Puertas cerradas. Sin llave pero bloqueada en este sitio. Mantengo sentimientos encerrados. Desde hace algunos días, mi escuela ha tenido varios días libres por diferentes días especiales que se juntaron al mismo tiempo, ligado a un par de fechas que se dedican a Jornada escolar, es decir, a mejorar la educación del establecimiento (basura para mí, pero lo que sea, vamos a pretender que es así).
Podría decirse que estoy entonces, recluida hace, más o menos ocho días. ¿Creo? No estoy segura de la hora ni del día. Estoy bastante bien para mi sorpresa, me dedico únicamente a cumplir un reto llamado "Cuantos libros de Franz Kafka puedo leer seguidos".
Aunque he evitado cualquier interacción contigo, o siquiera pensamiento fugaz. Comienzo a preguntarme porqué no has venido a recogerme en un coche de lujo, haciendo una entrada extravagante, comportándote como un niño rico que lo único que quiere hacer es jugar con su juguete favorito.
Un niño rico, apuesto, perdidamente enamorado de mi. Ese es el tipo de protagonista que eres. No puedo ingerirme eso ¿Te devoro o me devoras? ¿Me desechas?
Aunque te he puesto estas etiquetas superficiales sé qué eres mucho más retorcido que lo que pueda pensar. Olvídalo, no me importa averiguar más de eso que tienes allí.
He abandonado mi celular debajo de mi cama, a veces me acuerdo de eso. Se me ha caído como al tercer día de la "hinbernación" y ha permanecido allí.
Escuchó la puerta abrirse después de algunos toques en modo de advertencia más que en forma de permiso, ya que mi madre no aguarda a que yo conteste para pasar por su cuenta, trayendo una bandeja de bocadillos a su paso. Lo que produce que mi semblante cambié a modo de bienvenida al paso que cierro mi laptop para dedicar mi atención a la ahora mi muy buena invitada. Acto seguido, se coloca junto a mi acomodando primero la falda de su vestido antes de sentarse, típico de ella.
-Hola Mellie, te traje algunos bocaditos para comer la merienda juntas.-Apunta tomando uno de los vasos de naranja ya servidos y dispuestos cuidadosamente en la bandejita. Le sonrío, mientras la acompaño probando algunas de sus delicias.
-Sabes, Melanie...-Mencionó un tiempo después. Ya las cosas no se veían tan bien. Sólo había usado dos veces esta terminación y prefiero olvidarlo por sobre todo. Intuía lo que se venía, así que no me sorprendí al averiguar de lo que se trataba a continuación.
-...yo estoy feliz de los últimos días que han pasado últimamente aquí, se siente como si estuvieses más relajada.-Opinó dedicándome unas caricias en la cabeza. Ella me entendía, mi padre también. Tal vez más de lo que esperaba, aceptaban a una niña solitaria, algo oscura, como yo. Los amaba por ello, no presionaban sobre falsas amistades y no me hacían sentir como un bicho raro.
-La verdad, es que con tus últimas actitudes, yo llegué a pensar que tal vez...ocurrió algo cómo...-Inquirió jugueteando con sus manos nerviosa, como una niña pequeña. La interrumpí. Mi mama se culpaba demasiado por lo que pasó en mi infancia, sigue pensando que fue culpa de su "falta de atención", lo cual no fue así para nada. Yo fui la que mentía, la insegura que no pudo confiar en ustedes. Incluso ahora, sigo mintiendo y no podría decirte que me estoy quebrando por dentro. Jamás me regañaras por eso, lo sé y me aprovecho de eso.
-Mama, escucha. Yo he estado estresada por la beca y no he considerado demasiado bien las cosas. Pero ya estoy bien, en serio.-Respondí, logrando que desvíe su mirada de su falda hacia mis ojos.
-Yo te dije Mel, que si eso es angustia en algún modo nosotros podemos...-Soy consciente. No se trata de eso ma, lo siento...
-Lo siento Ma. Realmente quiero completar lo que he empezado. No volveré a angustiarme de ese modo. Estaré bien, cree en mi.-¿Estoy hablando de los estudios no es así? Ocultarlo. Debo hacerlo mejor esta vez. Apoyo mi cabeza en su hombro y ella se dedica a tocarme el cabello, separando hebra por hebra, lo que me hizo recordar al bastardo de Adam. Ella suspiro en respuesta y me respondió un "Lo entiendo" susurrando dulcemente, luego su cuerpo se dispuso a abandonar la habitación advirtiendo el postre que estaría listo en poco tiempo. Un lemon pie, aunque lo había supuesto ya que el hogar se inundaba bajo ese tierno aroma. Se detuvo un momento.
-Aún así Mel, si vuelvo a ver que te desvives por este asunto. Te cambiaré de escuela. Fin del asunto.-Dispuso finalmente antes de cerrar la puerta detrás de si, dejándome sin habla. Sé que seguro fue dificíl para ella, a pesar de toda su dulzura materna, nunca retrocedía cuando de decisiones se trataba. Una característica adorable sobre ella (Soló cuando de recetas de pastelería hablamos).
Abrí nuevamente mi laptop y me sorprendí bastante al descubrir que ya había anochecido. Me animé al tener esa charla con mi madre, me sentía equilibrada, capaz de soportar el lío en el que me había metido ¿Mencioné lo ingenua que puedo llegar a ser cuando nadie me está observando?
Me dediqué a revisar mi mail, al cual no sé me había ocurrido acceder hasta ahora y me impresionó un poco revelar que no había ni un solo mensaje de Adam. Me alivió sentir que mis problemas desaparecían y me aplique a arreglar un poco mi habitación antes de bajar a cenar y sentirme un poco más satisfecha.
Rescaté a mi celular del desamparo que venía llevando hace al menos una semana. Se encontraba repleto de polvo y sin batería como pretendía. Lo conecté rápidamente mientras socorría a los gritos de mi padre que me anunciaban la ya anticipada cena.
Fue una agradable cena, sentí que en mucho tiempo no habíamos tenido una platica casual, sobre nada en especial y sobre todo al mismo tiempo. Me sentía incomprendida y desentendida por ellos, solo porque así lo habría dispuesto yo. Ellos eran mi seguridad y mi lugar y en cambio, los había evitado, rechazado y excluido aunque no hubiese sido mi propósito, los arrastre hacia ese lugar. Creo que mi papa y yo, solo aguardábamos el postre, es decir, la cocina de ella era agradable, si, pero se lucía con sus postres.
El último día de lo que parecían vacaciones para mis padres conmigo en la casa (Lo que yo consideraba uno demasiado corto para la auto-exclusión que ameritaba) permaneció como un lejano recuerdo cuando mi papa me despertó a gritos malinterpretando mis horarios escolares, veinte minutos antes de que sonase el despertador de mi teléfono. Parece insignificante, sin embargo a mi parecer, cada minuto perdido en ese momento es extremadamente valioso e irreemplazable.
Al encontrar mi celular en buenas condiciones después de pasar la noche entera cargándose, otro acontecimiento inesperado similar al día anterior, se repitió. No había mensaje alguno del bastardo. Me dio la impresión de que se trataba de un mal humor pasajero, un típico berrinche de un niñito con su capricho. Qué bien, Adam, veo que creces muy bien a medida que pasa el tiempo. Vaya "hombre" ¿No es así?. De pronto me encontraba atacando mi bol de cereales trix, que la culpa no tenían de ninguna forma, mamá seguía durmiendo y papa ya se había ido al trabajo hace siglos repitiendo la misma maldición una y otra vez, tropezándose con todo a su paso. (Me sorprende que ella no se haya despertado con semejante ruido, pero el sueño pesado es hereditario, no en estos tiempo sin embargo...).
Camino al instituto comencé a sentirme algo inquieta, esa sensación familiar en el estómago cuando no quieres volver a un determinado sitio me acorralaba. Nadie me acosaba, tenía buenas notas, aunque no me llevase con nadie, inesperadamente, nunca han dejado de atacarme este tipo de corazonadas cuando se trata de aquí. ¡Maldición, espabila niña, te van a comer viva si continúas así! Golpeé mis propias mejillas mientras me detenía un segundo a observar la situación, me enderecé, coloqué mi cara de piedra, acomodé mis cabellos y terminé el último tramo que quedaba hacia mi destino.
Adam no me saludo como era de esperarse, pasando de mi. Parecía haber de la noche a la mañana (fueron más días que esos Mel, pero no hablemos de eso) haber juntado la bandita de estúpidos superficiales con él que lo vi por primera vez durante nuestro romántico re-encuentro.
Bien. Si eso quieres, no me impresionas. Me encontré un poco amenazada por mi falta de interés, estas cosas suelen tener siempre un conflicto interior, provocan que quiera revolver tus entrañas solo por diversión. Sentía que mi mentalidad se volvía un poco menos pesada, que podía alivianar cualquier alerta que mi mente y porque no, mis ojos, quisiesen advertir para ese día en especial.
Para ser sincera nunca supe que ocurrió en esencia propia, supuse que lo averiguaría o que me lo dirías por medio de una pataleta de las que tu adoras. Pero no. Eso no fue lo que ocurrió. Lo que si puedo contar es lo que ocurrió conmigo, porque no admitir, por dejar mi guardia baja. Siendo más precisa, yo creí que tenías la guardia baja conmigo. Lo di por hecho, cada vez que me caigo de la bicicleta duele y ni siquiera he aprendido a montarla.
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Alphabet boy
Teen Fiction"El príncipe del patio de juegos" se llamaba a él mismo. Actuando cómo un buen chico y fingiendo que tú lo sabes todo, así es como eres. Cuando nadie está mirando, me molestas con aviones de papel o con gomas de mascar. Me tratas como una estúpid...