Antes de llegar a la puerta él la interceptó y sin esfuerzo alguno se la echó al hombro sin importarle la cara de susto de dos empleadas y los gritos y protestas de Allyson. Ella comenzó a patalear y golpearlo con los puños por la espalda. Sin esfuerzo alguno subió las escaleras dispuesto a darle su merecido a esa fierecilla.
Abrió la puerta de la habitación y la cerró de una patada. La tiró a la cama sin contemplación alguna y a juzgar por la expresión retadora de Allyson estaba preparada para luchar.
- ¡Eres un salvaje! – le gritó.
- Siempre sacas lo peor de mí. – le refutó y se quitó la camisa empapada, dejando a la vista su torso ancho, dorado y musculoso.
Allyson maldijo la situación, si tan solo no se hubiera quitado la camisa pensó no se hubiera quedado mirándolo con cara de mujer hambrienta.
- Así que a esto le llamas molestia...
Le dijo él acercándose a la cama, a pesar de su evidente deseo ella retrocedió buscando escapar. No lo consiguió, él se puso sobre ella impidiéndole cualquier movimiento más.
Allyson empezó a respirar entrecortadamente, sentía que el corazón se le salía del pecho mientras libraba una batalla interna contra ella misma.
- No te atrevas a tocarme – le dijo intentando salirse de sus brazos - Si lo haces te juro que...
No terminó la frase por que él tomaba su boca de manera firme y posesiva demostrándole que no engañaba a nadie queriendo ocultar el deseo por él. Deseo que era mutuo.
Ella se resistió al principio pero sin darse cuenta en que momento, ya estaba respondiendo al beso de la misma manera, salvaje, hambrienta, pidiendo, exigiendo y dando de igual forma. Máximo buscó los botones de la blusa y los abrió rápidamente para tomar sus pechos en sus manos logrando que ella nuevamente se derritiera en sus brazos.
Reemplazó las manos por la boca y Allyson sabía que la estaba castigando por haberle dicho que eso era una molestia para ella. Cosa más falsa no había dicho ella en su vida.
Y él lo sabía. El deseo les arrebató cualquier indicio de racionalidad y se arrancaron prácticamente la ropa.
Allyson estaba más que preparada para recibirlo y se le antojaba eterno el momento en el cual él la llenara. Él no espero más, si la noche anterior había perdido el control, en esa ocasión en ningún momento lo había tenido.
Se hundió en ella haciéndola gritar de satisfacción. Tontamente pensó que no volvería a experimentar placer igual al de la noche pasada, pero se equivocaba. Nuevamente experimentó lo mismo, alcanzó las mismas cumbres y se sintió flotar. Lo mismo le ocurrió a él como bien pudo comprobar al sentirlo llegar y derrumbarse en ella.
Lo malo de subir tan alto era la caída. La cuál llegó momentos después estando unida aún a Máximo. Lo vivido la tenía toda temblorosa aún y quiso llorar. Ese hombre la reducía a un estado deplorable. Ella iba a marcharse ¿no es así? ¿Qué no precisamente por lo que acababa de pasar ella iba a irse?
- Jamás vuelvas a llamar a esto una molestia – le dijo él separándose de ella.
- ¿Un inconveniente? – le retó de nuevo, sin saber de donde sacaba fuerzas.
- Que preparen nuestras maletas. Nos vamos. – dijo sin prestarle atención a sus últimas palabras.
- ¿A dónde? – preguntó angustiada.
- Donde te sea más difícil alejarte de mí. ¿recuerdas la isla en Grecia? ¿no? Ya la recordarás.
Y con esas palabras se alejó dejándola más angustiada que nunca.
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Amargo Recordar (Saga Amores Inolvidables 1)
RomanceAllyson Castillo había perdido la memoria y tenía la sensación de un vacío enorme en su corazón mismo que se relacionaba con los sueños recurrentes con un guapísimo extraño. El cual se materializó frente a ella en la vida real diciendo que estaba ca...