Tiros Paralizados

229 23 2
                                    

Recomendación Musical: "Nothingness" - Tybercore

| ~ | ~ | ~ | ~ | ~ |

En el momento en que la mayor abrió la puerta, esta misma tuvo que colocarse enfrente de ella de manera protectora para evitar que el can se les lanzase. El menor de los adolescentes jaló rápidamente la silla de ruedas en donde se encontraba la fémina, dejando que el perro tirase a la mujer de espaldas, fuera de su departamento.

―¡Trauern, quieto! ―con esa orden, el Tosa Inu, de ahora nueve meses y a punto de dejar de aumentar de tamaño, se quitó de encima de la mayor y se sentó sobre sus patas traseras, agitando su cola y jadeando con la lengua de fuera― ¿Quién es un buen niño? ¿Quién? ¿Quién? ―y, en cuestión de segundos, se lanzó sobre su dueña, lamiéndole la cara y agitando su cola con mayor fuerza.

―Kati..., no te vaya a lastimar.

―Oh, por favor, Shin-chan ―levantó, como pudo, su mirada, sonriéndole de lado al Escolta―, estoy fracturada, más no recién herida..., y, además, ha pasado un mes desde que no vengo a mi casa. ¡Extraño mi cama!

―De hecho ―la rubia se reincorporó y sacudió el poco de polvo que se pegó a su ropa―, fueron tres semanas.

―¡Un mes, dije!

Con eso, el trío se adentró en el departamento de la oji-naranja. Mientras Alexandra se dirigía al baño para lavarse el rostro de la saliva de Trauern, Midorima acercó la silla de ruedas hacia el sofá y la colocó a un costado de éste, segundos antes que la mayor se impulsara con los brazos para terminar acostada en él.

―De verdad no toleras la silla de ruedas, ¿eh?

Lo único que hizo Katomi para responder fue enseñarle la lengua de manera juguetona, antes de que el oji-verde sonriera de lado y pasase también al baño, dejándola tomando el control remoto de la televisión y encendiendo el aparato. Empezó a pasar canales de noticias nacionales, programas educativos, videos musicales, animación japonesa..., hasta que llegó al de deportes americanos, teniendo un partido de baloncesto en vivo. Recargó su codo sobre el colchón y su cabeza sobre su mano, manteniendo la mirada fija en la pantalla, cuando un cuerpo se detuvo entre ella y el televisor. Apagó el televisor y subió la vista de forma inocente.

Yes?

―No te hagas la inocente, hermanita ―le arrebató el control de la mano, colocándolo en la mesa de centro―. Prometiste conseguir el andar con las muletas ―rodó los ojos al ver como la menor terminaba de cabeza, un hábito que tenía desde pequeña―. Tienes que conseguirlo para esta semana.

―¿Por qué?

―¿La apuesta que hiciste con Daiki?

―¡Oh, mierda! Se me olvidó ―la forma más rápida de salir del sofá que se le ocurrió fue caerse y comenzar a arrastrarse por el piso, en lugar de usar la silla de ruedas―. Tengo cinco días ―siguió arrastrándose con los brazos hacia la puerta, luego se dirigió a la cocina, a su cuarto, a uno de los dos baños (el que estaba desocupado), para regresar a la sala―. Alex, ¿has visto mis muletas?

Alexandra rodó los ojos por segunda vez, al mismo tiempo que sonreía divertida y señalaba los apoyos recostados a un lado de la silla de ruedas. Katomi asintió y volvió a impulsarse encima del sofá, se acercó a las ayudas plateadas, colocó los colchones debajo de sus axilas y se empujó hacia arriba, terminando erguida de forma vertical.

―Te dije que ya logro mantenerme en equilibrio.

―Bien, bien. Ahora..., intenta avanzar.

La peli-naranja asintió, antes de suspirar decidida. Cerró los ojos y se preparó para avanzar, pero, cuando levantó una muleta para iniciar, inmediatamente perdió el equilibrio, cayendo de frente contra la alfombra. A diferencia de las semanas anteriores, la oji-esmeralda se acercó con calma hacia su hermana, se colocó en cuclillas, retiró un mechón de pelo del rostro de la menor y soltó una risilla corta.

FracturaWhere stories live. Discover now