CAPITULO 5

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Mientras espero a este señor, pienso en las consecuencias que podría tener al utilizar la ouija. Unos fuertes golpes en la puerta central me indican que ya está aquí. Bajo corriendo y le abro la puerta.
-Buenos tardes señorita Meri, acabo de recibir su carta, estoy a su disposición para lo que necesite. Me llamo Juan.
Me dice.
-Hola Juan, muchas gracias, es usted un buen hombre.
Le respondo.
-Bueno jovencita, no perdamos más tiempo, sube al carruaje y estaremos en el pueblo en un abrir y cerrar de ojos. Este caballo es Billy y siempre me acompaña en mis viajes.
Me acerco a Billy y le acaricio, seguidamente me subo al carruaje, emprendemos el rumbo hacia el pueblo. Billy lleva 20 minutos cabalgando pero no parece cansado.
-Y dime, Meri ¿Qué es lo qué desea con tanta ansia? ¿Qué quiere comprar en el pueblo?
Me pregunta.
-Mmmm... Comida, necesito comida.
Miento.
-De acuerdo, no se preocupe, llegaremos en 5 minutos.
Un bello paisaje de casas invade mis ojos, hacía tiempo que no veía tantas casas y tanta gente. Me siento rara. Juan para el carruaje en frente de la tienda más grande y me dice que baje. Me bajo y entro con el dinero que me dio mi padre.
-Buenas tardes jovencita.
Me dice la dependienta.
-Buenas tardes.
Estoy algo desconcertada llevo recorrida media tienda y no encuentro lo que busco, hasta el último momento. Veo una caja en la que pone 'OUIJA', justo lo que buscaba. Cojo la caja y una señora me mira con cara desconcertante pero no le presto atención. Pago, me he gastado todo el dinero, pero por mi madre hago lo que sea. Todo el mundo me mira. Me subo al carruaje de nuevo, ocultando tras mi vestido la caja para no ser interrogada por Juan.
-Bueno Meri, ¿Terminó su compra?
-Sí.
Subo de nuevo al carruaje y volvemos a casa. Cuando llegamos, para en mi puerta y bajo.
-Gracias por traerme Juan, es usted una buena persona. Gracias, de verdad.
Le digo.
-No me las de señorita, estoy a su disposición para lo que usted quiera. Hasta la próxima.
El hombre se despide con la mano y Billy da la vuelta, se van. Entro a casa y subo a mi cuarto, dejo mi compra y me dirijo a la cocina para prepararme la cena. He optado por cocinar un guiso, está delicioso. Como demasiado rápido, puede producirme molestias en el estómago, pero no pienso en ello.

Hay alguien en casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora