CAP. 15 FELICIDAD

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Sip, si autora es bipolar. 😂

Pocas veces en su vida a la felicidad toco de aquella su existencia, estaba más que seguro que en cualquier momento despertaría y el rubio no estaría más en su cama. Observaba cada centímetro del rostro del dormido ruso, su piel era demasiado blanca juraba que si prestaba aún más atención podría ver las venas que corrían por su cráneo llevando sangre a su cerebro, su cabello eran delgadas hebras doradas que con la tenue luz de la habitación; sus pestañas eran un par de tonos más oscuras que su cabello, eran largas y risadas. Ahora entendía por que aquella verde mirada lo había hipnotizado. Los labios rosados labios del ruso estaban entre abiertos, no eran muy gruesos pero estaban bien marcados dibujando la más sensual de las sonrisas que cualquier alfa que había conocido hasta ese día. No pudo evitar abofetearse, ¿Qué estaba haciendo deleitándose con un tonto alfa de dieciocho años? Él tenía veintiuno, estaba terminando su universidad y pronto comenzaría a trabajar, tenía que preocuparse por su bienestar, no por el de un adolescente. Pero su mente era tan cruel que podía dejar de repetir lo que momentos antes habían hecho en el baño. Ese baño sin duda seria desinfectado después que el alfa se marchara. No quería tener ningún recuerdo de ese joven, suficiente tenía con la marca en su cuello.

-¿Nos vamos a bañar o qué?- su celo aun presente lo seguía traicionando. El rubio se agacho para besar su frente, era bastante lindo para ser un alfa. Luego abrió la llave de la bañera dejando que se llenara. Alisto un par de toallas y ropa para ambos. Una vez listo todo cargo al kazajo hasta la tina sentándolo con delicadeza. Él se sentó atrás de este; tomo una esponja, la mojo un poco y le echo jabón líquido. La apretó lo suficiente para que hiciera espuma y comenzó a tallar el cuerpo de su amante. Los movimientos de sus manos eran delicados y suaves, su tacto era tan gentil que por unos minutos se sintió especial. Era el tesoro más grande de aquel chiquillo, su juguete nuevo que no permitiría que nadie tocara.

Poco a poco bajo del tórax a su entrepierna rosando levemente su parte, este no pudo evitar soltar un suspiro. Sonrojado el kazajo cubrió su sonrojado rostro, sintió como la pequeña regadera de mano mojaba su cuerpo calmando un poco su bochorno.

-No te tocare, pero si sigues provocándome no te garantizo nada- el ruso abrazado a su espada recargaba su frente en la nuca del pelinegro.

-Yura, ¿podemos seguir?- su razón había desaparecido desde la noche anterior, por lo que resistirse al rubio estaba de más. Ya había comenzado con aquello, era hora de terminar todo bien. Quizás cundo su celo terminase el ruso también se iría o por lo menos eso era lo que él quería pensar. Por mientras, sedería a todo deseo carnal que su cuerpo le demandase y, en ese instante en específico quería ser tomado una vez más por el joven de verde mirada.

-¿Quieres hacerlo?-

-Sí, ¿tú no?- giro su rostro para verlo por encima de su hombro izquierdo.

-Por supuesto que si- sonrió acercándose a besar sus labios.

Dentro de aquella pequeña bañera comenzó una guerra interminable de caricias, besos y gemidos. El joven alfa recargado en la espalda del kazajo acaricio la hombría de este aprisionándola entre sus manos, comenzó a subir y bajar lentamente hasta que alcanzó su mayor tamaño, con su boca recorrió toda su espalda alta de hombro a hombro, este se arqueaba por el placer provocado; descansando su cabeza en el pecho del ruso, facilitando que este besara por debajo de su mentón y sus mejillas. Las inquietas maños del moreno solo podían recorrer los muslos pálidos de su pareja y de vez en cuanto le ayudaba a masajear su propia erección.

-Voltéame- le pidió. No quería ser el único en recibir placer, él también quería hacer sentir bien al rubio quien sin vacilar le dio vuelta acomodándolo encima de él. Recordando lo que aprendido de tantos ataques a alfas, tomo el rostro del chico plantado el más apasionado y salvaje beso que su ser podía dar. Jugueteo un poco con su lengua dentro de aquella cavidad, seguida por la lengua del contrario. Dio un par de mordiscos a su labio inferior y luego se pasó a su mandíbula dejando notorias huellas del paso de sus labios por aquel blanco cuello. En su excitación el ruso aprisiono al omega en sus brazos.

No todo es lo que parece (yoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora