Verdad insospechada

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La bandera roja con la efigie del más famoso conejo de los cuentos para niños ondeaba aún en lo alto del establecimiento que su novio adoraba por encima de todo. Emma franqueó el umbral del Rabbit Hole con más de media hora de retraso.

A pesar de la insistencia de la Señora Alcaldesa para que se arreglara bien, eufemismo para decir que su pusiera un vestido, la sheriff se había contentado con unos vaqueros negros que ceñían perfectamente su trasero, resaltados por un cinturón de hebilla de los Hell Angels, una blusa ceñida en la cintura de color plata, su chaqueta de cuero y sandalias del mismo color, sencillas y con un mínimo de tacón.

La Salvadora había comprendido rápidamente que el desagrado de la Reina era completamente fingido, arrancándole un «muy sexy, Miss Swan» cuando salía de la casa moviendo sus caderas para dirigirse a su escarabajo amarillo.

Al divisar a Hook ya bien cómodo en la barra, un vaso vacío de ron delante de él, y otro en su boca, Emma no tuvo sino un deseo: dar media vuelta.

Sin embargo, sabía que Regina tenía razón. Ella llevaba ignorando a Killian desde hacía semanas, con excusas cada vez menos creíbles. ¿Cómo le habría podido explicar a la madre adoptiva de su hijo que prefería pasar su tiempo en compañía de una persona enferma, taciturna, colérica y por momentos de verdad difícil de llevar, antes que con su supuesto Amor Verdadero, cuando ni ella misma sabía dónde estaba en su vida sentimental?

La víspera, Regina la había echado de su despacho mientras estaban degustando tranquilamente una copa de cidra a solas como habían tomado la costumbre de hacer cada noche después de que Henry se metiera en la cama. Ella literalmente le había dado con la puerta en las narices porque aún no había dicho sí a la nueva invitación del capitán.

Echaba de menos aquella mañana en la que se había despertado al lado de la morena. Regina se había puesto enferma varias noches después de eso, pero se negaba a que ella se quedara, como si algo o alguien le hubiera dicho que no dejara que se volviera a producir. ¿Qué había de malo en que tranquilizara a la alcaldesa tomándola en sus brazos? Sin olvidar que esa cercanía ahuyentaba sus propias pesadillas.

«Finalmente, amor, comenzaba a creer que me habías vuelto a dar plantón...en ese agujero» añadió él

La besó en plena boca, haciendo caso omiso de su aliento a alcohol, para gran asco de la joven.

«Killian, tenemos que hablar» dijo Emma tras haberle hecho a Ashley una seña para que le sirviera una cerveza.

«De todo lo que quieras, amor, pero primero tengo que tomarme una revancha»

Le pasó un taco de billar y se encaminó hacia la mesa de juego, esperando que la partida y una nueva victoria aplacaran a su novia, que, él lo sabía, estaba a punto de dejarlo.

«Tú y yo sabemos lo que hay, Hook, ¿por qué volver este momento aún más doloroso?»

«¿Al menos siente ella lo mismo que tú?»

«¿De qué hablas?»

«¿De verdad, amor? Después de todo lo que hemos vivido y atravesado juntos, ¿por qué te obstinas en mentirme pretendiendo que no hay nada entre la señora alcaldesa y tú? ¡A falta de tu amor, pensaba que me merecía, al menos, tu consideración y tu honestidad, Emma!» se enervó golpeando la bola blanca sobre la mesa de billar con una fuerza más de la debida, antes de inclinarse una vez más para golpear una bola más.

«Regina solo es una amiga, una muy buena amiga, pero todo se acaba ahí. Quizás estamos ahora más apegadas porque compartimos el amor de Henry, no lo sé, nunca he sido muy buena en las relaciones humanas. Antes de Regina, solo tuve una amiga de verdad, al menos es lo que yo creía, pero al igual que todo lo que toco, terminó en desastre. Lily no fue sino el primero de todos mis fracasos en la materia» explicó Emma encadenando dos tacadas seguidas.

El capitán se quedó mirándola fijamente a los ojos antes de esbozar una sonrisa. ¿Podría ser que la sheriff capaz de reconocer la menor mentira en los demás fuera totalmente ciega cuando se trataba de su propio destino? ¿Que la criatura nacida del Amor Verdadero, la Salvadora con el corazón tan poderoso que ni la misma Cora pudo arrancárselo del pecho, la hija de la pareja más mítica de todos los países de cuentos reunidos fuera totalmente incapaz de reconocerlo cuando se le presentaba delante? La ironía de la situación lo divirtió mucho y de repente todo el rencor contra la que había compartido su vida durante un tiempo se esfumó como por encantamiento. Volvió a meter una bola en el agujero y continuó

«¿Sabes esa mirada que tu madre a veces pone cuando mira a tu padre?»

«Oh, ¿quieres decir esa mirada totalmente melosa y completamente vomitiva que me hace echar de menos a veces a mi compañera de piso amante de los pájaros?» replicó Emma cogiendo ventaja en el juego

«Es así como yo miraba a Milah, exactamente la misma que tienes tú cuando Su Majestad está en la misma estancia» la sorprendió él, hasta el punto de que la hace perder su golpe, tirando directamente la bola blanca al agujero, dándole ventaja a su adversario.

«Ya no sabes de verdad qué inventar, mi pobre Killian, deberías realmente dejar de emborracharte, porque si no, un día te encontrarás empalado en tu propio garfio»

«No será con el alpiste que sirven aquí» rio él ganando la partida por primera vez en dos años

«¿Revancha?»

«Sería un placer, pero será en otra ocasión, amor. Ahora debo ahogar mi desesperación y partir a la búsqueda de una nueva doncella. En cuanto a ti, deberías saber después de todo este tiempo que no se hace esperar a una Reina»

Se esperaba que ella le contradijera una vez más, pero Emma no hizo nada. Ella se conformó con un largo abrazo, un beso en la mejilla mal afeitada, y unas palabras al oído.

«Gracias, cuídate y no vuelvas a las andadas, si no, te garantizo que te encontraré para darte una patada en el culo»

«¿Es una promesa?»

«Es una promesa»

Ella le sonrió, añadiendo un guiño antes de recoger su chaqueta de cuero y dejar el Rabbit Hole.

Vagabundeó durante más de una hora por las calles de Storybrooke al volante de su escarabajo pensando en las palabras del capitán. Lo que le molestaba al final no era que él pudiera tener razón, sino que él lo había visto y comprendido antes que ella.

Y ahora, ¿qué se supone que tiene que hacer?


Salve ReginaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora