Terminó su trayecto a su asiento rápidamente, no quería perderse nada de lo que ella tuviera que decir. Algo le dijo que una mujer así no podría tener una pizca de inteligencia, no es que fuera prejuicioso en ese aspecto pues él mismo conocía muchas mujeres bellas e inteligentes pero tenía que quitarse algo del efecto que ella le había provocado, así que se libraría de su hechizo en cuanto abriera la boca y demostrara su ineptitud. Pero ¿cómo alguien tan afamado como Carlton permitiría hablar a cualquiera en una de sus conferencias?
Conferencias que eran aclamadas en todo el mundo y que además acudían miles y miles de personas. ¿Por qué se arriesgaba a hacer el ridículo? La respuesta estaba en ese momento sonriendo a la audiencia y colocando el micrófono a su altura ella misma.
¡Claro! Ella tenía hechizado al pobre de Carlton. ¿Pobre? Pero, ¡Lo que daría por estar en su lugar! Eran amantes, de eso no cabía duda y terminaría de convencerse en cuanto esa preciosa criatura hablara.
El pensar que esa chica estaba con Carlton le hizo sentir una especie de envidia y enojo, cuando él ni siquiera había sentido jamás lo que significaba la envidia. Enojo por que ella anduviera con ese viejo en beneficio de su carrera, ¿Qué? ¿Acaso todas las mujeres eran iguales? Enojo por que una mujer como ella no fuera suya. Aunque su cerebro brillara por su ausencia en el cuerpo de esa mujer aún así la deseaba.
Pensamientos tontos, se recriminó enseguida por que podía tener a las mujeres que quisiera y ella no era necesaria en absoluto para calmar sus instintos o ¿acaso despertaba una lujuria nueva e insaciable en él?
En eso ella habló y le causó el mismo efecto que la primera vez, su voz suave pero a la vez firme con notas de dulzura y sensualidad.
Al parecer él no era el único absorto, pues el auditorio había respondido mostrando interés y silencio.
Ella inició con los puntos a tratar de su discurso, la importancia del arte en la cultura moderna, el deber de las personas para con la historia de su nación, su preservación y conservación, el legado a futuras generaciones.
Habló con una pasión y entusiasmo contagioso y él tuvo que rechazar de tajo lo que había pensado de su ineptitud, a todas luces era una mujer inteligente, preparada y una apasionada de su carrera y eso hizo que la deseara aún más.
A pesar de ello no podía pasar por alto la sospecha que tenía algo que ver con su mentor, a juzgar por la expresión de este al observarla estaba arrobado por ella. Sin embargo con el paso de los minutos él se encontraba en iguales circunstancias.
Allyson tenía un don natural para captar el interés y la completa atención de su auditorio sin la necesidad de recurrir a su belleza. Aún hablando de temas serios y profundos como los que abordó logró hacerse entender en todo aspecto con sencillez y eficacia e incluso arrancó risas con toda intención al tratar en tonos más ligeros aspectos de su discurso a un auditorio que cualquier experimentado conferencista hubiese temido.
Ahí estaba la crema y nata de la sociedad florentina, gente de ilustres apellidos y de amplias fortunas que se daban la fama de conocedores de arte, fama bien ganada en el caso de muchos que solamente se dedicaban a adquirir obras de arte y por ende no se les podía tomar el pelo. Su abuelo era uno de ellos, al retirarse por mala salud había vuelto a su pasión por las artes.
Hubo un momento en que creyó pensar que ella lo había quedado viendo y había hecho una pausa casi un poco mas larga de lo normal, pero enseguida se dio cuenta que ella ordenaba sus notas. Esa mujer lo estaba trastornando, no veía la hora de hablar con ella y presentarse.
Pero sobre todo no veía la hora de llevársela a la cama y si eso significaba arrancársela a Carlton entonces eso haría, sería como juego de niños.
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Amargo Recordar (Saga Amores Inolvidables 1)
RomansAllyson Castillo había perdido la memoria y tenía la sensación de un vacío enorme en su corazón mismo que se relacionaba con los sueños recurrentes con un guapísimo extraño. El cual se materializó frente a ella en la vida real diciendo que estaba ca...