10. Quiero ser una cazadora

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Meses después...

El primer semestre de Elena había concluido éxitosamente, hoy era su última clase del semestre y nada más estaba esperando a que le dieran su nota final para ahora sí disfrutar de las vacaciones de verano.

—Gilbert— sentenció el profesor Saltzman, sacándola de sus pensamientos. —Felicitaciones señorita Gilbert, obtuvo uno de las mejores notas en esta clase— dijo felicitándola y entregándole su último examen.

—Muchas gracias, profesor Saltzman— agradeció cortésmente la castaña, dedicándole una pequeña sonrisa.

Al terminar de entregar todos los exámenes, dio algunas indicaciones y el típico palabrerío que se daban todos los profesores al terminar un semestre.

—Espero verlos el siguiente semestre...— al escuchar eso, todos los alumnos comenzaron a quejarse. —...si, yo también los quiero chicos— dijo sarcásticamente. —Ahora sí, son libres. Disfruten sus vacaciones de verano— se despidió el profesor e inmediatamente todos salieron del salón de clases. 

Elena estaba tan metida en sus pensamientos que fue la última en salir del salón. Recogió todos sus libros y se fue directamente a la biblioteca.

Durante todos estos meses se había dado a la tarea de investigar acerca de los vampiros, desde sus habilidades, sus puntos débiles hasta la manera de matarlos. A pesar de que Dean Winchester le advirtió lo peligroso que podría ser si se convertía en una cazadora, ella no le importó, juró vengar la muerte de su familia y Damon tenía que pagar por todo el daño que le había causado a la chica y a su familia. La castaña estaba dispuesta a afrontar las consecuencias de convertirse en una cazadora, estaba dispuesta a morir pero no descansaría hasta ver muerto a Damon Salvatore. 

Al llegar a la biblioteca, dejó su mochila en una mesa y se dirigió a las estanterías para seguir leyendo. Estaba tan concentrada en la tarea de buscar dichos libros que no se dio cuenta de la presencia de una mujer ahí, chocando contra ella, accidentalmente y dejando caer todos los libros que tenía a la mano.

—¡Oh por Dios! ¡Discúlpame!— se disculpó apenada la castaña.

La mujer simplemente sonrío.

—No te preocupes, yo tengo la culpa. No estaba viendo mi camino— reprendió la otra, ayudándola a recoger los libros que estaban esparcidos por el suelo. 

Elena hizo exactamente lo mismo y se agachó para recoger los libros. Aquella mujer leyó uno de los encabezados, de los muchos libros que iba a leer la chica, y se lo devolvió amablemente.

—Por lo que veo eres muy fanática de twilight, ¿ugh?— indagó irónicamente.

—No, de echo los detesto— respondió con repugnancia y era totalmente era cierto, la morena los odiaba tanto a los vampiros por el simple hecho de que su familia haya sido víctima de uno de ellos.

—Entonces ¿qué es lo que te llama la atención sobre estos seres mitológicos?— insistió la otra morena.

—No puedo decirle... además, tampoco no me creería— sentenció Elena.

—Tutéame que me haces sentir más vieja— comentó divertida, causando que la castaña soltara una leve carcajada. —Vamos, ponme a prueba— dijo retándola con la mirada y con una pequeña sonrisa. Muy confiada de sí misma.

Pero en ese mismo instante fueron interrumpidas por la voz del profesor Saltzman.

—¿Kate? ¿Estás aquí?— indagó el profesor, entrando a la librería. 

—Sip, aquí estoy cariño— respondió acercándose a él para después abrazarlo.

—¿Elena? ¿Qué estas haciendo aquí? ¿Por qué no estás disfrutando de tus vacaciones?— cuestionó con mucha curiosidad y a la vez muy sorprendido.

Salvation «Dean Winchester»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora