4. Coqueteos

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A la mañana siguiente...

Dean se había despertado con una terrible resaca y desafortunadamente no había conseguido llevarse a una chica a la cama.

Al levantarse, le envió un mensaje a Sam diciéndole que se reunieran en un restaurante cercano al motel donde se hospedaban.

Tomó una ducha con agua fría para poder despertar completamente y cogió las llaves de su hermoso Impala para dirigirse a aquel restaurante.

Mientras tanto, era el primer día de trabajo de Elena en el restaurante y para su desgracia vio llegar al cazador y antes de que la viera dio media vuelta para fingir que hacia algo de café, disimuladamente volteó hacia dónde se dirigía el apuesto hombre.

—¡Hey! ¡Señorita!— exclamó uno de los clientes ahí presentes. —Llevo esperando mi café por más de 10 minutos...— masculló con molestia este.

Elena, regresando nuevamente al trabajo, sirvió rápidamente el café al cliente.

—Discúlpeme señor, hace falta de personal— se disculpó la chica apenada.

Apenas llevaba unas horas de trabajo y lo que menos quería era que la despidieran, ella necesitaba el dinero ya que ella misma sustentaba sus propios gastos y uno de ellos era poder pagarse la universidad.

—Gilbert— sentenció su jefa.

—¿Si?— Elena rápidamente respondió ante el llamado de Vicki, su jefa.

—Por favor, atiende al cliente de la mesa 12— le ordenó.

La castaña rápidamente se giró hacia la mesa del cliente y maldijo desde sus entrañas al ver que la habían mandado hacia la mesa del apuesto ojiverde.

—Demonios...— bufó la chica mientras tomaba la pequeña libreta donde tomaba las órdenes.

En ese momento entró Sam al restaurante, tratando de arreglarse un poco el cabello alborotado. Buscó rápidamente con la mirada a su hermano e inmediatamente fue a sentarse con él. En cuanto Dean logró ver a su hermano no pudo evitar fulminarlo con la mirada.

—Hey...— musitó Sam con una voz algo agitada.

—Hey...— respondió Dean. —¿te divertiste anoche Romeo?— dijo Dean con una pequeña voz burlona y al ver el cabello alborotado de su hermano.

Pero enseguida, su conversación fue interrumpida por una hermosa silueta situándose enfrente de ellos. El ojiverde mayor logró reconocer al momento esas hermosas curvas y no pudo evitar sonreír como idiota al verla.

—Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí. Hola Elena— dijo el cazador, sacando a flote su voz coqueta.

Elena no hizo nada más que poner los ojos en blanco y soltar un gran suspiro.

—Te ves realmente sexy cuando haces tus hermosos ojitos cafés así— comentó coquetamente el ojiverde, sonriendo picaronamente hacia la chica.

—¿Vas a ordenar algo o no? Hay demasiada gente en el restaurante que necesita ser atendida— reprendió la castaña, cansada de los coqueteos del cazador.

Sam no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa de lado al ver que la chica aún resistía ante las frases de ligoteo de su hermano.

—Uy, parece que alguien no quiere propina Sammy...— bromeó el mayor de los Winchester.

—¿Puedo traerles algo o no?— sentenció, ya cansada, Elena.

—Una ensalada cesar para mi, por favor— habló está vez Sam.

Salvation «Dean Winchester»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora