Eres Mi Motivo Para Soñar. (Exorinha)

Capítulo 10

Llegué a mi casa sin ningún problema.

Luego de cenar, cepille mis dientes y fui a dormir con la esperanza de volver a ver a ella. A Sara.

Me dormí, y aparecí allí. En la casa de Luh.

Fui a todas las habitaciones, y no lo encontré.

Aproveché el momento y me dirigí al parque, el lugar favorito de Sara

Se encontraba ahí, bajo un árbol mientras leía un libro.

—¡Hola Sara!— Me acerque.

—¡Hola!— Respondió con alegría

—¿Qué lees?— Me senté a su lado.

—Un libro llamado "Tragamundos".

—Que nombre tan peculiar.

—Un poco raro la verdad.

—Jaja, si.

—¿Qué te trae por aquí?

—Nada, solo quería hablarte de Luh.

—¿Por qué? ¿Pasa algo?

En ese momento le iba a contar lo que me dijo Luh, sobre que ella y yo ya no nos podíamos ver. Pero me arrepentí y por una extraña razón decidí no comentarlo.

—Solo te quería preguntar si lo viste por algún lugar.—Dije.

—Pues no. Yo no lo vi hoy.

—¿Estas ocupada?

—Vivo en un mundo de sueños. No hay mucho que hacer aquí.

—¿Te apetece un día de nosotros dos solos?

—¿Y eso a que viene?— Levantó una ceja.

—Nada, solamente quiero olvidarme de los problemas y del mundo.

—Okey. Entonces hoy será un día de Exo y Sara solamente.— Me sonrió.

¡Joder! No podía con esa sonrisa. No era una sonrisa perfecta, estas que vemos por televisión, pero la de ella es una cosa de otro mundo. Me volvía loco.

—Entonces... ¿Por dónde empezamos?— Pregunté.

—¿Qué tal un helado? Hace mucho calor aquí.

—Por mi está bien.

—Okey, vamos.

Y así fue, un día solo de nosotros dos. Un día inolvidable.

Más tarde, ya en la noche, ella me acompañó hasta la casa de Luh.

—Fue un buen día ¿no crees?— Le dije.

—Me divertí mucho.— Contestó.

Nos mirábamos a los ojos, sin importar lo que ocurría a nuestro alrededor. Nos mirábamos... ¿Enamorados? ¿O cómo enamorados? No sabría describirlo.

—Sara...—Tomé sus manos, me acerque a ella y le dije— ...quiero confesarte algo.

—¿Qué?

—Creo que me gustas...

—¿Sabes cuánto esperé este momento?— Sonrió.

Nos acercamos lentamente... Y nos besamos.

El primer beso, el primero de muchos. O eso creíamos nosotros.

¡Continuara!