Prólogo

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Dentro de muchos años, miraré hacia atrás y recordaré este día como el día  en que lo conocí. Miraré hacia atrás y recordaré el momento exacto en que mi vida comenzó a incluirlo a él. Recordaré este día para siempre...''Sweep: Libro de las sombras'', Cate Tiernan, 2001.


Había pasado ya un buen rato desde que la tarde comenzó a broncear con su luz las ramas de los frondosos árboles que conformaban el bosque. Ahora el ocaso se aproximaba, generando que la situación para el pequeño castaño se volviera verdaderamente riesgosa. Debió haber escuchado a su padre, nunca tendría que haber ido allí en primer lugar. Louis supo desde el primer momento en que puso un pie allí que cometía una locura, pero a una edad tan tierna como aún lo seguían siendo los diez años ¿Quién escucharía a la conciencia por sobre la emoción de algo nuevo? Y, el bosque había lucido para él como un gran patio de juego, desde el primer segundo. Era tan hermoso y verde, ni siquiera podía entender la razón por la cual todos en su pueblo le guardaban tanto miedo. Allí se sentía como si pudiese jugar sin aburrirse, pero ese día había ido especialmente porque estaba completamente seguro de poder conseguir algunas de aquellas manzanas de las cuales escuchaba hablar a su madre todo el tiempo, mientras frotaba con cariño el abultadito bulto en su vientre y suspiraba como su pidiese saborearlas.

Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones que hubiese podido tener, no hizo falta mucho tiempo para que Louis entendiera la razón por la cual los niños no deberían visitar lugares como ese por su cuenta. Pues al darse por vencido con la búsqueda de las manzanas, y notar lo bajo que el sol ya comenzaba a estar, entendió que lo más prudente será regresar a casa, pero sin importar cuanto caminara... los arboles no parecían acabar en ninguna parte ¿Dónde estaba el río que le indicaba estar cerca del pueblo? Ni siquiera podía escuchar el sonido de las campanas de la iglesia ¿Realmente se había alejado tanto?

La idea causó una oleada de terror dentro de él, repentinamente todas aquella historias espantosas que se contaban en el pueblo sobre la arboleda hicieron eco en su cabeza, convirtiendo el lugar y todo lo que antes le había encontrado hermoso en un oscuro, imponente y horrible sitio del cual no quería ser parte. El ojiazul corrió hacia la dirección que creía correcta, a pesar de que mientras más corría notaba como solo parecía perderse más, sentía estar yendo en círculos, y si cambiaba de dirección tan solo podría acabar yéndose más profundo. La luz del sol ya estaba próxima a lanzar sus últimos rayos, al igual que las pequeñas lagrimas saladas que amenazaban con derramarse de los humedecidos ojos azules. Fue justo en ese momento que lo escuchó: Esos crujidos irregulares en las hojas secas sobre el suelo.

Louis permaneció muy quieto por un momento, pero un fuerte escalofrío le había atravesado la espalda. Su padre le advirtió un tiempo atrás sobre los peligrosos y salvajes animales que habitaban en el bosque. Había sido tan tonto al si quiera pensar que entrar a ese lugar era una buena idea. Fue la adrenalina la que activó el movimiento de su cuerpo una vez más al escuchar y crujido más cercano, disparando sus piernas lejos de donde estaba. Ya no le importaba hacia donde iba, simplemente no podía dejar que aquello –Fuese lo que fuera- le alcanzara. Corrió tal vez mucho más de los que alguna vez lo había hecho en sus cortos diez años de vida, su corazón le golpeteaba con fuerza el pecho, y sus pulmones exigían aire y descanso. Louis por su cuenta, desafortunadamente no hacía más que adentrarse más y más en el espeso bosque como si aquel fuera el plan de aquello que lo estuviese siguiendo.

—¡Ayúdenme! ¡Alguien por favor, ayúdeme! —Intentaba gritar mientras corría, pero su voz era tan pequeña y estaba tan perdido que estaba seguro de que nadie iba a escucharlo.

Doncel Primaveral ❧ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora