Capítulo 16

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Esa vez, al escuchar los pasos de la enfermera de Fabricio se había apresurado a entrar, obligándose a hacerlo con una radiante sonrisa. Estaba con el hombre que amaba pero no era correspondida ¿era suficiente eso? Sí, pensó en esa ocasión con desesperación. En ese momento lo era. No se veía sin él al lado ¿en que clase de ser patético la había convertido? Ella nunca había necesitado de nada ni de nadie. Pero obviamente el amor trastocaba, cambiaba, desfiguraba todo. Deseó gritar, reclamar, llorar y también deseó tener las fuerzas suficientes para dejarlo. Reprimió todo ello. Se sentó tranquilamente a tomar un café con el encantador de Fabricio y Máximo que la conocía tan bien le preguntó si se sentía bien a pesar de que ella creía estar dando una actuación digna de un premio. ¡No! No estoy bien porque no me amas, porque lo que dices sentir por mí es una mentira horrible que me destroza el alma deseó gritarle. Así que haciendo acopio de fuerzas le había dicho que estaba estupendamente pero con un ligero dolor de cabeza. Ese día se había dormido temprano sin esperarlo y él pensando que se seguía con el dolor de cabeza no le había dicho nada. Al día siguiente había sido todo mimo y preocupación por ella. Allison estaba como en estado ausente y él se había extrañado y preocupado más, pensando que estaba realmente enferma llamando al médico a pesar de sus protestas. Sí, estaba enferma pero de dolor por que no tenía lo que mas anhelaba en el mundo que era su amor verdadero. Por que tenía su cariño y su deseo físico por ella. Pero nada más.

Por supuesto el médico les dijo que no era nada, que era el estrés y que debía descansar unos días. Así que él se la había llevado precisamente a la isla que tenía en Grecia una semana. Claro, ahora la recordaba, estaba cerca de las Islas Cícladas y se llamaba Siffnos. La villa era hermosa, de paredes blancas muy al estilo griego. El mar Egeo en todo su esplendor se vislumbraba casi desde todos los ángulos de la casa. El pueblito cercano era encantador y como sacado de un cuento. Al llegar a Atenas habían tomado un helicóptero y llegado a Siffnos. Se había quedado maravillada por las vistas, por la sensación de paz a pesar de la tormenta interior de su corazón. En el yate de Máximo habían ido con regularidad a comer y a visitar otras Islas cercanas, siendo Mykonos la que más visitaban. Él se había dedicado en cuerpo y alma a ella, así que el probable hecho de no tener su amor parecía quedar en el olvido por momentos.

Y ahí estaban de nuevo, en el presente dirigiéndose a Siffnos a juzgar por lo que veía ya estaban por aterrizar. Al escuchar el aviso, se abrochó el cinturón y poco después aterrizaban.

No siempre era bueno eso de recordar se dijo con dolor, así que él nunca la había amado. No debería sorprenderle a juzgar por como la trataba ahora. El deseo sexual por ella estaba ahí todavía, solo que antes al menos tenía su cariño. Las cosas eran diferentes por su parte también pensó, porque aunque aún lo amaba y de eso ella ya estaba segura, ahora si estaba dispuesta a alejarse de él para que no le hiciera más daño. Sin embargo ya lo había hecho, lo había dejado. Estaba segura que no era por que había descubierto que no la amaba. Era algo muchísimo más grande lo que la había hecho irse.

¿Pero que? No debía desesperarse. Sentía que pronto lo recordaría era cuestión de tiempo. Ahora sabía que en Siffnos ella se había prometido lograr que él la amara como ella lo amaba a él. Ahora se prometía a si misma recordar todo y acabar con el maldito problema de su amnesia.

Máximo salió de la cabina y se dirigió a ella.

- ¿Has descansado bien?

- Sí.

- Te encantará la isla. Te gustó mucho cuando la conociste por vez primera.

- ¿Ah sí? Ya veremos.

- Esperemos que te quite el malhumor.

- No estoy malhumorada. –Dijo pensando que él sí lo había estado.

Amargo Recordar (Saga Amores Inolvidables 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora