Cap 25: Rubios y otras drogas.

3.5K 248 24
                                    

Me paso la próxima semana encerrada en casa, diciéndole a Amanda que me encuentro mal y que no puedo ir a clase.

Estoy tirada en la cama, con las sábanas hasta la cabeza, cuando recibo una llamada. La ignoro y sigo descansando.

Pero el móvil vuelve a sonar, así que estiro mi brazo y lo cojo.

-¿Si?-Respondo.

-Estoy en tu casa en cinco minutos.-Dice Bri.

-Vale.

Y dicho y hecho, a los cinco minutos aparece entrando por mi puerta. Me saca las mantas de encima y tira de mi.

-Vete a ducharte.-Me dice.

-Indirecta diciéndome que huelo mal.

-No es una indirecta, pasa a ducharte.-Dice sonriendo.

-Vale.-Me incorporo y me dirijo al baño.

Cuando llego, me meto en la ducha y me enjabono el cuerpo y el pelo, luego me aclaro.

Salgo y me visto con un short y una camiseta blanca de tirantes con letras negras que tiene algo de vuelo. Me calzo unas vans y me seco el pelo.

-¿Estás lista?-Me pregunta.

-¿Para qué?-Frunzo el ceño y me siento en la cama.

-Vamos a salir.-Dice como si fuese obvio.

-No me apetece.

-Mira que pena.-Pone los ojos en blanco.-Vamos.

Me agarra de la mano y tira de mi. A regañadientes, me levanto y la sigo.

Cuando nos subimos en el autobús, apoyo la cabeza en su hombro y cierro los ojos.

-¿Como estás?-Me pregunta.

-Perfectamente.

-No te lo crees ni tú.

-¿Y que quieres que te diga?¿Lo que ya sabes? Estoy mal, si, pero digo yo que estás al corriente de ello.-Digo sin abrir los ojos.

-Vale.-Susurra y me acaricia la cabeza.-Mira, mejor vamos a mi casa, ¿vale?

-Vale.

***

Nos bajamos del autobús y nos dirijimos hacia su casa. Entramos y empiezo a subir las escaleras a pequeños pasitos acompasados, de forma rápida y regular, para así llegar cuanto antes a la habitación de Nazan.

Abro su puerta y lo veo sentado en la cama jugueteando con el móvil. Su semblante está exactamente como siempre, pero algo en su postura rígida deja a la vista que no está bien.

-Hola Nazan.-Le digo.

-Dani.-Dice al levantar la vista.

Se acerca a mi y me da un gran abrazo.

-¿Que tal?-Le pregunto al separarme.

-Ahí ando.-Sonríe y se encoje de hombros.-¿Te quedas a dormir?

-Si.

-Bien.-Me sonríe más.-Nos vemos luego.

-Hermanito, que sepas que vamos a salir los tres.-Bri se acerca y le da un beso en la mejilla, para luego subir las escaleras.

Miro a Nazan y nos encojemos de hombros a un tiempo, luego me giro y subo las escaleras hasta llegar a la habitación de Bri.

-Toma.-Me tiende un vestido negro. Frunzo el ceño.-Póntelo.-Dice agitándolo delante de mi cara. De mala gana se lo arranco de las manos.-Esa es mi chica.

Que quede claro que solo hago esto por Bri, porque no tiene por qué estar aguantando mis penas solo porque no quiero sufrirlas solas. Es injusto para ella.

Me quito mi ropa y me lo pongo. Me llega hasta la mitad del muslo, y tiene tirantes finos. Es ajustado hasta la cintura y luego es suelto.

Bri se deshace de su ropa y se enfunda un vestido azul ajustado. Luego me tiende unos tacones, que agarro con desgana y me pongo. Empiezo a caminar por la habitación para acostumbrarme a ellos, y cinco minutos después anuncio que estoy lista.

Bajamos juntas las escaleras y nos encontramos en la entrada a Nazan sonriéndonos.

-Preciosas.-Nos coge de un brazo a cada una y salimos juntos de la casa.

***

¿Que es este sitio? Huele a alcohol y tabaco en altas cantidades, y todo está oscuro, tan solo iluminado por luces de colores.

Está lleno de gente ya borracha, los típicos adolescentes que se te intentan restregar para hacer fuego.

Instintivamente busco con la mirada una mesa para sentarme. Cuando no veo ninguna, aviso a los chicos que voy a la barra. Me pido un vodka con hielo. Dos. Tres.

Ahogar mis penas en alcohol. Esto está mal, no debería hacerlo... pero necesito olvidarme de todo aunque sea tan solo por una noche, olvidar que Scott ya no está y que tengo que hacerme a la idea de eso.

Al cuarto vodka ya veo muy borroso al barman.

-No entiendo como una chica tan bonita está sentada aquí sola.-Dice una voz masculina a mis espaldas.

Me giro con expresión enfurecida en mi rostro, hasta que veo a un chico rubio con el pelo revuelto. Sus ojos marrones miel me miran de arriba abajo.

-Porque me aburro.-Respondo borde.

-Si quieres te ayudo con eso.-Se acerca a mi y coloca su mano sobre mi muslo.

***

A la mañana siguiente noto un dolor punzante en la cabeza. Abro los ojos y veo una lámpara que no es la mía. ¿Donde estoy?

Giro la cabeza y veo a un chico rubio durmiendo a mi lado... ¿¡Desnudo!?

Abro los ojos como platos y me doy cuenta de que yo tampoco llevo ropa.

-Mierda.-Murmullo tapándome la cara con las manos y echándome broncas mentales de que no debo beber alcohol.

Los ángeles son una tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora