17. El Bosque de los Lamentos

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Se esconde, se esconde, en la profunda niebla una voz que te hace enloquecer. No dudes, no dudes... y en las entrañas de este interminable bosque adéntrate.

Deprisa, de prisa, si no eres rápido te arrepentirás de perder la ocasión.

Así que donde camines ten cuidado porque mis manos te van a rozar, hasta que logre hacerte decir que tu cuerpo me darás.

La sensación se volvía cada vez peor. Un mareo demasiado agobiante amenazó con hacerlo caer por completo al suelo. El frío que escalaba por sus manos era imposible de soportar y hacia que los huesos le dolieran; el cazador comprendió que se hallaba creando el fuego bajo su propio calor. De sus labios se escapaban jadeos, mientras el vapor de las llamas demasiado cerca de él le comenzaba a sofocar. Quería detenerse, luchaba por conseguirlo, pero ni siquiera era dueño de su propio cuerpo en ese momento.

No podía hablar, no encontraba su propia voz.

—¡¿Cómo demonios está haciendo eso?! —Escuchó preguntar a alguien con incredulidad y pánico. —¡Niall, no se detiene!

La energía viajaba por su cuerpo como un mar embravecido, no podía contenerla, no había forma de detenerla. La piel de sus brazos empezaba a recibir el frío, escalándole hasta casi alcanzarle el codo. El fuego ardía cada vez con más fuerza, mientras Louis se notaba a sí mismo más débil, pero era como si su cuerpo átonamente quisiera llegar a su límite sin importarle los deseos del ojiazul.

—¡Louis! —Le llamaba alguien junto a él. Harry sujetó su rostro, obligándolo a verle. —Cariño tienes que parar. Louis mírame, estoy aquí, detente. —Le decía con desesperación y angustia.

Si tan solo Harry supiera cuánto deseaba complacerlo con aquello, pero no era capaz de hacerlo ni siquiera por sí mismo. Para ese entonces, ya ni siquiera conseguía enfocarle correctamente el rostro, entre tantos colores de las auras mezclándose, la luz de las llamas y la energía brotándole del cuerpo, se sentía a punto de caer. Con esfuerzo, consiguió mover el rostro muy ligeramente, negando, desesperadamente intentando comunicarle que no podía.

—T-Tú puedes... vamos. —Insistió Harry, cada vez más angustiado. —Déjalo ir, mi amor. Solo mírame, deja ir la energía... d-deja... deja de convocarla. —Le suplicó.

Al igual que todas las brujas alrededor de él, Harry no podía comprender lo que estaba ocurriendo, o cómo era posible que sucediera. Louis estaba fuera de control, manejando una cantidad de energía que no debería poseer, convocando las fuerzas de un elemento que muy pocos podían dominar y, sobre todo, poseer. La cabeza de la bruja daba vueltas entre la preocupación y sus propias deducciones. Tantas cosas en su mente intentando presumirles su certeza, tantas suposiciones que ni siquiera quería considerar.

Repentinamente, el fuego empezó a correr hacia los lados, expandiéndose y haciéndose más fuerte, Cara y Gigi retrocedieron con pánico, sabiendo que no eran inmunes al peligro que representaba, mientras Ed tuvo que jalar a Luke cuando este por poco se había visto sorprendido por las llamas en medio de un despiste. Las flamas continuaban acercándose, creciendo, y el frío consumía los brazos del cazador como si los devorara. Harry intentaba empujar a Louis lejos de las llamas que cada vez se acercaban más, pero el cazador estaba anclado al suelo. Gigi y Cara habían tenido que salirse del circulo inicial... y ahora el circulo de protección estaba roto.

—¡Niall! —Gritó Ed. —¡El circulo! —Le advirtió. Pronto, incluso Ed y Luke habían tenido que salirse del circulo principal.

—Maldición. —Murmuró el Absoluto de ese aquelarre mientras observaba aquel imposible suceso tan solo empeorar ante sus ojos.

Doncel Primaveral ❧ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora