Capítulo 23

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...

Él la había seguido y alcanzado cuando ella corriendo trataba de bajar las escaleras y llegar a la puerta.

- No te irás con él. Primero muerto que dejar que te largues con él.

- ¡Suéltame! – siseó Allyson- Me largo lejos de ti y lejos de él. Idiotas los dos.

- No te irás. No lo harás. Vas a compartir este infierno personal que me has dado y vas a soportarlo. – Dicho eso la besó ferozmente, lágrimas de dolor por su corazón roto salían de los ojos de ella.

Él no se detuvo ni un instante mientras saqueaba su boca. Ella empezó a responderle de la misma manera. La furia y el dolor se mezclaban y ambos utilizaban ese beso para castigarse. Él la tomó en brazos y la llevó a la misma cama donde momentos antes la había arrojado sin contemplaciones. Se desvistieron con urgencia y él la penetró sin más preámbulo llegando los dos a un orgasmo explosivo que los dejó jadeantes y agotados. Una vez que se hubo recuperado él se apartó de ella con desprecio en su mirada y se fue a otra habitación dejándola allí y haciendo que Allyson sintiera más dolor del que nunca había sentido en su vida. Se vistió lo más rápido que pudo. Recogió algunas cosas en una pequeña maleta. Buscó su pasaporte y dinero que metió en un bolso y salió sigilosamente de la casa. Llegó al aeropuerto sin problemas. Cuando faltaba poco para abordar, un corpulento rubio de su equipo de seguridad le bloqueó el paso. Faltó poco para que hiciera un escándalo allí mismo.

Pero la voz suplicante del guardaespaldas y su propio estado emocional le impidieron gritar por ayuda.

- Señora, si no volvemos con usted nos desollará vivos.

Allyson ni siquiera se molestó en contestar. Le dio la maleta y ocultó su pasaporte entre su ropa, así como el dinero que llevaba en efectivo. Y así inició su infierno al lado de Máximo. Infierno que duró dos semanas. Vivían en habitaciones separadas por supuesto. Él no le hablaba para nada. No se la pasaba en la casa, llegaba muy tarde por la noche o no llegaba ni a dormir. Ella no tenía derecho a salir bajo ningún concepto. Era prisionera en su propio hogar, si es que podía llamarlo así. No sabía que pasaría. Si él la tendría así todo el tiempo, si estaba preparando el divorcio. No sabía nada. Lloraba por las noches hasta que se quedaba dormida. No podía recurrir a nadie pues el teléfono lo tenía prohibido. Los que se encargaban de la casa habían sido mandados a la villa y los guardaespaldas eran los únicos que veía, los que le llevaban lo que tenía que comer, los que incluso le animaban a que comiera pues su apetito se había ido y los que la miraban con compasión. Al final de esas dos semanas infernales ella sospechó que podría estar embarazada y necesitaba salir de dudas. No podía salir a comprar una prueba de embarazo y no quería pedírsela a los chicos que la vigilaban. Pidió la comunicaran con Máximo, no tenía otra alternativa. Marcaron a su celular y una suave voz femenina le contestó.

- Con Máximo por favor – Dijo apretando con fuerza el auricular.

- Máximo cherie, es para ti. Creo que es tu esposa- Y se rió cantarinamente. Allyson deseó matarla.

- ¿Qué quieres? – Le preguntó bruscamente – Estoy muy ocupado.

- Ya lo veo – Dijo ella esforzándose por sonar normal y tragándose las lágrimas. – Necesito hablar contigo...

- Tienes un minuto para hacerlo. – La cortó bruscamente.

Allyson le hubiera colgado de no ser por que realmente le importaba saber si estaba embarazada o no y sólo él le permitiría salir para ir al médico.

Amargo Recordar (Saga Amores Inolvidables 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora