Mis ojos ardían, no me moleste en verificar mi aspecto. Sabía que era de lo peor.
Sentía infinitas ganas de vomitar, cualquier cosa que ingiriese me hacía ese tipo de efecto.
No quería preocupar a mis padres, pero simplemente no dejaba de sentir asco por mi.
¿Qué pensarían mis padres de mi? Ese pensamiento era agotador, cualquier cosa que cruzase por mi mente lo era.
No sabía que era odiar hasta que te conocí,estoy empezando a sentir lo mismo por mi y no se que hacer para evitar eso...
Una parte de mi se encontraba extrañamente satisfecha.
"Así Adam no sospechará nada" "Esto es perfecto"
Así pensaba la peor parte de mi.
Pero la otra mitad se había dado cuenta de algo. Empezaba a sentir que si quería destruirte, eso implicaba pagar un precio alto.
Implicaba destruirme a mi misma en el proceso.
Me duele la garganta, como si tuviese demasiados sentimientos atorados allí, mis ojos están tan cansados, simplemente no tenía ganas de ir a la escuela, ni a ningún otro lado.
Un sentimiento familiar se inauguró en mi pecho. No era la primera vez que me decía estas cosas...todos los días eran igual o peor.
Me rehusé a faltar a clases, no dejaría que esto me afectara al grado que Adam se moría que hiciese.
Me coloqué unos lentes color negro y me encaminé escaleras abajo, caminé en puntillas, tratando de no molestar a mi padre quién estaba leyendo muy concentrado el periódico.
Estaba por lograrlo hasta que...
-¿Hija?-Inquirió mi padre, levantando sutilmente sus lentes sin darse vuelta siquiera.
-¿Si?-Tartamudee un poco.
-Me alegra que uses las cosas que tu padre te regala. Tu madre no tiene el mismo sentido juvenil que el mio.-Aclaró orgulloso, como si se tratase de un personal logro.
Es cierto que papa solía regalar cosas más simples y varoniles que mi madre. No lo negué y me retire rápidamente evitando cualquier trivial conversación.
Fui a la escuela caminando esperanzada de que en el camino desaparecieran mis problemas y con ellos el ardor de ojos y las bolsas también. Agradecí mentalmente que aquel día se tratase de un día soleado, si no me vería ridícula...si ya no lo hacía sentada en un salón cerrado con lentes oscuros. Era un coraje aplaudible.
Ningún profesor me advirtió por mis lentes y sentí por un instante que el universo estaba de mi parte, aunque sabia por dentro que solo me dejaban estar porque tenía notas excelentes.
De igual modo, presentí que no lo tolerarían por mas de un día.
No mire a Adam, ni siquiera una vez ni por un segundo, no estaba siquiera segura si estaba en el salón. No trate de evitarlo pero tampoco de afrontarlo.
Que era sin lugar a dudas, en otros términos, evitarlo.
Al terminar las clases, me dirigí a mi casa directamente. Al llegar, me tire exhausta a mi cama.
La hinchazón de mis ojos había bajado considerablemente y mis ojos no se encontraban rojizos. Estaba simplemente revisando mi celular, sin pensar en la moral y ética de mis asuntos.
Simplemente quería ignorar todo y pretender que era un adolescente normal.
Si lo pienso ¿No es está la época en la que los corazones se rompen?
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Alphabet boy
Teen Fiction"El príncipe del patio de juegos" se llamaba a él mismo. Actuando cómo un buen chico y fingiendo que tú lo sabes todo, así es como eres. Cuando nadie está mirando, me molestas con aviones de papel o con gomas de mascar. Me tratas como una estúpid...