Amarte

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Hola, gente. ¿Qué tal vais con este fic? No suelo traducir las notas introductorias de la escritora original, porque normalmente es agradeciendo los comentarios, y eso, pero en este capítulo me gusta lo que ha escrito y lo voy a poner. Y además tengo que añadir una aclaración mía.

Nota escritora: ¿Cómo ser la Salvadora cuando no se puede salvar a la persona por la que darías tu propia existencia? Es eso lo que nos va a servir de hilo conductor en los próximos capítulos que vendrán, así como la lucha de la Reina en la arena de los hospitales.

Nota mía: La escritora ha insertado en el fic la letra de una canción magnífica en francés, por supuesto. Yo no soy partidaria de traducir las canciones porque, no sé, para mí se pierde algo. Así que en el fic la conservaré en francés, pero al final a pie de página os la traduzco para aquellas que no sepáis nada de nada de francés, y os diré quién la canta, por si la queréis buscar en youtube, cantante que es, por cierto, una de mis preferidas, y esa fue otra razón más por la que me enamoré de este fic. Sin más, os dejo con este capítulo, que para mí es uno de los más bellos.



Emma se despertó dos horas más tarde, Regina aún estaba dormida en sus brazos, totalmente acurrucada contra su cuerpo.

«Tan bella...» suspiró la sheriff apartando un mechón de esos cabellos artificiales que se había deslizado de debajo del turbante por el rostro del que ella conocía cada rasgo de memoria.

Venus o Afrodita encarnada, a pesar o quizás aún más con las cicatrices que marcan ligeramente o no tanto, como la de encima del labio, este cuerpo de diosa.

«Amarte, adorarte, cuidarte, adularte, amarte y amarte ahora y siempre» era el solo pensamiento, su sola razón de existir, la Salvadora había nacido para eso, para su Reina, para amarla como nunca la habían amado.

Sus manos se deslizaron a lo largo de esas perfectas curvas, para marcar esa piel y esa alma como el más bello de los poemas. Las palabras se formaban en su cabeza ante la contemplación de su amor, los versos y las estrofas transformándose rápidamente en gestos de ternura y de pasión.

T'aimer à faire d'un tas de pierres le plus beau des châteaux

T'aimer à cueillir des étoiles dans la boue des ruisseaux

T'aimer à me mettre à genoux où et quand bon te semble

À hurler comme les loups si les loups te ressemblent

Con una mano, Emma desabrochó hábilmente los botones de la blusa de su amada, mientras que la otra abría ya su sujetador. Sus labios se perdieron un instante por la sien de Regina, inhalando ese perfume de manzana tan característico de su Reina, quien instintivamente se anudó aún más en el cuerpo musculado de su noble caballero, mientras que la sangre reactivándose en sus venas borraba las últimas huellas de sueño.

El tejido resbaló por la carne, exponiendo los dos senos, firmes y tersos, de pezones rosados, orgullosamente erectos por la corriente de aire fresco que reinaba en el lugar. Emma puso un gesto de sorpresa ante tal perfección y tuvo que esforzarse para no dejarse invadir por las lamentaciones, cuando se encontraba contemplando y a punto de hacerle el amor una última vez a esas dos maravillas de la creación.

Emma apoyó su cabeza entre los dos, apreciando el tamborileo que resonaba en su oído. Alzó la mirada y se hundió en esas dos ágatas negras ligeramente veladas por la tristeza, pero cargadas, sin embargo, de un deseo ardiente.

Salve ReginaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora