Un desafortunado incidente a los diez años de edad, fue el mismo que llevó a Louis a conocer a aquel pequeño y extraño niño de ojos verdes que le ayudó a escapar del frondoso bosque en el cual se había perdido, pero aquella fue también la ultima vez...
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《Puedo escuchar el sonido de tu corazón que apenas late. Veo las piezas en el suelo de un mundo que se vino abajo.
Sólo espera un poco más... No tardaré.
Voy a encontrarte, aquí dentro de la oscuridad. Romperé cada barrera, sin importar dónde estés.》
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"Cuando los ojos de Harry se abrieron, la confusión le dejó aturdido por largos minutos. Apenas reconocía el lugar donde se encontraba y poco comprendía lo que acontecía a su alrededor. Había vendas cubriéndole el cuerpo en las zonas que sufrieron las consecuencias de la batalla. Notó un movimiento en el lugar donde se hallaba recostado, algo suave y compuesto por la piel de algún animal, sólo tras darle una segunda mirada, percibió la esencia de Arystar, el cual había optado la forma de un pequeño ocelote, cuyo cuerpo se amoldaba perfectamente al espacio restante en la cama. El demonio parecía haber estado dormido, mas, sus ojos dorados se abrieron y estacionaron sobre él como si un presentimiento le hubiese despertado.
"Bienvenido de nuevo al mundo, joven Amo." Le escuchó decir. "Comenzaba a preguntarme si tendría que retornar a casa para buscar tu alma en el inframundo." Agregó, recibiéndole con una muestra del poco encantador sentido del humor que caracterizaba al familiar.
—¿Dónde estoy? —Masculló, su voz escuchándose ronca. Notó su garganta seca e intentó tragar un poco para aliviar la sensación.
—Harry... —Escuchó su nombre siendo pronunciado por alguien a quien hasta ese momento no había advertido en la habitación. —Por fin despiertas. —Cuando aquella persona se acercó hasta la cama, el Absoluto reconoció el rostro de un hermano de su aquelarre.
—Ed... ¿Qué ha sucedido? —Preguntó, al tiempo que intentaba levantarse, siendo retenido por el punzante dolor en su costado.
—Ten cuidado, abrirás tus heridas de nuevo. —Le reprendió suavemente Edward, quien ya había llegado a su lado para ayudarle a tomar asiento en una forma que no ocasionara malestar sobre las lesiones del Absoluto. —¿No lo recuerdas? Te hallamos inconsciente en un lugar alejado dentro del terreno de los Hijos de Morrigan, has dormido por casi tres días.
A pesar de haber escuchado aquello, la confusión aún perduraba sobre el semblante de la bruja. Los recuerdos en su mente eran brumosos, por alguna razón, el último de ellos era el que peor sensación le creaba.
—Yo, recuerdo haber seguido a Louis hasta ese lugar. Allí encontramos la profecía de la que nos habló y, lo hicimos... él retiró la imposibilidad de reencarnación con el Mortis Oscula y yo realicé un conjuro con el Vitae Oscula, para regresar la vida de las almas atrapadas en el Bosque de los Lamentos, entonces... —No obstante, su voz calló al haber dado con el fallo en sus memorias, a partir de ese momento se tornaba confuso. —...no lo recuerdo.
