Me levanté más temprano de lo habitual, sólo para que cuando mi padre regresara, se sintiera de lo más cómodo posible, así que le cociné su comida preferida, bueno, era su comida preferida hace meses, ahora no lo sé. La cuestión es que la comida está sobre la mesa, al igual que los cubiertos, todo preparado. Procedo a ofrecerle asiento a mi padre, el cual, mira la sopa de verduras con nervio, lo veo en sus ojos, esto me indica que sigue siendo su comida preferida y me alegro por ello. No tarda en coger la cuchara y catarla, no sin antes haber rezado.
-Meri, estás hecha una gran cocinera, como lo era tu madre.
Vuelve a compararme con mi madre y vuelven esos pensamientos a mi cabeza, espero que no siga haciéndolo o se me quitará el apetito. Me sorprendo a probar mi plato, me ha salido mejor que nunca, supongo que será por el cariño que he puesto al hacerla. Acto seguido, me guiña el ojo y yo le devuelvo el gesto. Cuando termina de comer, sin dejar ni rastro de comida en el plato, se levanta de la mesa y se dirige al fregador, pero me adelanto y me sitúo delante de él.
-Papá, no te preocupes, ya friego yo. Después de tu largo viaje necesitas descansar. Te he dejado la cama lista, sube a tu habitación y descansa.
Le digo mientras empiezo a frotar el primer plato con un estropajo.
-Cuánto te quiero, hija.
Me da un beso en la frente y se marcha.
Los pasos de mi padre van alejándose. Cuando termino de fregar, me seco las manos y subo a mi cuarto, a descansar . Tras subir los 27 peldaños que tiene mi casa, o más bien, mi mansión, oigo la voz de mi padre, parece que está hablando con alguien. Me dirijo sigilosamente a la puerta de su habitación y acerco la oreja a la puerta, intentando que no se percate de mi presencia:
-¡No! ¡No puede ser! ¡NOOOO!
Grita.
Con el corazón en una mano, empujo la puerta rápidamente por si tengo que defenderle. Cuando miro por toda la habitación, no hay nadie, sólo él, sentando en la cama, llorando, con una carta en la mano. Me mira y da una palmada sobre la cama, indicando que me siente a su lado.
-Cariño, no te asustes por verme así. Verás... Me mandaron esta carta que no leí en su momento... Leela por favor.
Cogo la carta preocupada,o asustada, o angustiada, no sé cómo me siento. La leo rápidamente, tratando de saber lo antes posible qué comunicaba. Una lágrima resbala por mi mejilla, hasta llegar a empapar mi mano.
-Papá, no puede ser, por favor, no pueden decirte ahora que tienes que ir a Alemania 3 semanas. Acabas de venir. Debe de ser un error, esta carta no puede corresponderte a ti. Por favor, papá, no.
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Hay alguien en casa
Mystery / ThrillerMe llamo María, nunca me ha terminado de convencer mi nombre, así que preferiría que me llamases Meri. Apenas tengo 15 años y a veces siento que tengo muchos más, además de que me suelen decir de que soy muy inteligente y madura para mi edad. En...