Capítulo 12

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Lilian.

— ¿A dónde nos llevan? — pregunto, tengo los ojos cubiertos con un pañuelo negro al igual que Matías.

— Si sigue haciendo la misma pregunta renunciaré a esto, Sofía — comenta Diego.

— Eres un idiota sin corazón.

— Dime algo que no sepa, cariño.

— Me gustas — dice mi amiga sin rodeos.

Se hace un silencio que me entran las ganas de quitarme el pañuelo y ver lo que pasa. El sonido de unos besos se hace escuchar, así que detengo el impulso de mirar.

— Se supone que la sorpresa es para nosotros — interrumpe el momento Matías.

— Ya sé.

Diego toma de mi mano y me dirige a quien sabe donde, me siento como si estuviese jugando el típico juego de la gallinita ciega.

No sé cuanto habremos caminado, pero ya me duelen un poco los pies y solo quiero sentarme en cualquier lugar.

— Bien tortolitos, a la cuenta de tres se quitan los pañuelos — anuncia Diego.

— Uno — comienzan a contar, pero estoy tan ansiosa que me quito la venda de los ojos y observo a mí alrededor — ¡NO! — gritan histéricos que me hacen explotar de la risa. Miro a Matías, él también se había quitado el vendaje de los ojos.

— A la mierda — Diego toma la mano de mi amiga y se empiezan a alejar de nosotros — disfruten de esta última noche — se despiden con la mano.

— Esto no fue una idea originalmente de Diego, esto es obra de tu amiga — dice Mati, quien se ubica tras de mi y me rodea con sus brazos.

Vuelvo a observar a mí alrededor, ni cuenta me había dado de que estamos en la azotea del edificio donde está viviendo Mati. Desde aquí puedo ver gran parte de Londres y como el sol se va escondiendo tras los edificios.

— Bonito detalle — sonrío a Londres.

Matías se aleja de mí, me doy la vuelta para verle. Tiene una nota en la mano y ni cuenta me había dado de que nuestros amigos han preparado un picnic romántico.

Ni siquiera las estrellas podrían destruir un amor tan fuerte como el de ustedes — lee Mati en voz alta y esboza una pequeña sonrisa —. Mucho tinto y comida para que disfruten.

— Definitivamente la mente maestra es Sofía, aunque me ha sorprendido nunca imaginé que fuese una cursi.

— Puede que se le haya contagiado estando cerca de mi — bromea.

Ambos reímos, luego de unos segundos nos quedamos en silencio y se me queda viendo muy serio.

— Aun no te vas y como un idiota ya te extraño — se acerca, aparta el cabello de mi rostro y acaricia con ambas manos mis mejillas — ¿podrías posponer tu vuelo?

— Si pudiese no estaríamos aquí... despidiéndonos.

— Lo sé.

— Te amo, Mati — le doy un beso casto en los labios —. Nunca lo olvides ¿si?

— Cada vez que puedo recuerdo cuanto nos amamos.

— Bésame.

— ¿Sólo eso?

— No, quiero que hagamos el amor y olvidarme de que solo quedan unas pocas horas para irme.

***

Prometo amarte © | PA#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora