Corazones maternales

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Madre e hija hablaban desde hacía más de una hora sentadas en un banco de los jardines que rodeaban el hospital. Blanca había continuado con sus quejas al comienzo de la conversación, pero después, no había interrumpido a Emma que le contaba todo de un tirón, sin ninguna censura, golpeando varias veces su corazón de madre, que había abandonado a su progenie en un mundo cruel que había hecho de la princesa una valiente caballero, que, a pesar de las muchas heridas, había acabado por afirmarse y visiblemente encontrado el amor de la manera más improbable en la persona más inesperada posible.

«¿De verdad vas a revelarte contra esto, mamá? ¿Vamos a tener que enfrentarnos a ti, a mi familia, además de todo lo que vamos a tener que sufrir?» preguntó Emma al borde del llanto.

Blanca aún estaba bajo la sorpresa de todo lo que acababa de enterarse. Había pasado por todas las emociones posibles e inimaginables: del odio a la cólera, después a la indignación, la sorpresa, la incomprensión, la compasión y para acabar, el amor.

Atrajo a su hija a sus brazos, totalmente incapaz de expresar sus emociones verbalmente. Emma se dejó recaer contra Blanca y por primera vez en toda su existencia, tenía la sensación de que su madre la comprendía, finalmente.

Rápidamente sus lágrimas inundaron los ojos esmeralda de la sheriff. Se había mantenido firme en la consulta del Dr. Whale, para ser el punto de apoyo de Regina, pero ahora su propio dolor y ese miedo espantoso no querían abandonarla.

Blanca notó, inmediatamente, cómo el cuerpo de su hija temblaba, antes de verla sollozar, sollozos que no podía mantener bajo control.

Blanca se volvió a ver en Neverland, cuando David había sido envenenado por la sombra del sueño y comprendió por lo que su hija estaba atravesando y su odio hacia su ex madrastra comenzó a fundirse como nieve al sol. No valía la pena ser el héroe de su pueblo si era incapaz de acudir en ayuda de su propia hija.

«¿Regina entonces?»

«Definitivamente Regina, sí»

«Ella me salvó la vida cuando era una niña, ¿lo sabes?»

«Sí, el libro de Henry lo cuenta»

«Claro. Yo la adoraba, Regina mi salvadora, y era tan elegante a caballo, aunque fuera nieta de un molinero, era una verdadera Reina. Lo que pude haberla querido...» se perdió Blanca en sus recuerdos de infancia «¿Cómo se echó todo a perder? No solo la muerte de Daniel...sino todo...es tan indigno de nosotros...»

Emma se acurrucó un poco más en los brazos de su madre. Era tan bueno tener finalmente a alguien que la comprendiera, al menos, que estaba en el buen camino para comprenderla.

«¿Está de vuelta...la Regina de antaño?»

«Sí, está de vuelta»

«Entonces, será necesario que aprendamos a conocerla de nuevo a través de tus ojos...»

«Sin duda. ¿Crees que va a estar bien por papá?»

«Ni idea. Hay que confesar que es algo inédito a muchos niveles, pero te apoyará como siempre...sin olvidar que su caballeroso corazón siempre ha tenido una pequeña debilidad por la Reina Malvada...Pero, shuut, no se lo digas, ya que lo negará de todas las maneras...»

Emma rio ante la confidencia inesperada de su madre, y sintió cómo ese lazo materno se estrechaba definitivamente. Mary Margaret, la compañera de piso, acababa de desaparecer para siempre, dejando el sitio a Blanca, su mamá.

Treinta minutos más tarde, la sheirff atravesó la puerta de la tienda de Gold.

El móvil de unicornios aún estaba colgado en la vitrina. Emma lo vio ahora con otros ojos, cogió uno de los unicornios en su mano, admirando la finura del trabajo en cristal translucido y azulado. Sus padres, sin duda, la habían amado mucho para haber encargado tal maravilla antes incluso de su nacimiento.

«Una pena que Henry nunca lo haya tenido» pensó

«Sheriff Swan, sea cual sea la queja que la trae aquí, soy inocente» surgió repentinamente el propietario del sitio con una maquiavélica sonrisa.

«Solo por los objetos robados que veo aquí, podría meterlo en la sombra por toda la vida, Gold»

«¡Cómo se equivoca, querida! Cada uno de estos objetos fue adquirido por un trato muy honesto. Es más, si usted quiere hacer uno conmigo, Sheriff, estaré muy contento» sonrió ampliamente

«Bromas aparte, Gold, dígame cómo puedo salvar a Regina»

«¿Salvarla? ¿A ella? ¿A la bruja que le robó todo, sheriff? Definitivamente, se toma su papel de "Salvadora" muy a pecho, querida. Y tan ingenua como su madre» añadió riendo a pleno pulmón

La sheriff, para calmar sus nervios, sacó su arma de servicio y vació su cargador contra él, sabiendo perfectamente que eso no le haría nada al Oscuro.

«Esto ha sido malvado, un traje completamente nuevo, regalo de mi mujer»

«¿El señor tiene miedo de tener una pelea con la señora Gold?» replicó Emma con aplomo y una ligera risa burlona

«El único que hubiera podido salvar a su tan querida Regina lleva muerto una eternidad. Fue un milagro que ella saliera indemne una primera vez, pero, créame, eso no se volverá a producir»

«¿Una primera vez?»

«De verdad, sheriff, ¿es usted estúpida o totalmente ciega? ¡Las dos cosas sin duda!»

«No lo comprendo» confesó Emma tomada por la sorpresa

«Una mujer como ella cargando con un niño abandonado, puesto en el mundo por otra» lanzó él con asco y un profundo desdén

«Las ligeras cicatrices en su bajo vientre, de las que dice que no son nada» pensó Emma recordando el sublime cuerpo de su amante.

«Y esto es mío, y yo no he hecho ningún trato con usted» se enfadó la sheriff cogiendo el móvil de unicornios antes de precipitarse fuera de la tienda a la búsqueda de su Reina bien amada.

«¿Por qué nunca me has dicho nada?» lanzó ella antes de abrazar con amor a su compañera en la antigua sala de los corazones de su cripta, redecorada en un estudio bastante cómodo por Regina, con el objetivo de retirarse ahí para buscar calma, cuando Storybrooke se volvía demasiado pesado para su alcaldesa.

«¿Decir qué?» preguntó Regina entre beso y beso

«La adopción de Henry» precisó Emma devorando una vez más los labios de su amada «Es la razón por la que Whale no quiere correr cualquier riesgo, ¿verdad?»

Regina se contentó con asentir, mientras las lágrimas comenzaron a descender por su rostro. Emma la condujo hacia la cama medio deshecha, antes de dejarse caer en ella manteniendo a su amante firmemente en sus brazos.

«Sucedió algún tiempo después de haber lanzado la maldición...me creía a salvo en este mundo...ignorando todas sus enfermedades...más crueles unas que otras...cáncer de ovario con complicación...ni siquiera sabía lo que eso quería decir...me sentía tan sola...tan maldita...lo único que me mantenía viva era mi deseo de venganza...así como el odio a tus padres...» contó Regina entrecortadamente, completamente deshecha ante el tremendo dolor que le trae sus recuerdos.

«Y a pesar de todo, encontraste la fuerza para amar de nuevo al adoptar a nuestro pequeño, estoy tan orgullosa de ti, mi amor» susurró Emma en su oído mientras la acunaba para que se durmiera, sentía tanta admiración por la indefectible fuerza de la mujer que había cambiado su existencia para siempre.

«Para lo bueno y para lo malo» un compromiso sellado entre ellas desde tiempo inmemorial, resonando a través de los reinos y las épocas, con convicción y de forma fortísima: como una promesa...


Salve ReginaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora