9. Vitae Oscula

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《No hay luz, no hay luz, en tus vivos ojos azules,  nunca supe que la luz del día podía ser tan violenta. Una revelación en la luz del día. No puedes escoger qué se queda y qué se desvanece, y yo haría cualquier cosa por hacer que te quedaras. 

Dime lo que quieres que diga.

Quieres una revelación, quieres volver a estar bien, pero es una conversación que simplemente no puedo tener esta noche.》



La flecha fue rápida y certera, en segundos ya había cumplido su finalidad. Como un torrente de emociones la adrenalina le había llevado a cometerlo, y ahora no había vuelta atrás al asunto. El destino selló aquello desde el segundo en que los cazadores se cruzaron en el camino del otro joven, y al igual que ya en otras ocasiones se había hecho notar, el destino gustaba de jugar con las tragedias, divirtiéndose con las decisiones precipitadas que consignaba para sus víctimas, y luego, regocijándose ante el resultado de sus experimentos.

El filo atravesó la garganta del cazador. La sangre rápidamente acudió a la escena para teñir las ropas del mismo fluido. Aaron subió con dificultad una mano hacia el lugar donde la flecha se encontraba, mientras los pies le hacían tropezar hasta que la espalda del hombre golpeó contra el tronco de uno de los árboles. Ahogándose entre la saliva y el líquido carmín que llenaba su boca, Louis le vio luchar como si pretendiera encontrar alguna forma de formular sus últimas palabras.

Sin embargo, Aaron no necesitaba mencionar palabra alguna para que el ojiazul supiera lo que este querría decirle. Podría leerlo claramente en esos enfurecidos y desesperados ojos cafés, si es que aún había pensamientos coherentes que cruzaran su mente en aquellos últimos momentos donde el alma se le estaba escapando del cuerpo, Louis completamente tenía la certeza de que cada uno de ellos estarían maldiciéndolo con fuerza; nombrándolo traidor.

—Después de todo, no me observó tan bien como pensó. Matar cosas tan insignificantes como usted también podrían demostrarla ¿No le parece? — Murmuró, mientras la vida finalmente se escurría del moribundo cazador que yacía en el suelo frente él.

En ese momento se había hallado arrapado en las emociones de lo ocurrido, en el alivio de haber protegido a Harry, y el reconfortante sentimiento que le generaba saber que aquello a punto de robarles su preciado secreto ahora dejaba de ser una carga. Pero así como la adrenalina había llegado para brindarle el valor necesario al momento de actuar, así mimo se iba lentamente, e inclemente dejaba que Louis cayera en las manos de su tormentosa conciencia: Había matado a un hombre.

—L-Louis... —Escuchó la voz de Harry susurrar cerca de él.

El cazador arrojó el arco mientras observaba lo que había hecho. No había vuelta atrás, tomó una vida y el bosque fue testigo de su crimen, pero como el cómplice silencioso que era, callaba para juzgar en silencio la nueva escena que por siempre quedaría grabada entre sus hojas y árboles ¿Qué diría al volver? Claramente jamás podría permitir que la verdad saliera a flote, una vez volviera debería hacerlo solo, y con una historia que fuera tan siquiera considerable. Al cabo Louis buscó la mirada de Harry. Las manos del menor cubrían los rosados labios del mismo, mientras sus ojos verdes miraban consternados lo ocurrido. Como si finalmente él hubiese despertado del trance que lo había llevado a convertirse en el desencadénate del momento.

—No tenía otra opción, Harry... él te había visto, iba a dispararte. —Louis murmuró, tratando con todas sus fuerzas conservar la histeria para sí mismo, evitando que esta llegara al más joven.

Doncel Primaveral ❧ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora