Esbozo una sonrisa. No me responde.-Oye, eres muy borde, ¿Sabías?

-Dieciocho.-Dice él.

-¿Eh?

-Tengo dieciocho años, ¿contenta?

-Si, gracias.-Me callo un par de segundos, pero al final sigo hablando.-Oye, la verdad es que tienes cara de gilipollas.
Mentira. Tiene cara de ángel.

No responde. Al final me resigno y me callo, esta vez todo el viaje.

Veinte minutos después llego a mi parada, y para mi sorpresa, Scott también baja. Me adelanta con paso rápido, pero yo corro hasta ponerme a su altura. Me lleva cabeza y media.

-¿estudias aquí?-me atrevo a preguntarle.

Asiente con la cabeza, con la mirada fija en el suelo.

-Mira que casualidad. Yo también.-Le miro, pero él a mi no.-Otra curiosidad: eres la primera persona que conozco aquí y resulta que eres un borde. Espero que el resto de la gente sea mejor.
Mejor persona, porque mejor físico imposible.

Justo cuando vamos a entrar en el instituto y estoy a punto de hacerme a la idea de que no me va a responder, dice:

-Suerte, Dani. Ya te veré por ahí.

Los ángeles son una tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora