Vuelve conmigo aweonao -2da temporada- [ Jainico ]

Capítulo XII

-Los amantes-

Los labios de ambos chicos estaban dando pelea sobre las sábanas sin hacer de la cama de Nicolás. Agitados, entrelazaban sus manos con lujuria, ninguno quería evitar lo que estaba pasando.

Sus cuerpos acalorados poco a poco se encontraban con menos prendas encima. Nicolás mordía su labio mientras Jaime tiraba desesperado de su pantalón hacia abajo.

Fue llevado a la fuerza a la pieza y acostado en la cama de golpe, y aún así no se negó para nada cuando comenzaron a besarse y tocarse con desesperación pues él también lo deseaba y necesitaba.

Necesitaba ahogarse en este placer, en esa calidez una vez más.

Jaime aún peleaba con el cierre del pantalón de Nicolás, este al verle complicado por la emoción de hacerlo, sólo rió por lo bajo y acostó a Jaime poniéndose encima de este. Él mismo se deshizo de sus propios pantalones dejándolos en el suelo. Ya solo se encontraba con sus bóxer, encima, sonriéndole.

Su cuerpo comenzó a hacer una fricción sobre el otro mientras besaba esos labios que tanto había extrañado en Japón. Nicolás ya no estaba tímido ni avergonzado de estarlo haciendo con un chico, tenía que admitirlo, lo único que deseaba era comerse ese cuerpo de una vez por todas.

Jaime sorprendido sólo mordía sus labios mientras observaba esa escena tan erótica. Jamás pensó en ver así a Nicolás, y mucho menos que lo de aquella vez se repetiría.

Las manos de Jaime comenzaron a subir lentamente por el torso desnudo del moreno que soltaba gemidos leves con la caricia que le estaban dando sobre su piel. Incorporándose un poco, lo besó, una y otra vez, por todos esos besos que perdió por idiota.

Finalmente Nicolás se atrevió a bajar un poco de su ropa interior, dejándola por sus muslos. Jaime no perdió tiempo y mientras besaba a su amigo, comenzó a meter su dedo indice en la entrada ajena.

— ¡Ah! —se quejó Nicolás levemente mientras mordía su labio; la molestia era mas intensa de lo que recordaba.

— Nico... —necesitado, levantó su pesado cuerpo atrayendo el del moreno hacia él, y acercando sus rostros, lo besó apasionadamente.

Todo ese deseo y necesidad, explotó en aquél beso desenfrenado.

Ninguno podía detener lo empezado; aquél camino de amor peligroso que acababan de elegir...

Ya no había vuelta atrás.

Las caricias lujuriosas, la respiración agitada hasta el máximo, el roce de sus pieles. Sus miradas fijas en el único deseo del placer y el amor.

El sudor cubría sus cuerpos, y la saliva traviesa escapaba de la cavidad bucal de cada uno.

— Jaime... N-nunca logro entender l-la... La wea que querí weon... No te... Ah... Ni te entiendo... —rió leve Nicolás sobre el chico nombrado, mientras sentía como ya tres dedos se apoderaban de su entrada.

— ¿Sabi una wea, Nico?...—sonrió ladeadamente el crespo mientras acariciaba con suavidad las caderas de su amigo.

— ¿Qué...?

— Yo tampoco sé... Ya no lo sé... —le acercó algo brusco del cuello, juntando ambos labios con ferocidad, mientras sacaba sus dedos sin cuidado de su interior y lo acomodaba sobre su ya duro miembro, que sobresalía de entre su ropa interior a medio bajar.