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Recomendación Musical: "Remember Who You Are" – Anthony Greninger

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―Me enteré de la pelea de ayer, ¿sabes? ―rio de manera ligera, levantando su vista hacia el cielo nublado― Akashi me contó de ella. Me hubiese burlado mucho de Kise si lo hubiera visto con la espalda llena de pastel ―al ver que la persona a su lado no respondía, suspiró pesado―. Ya ha sido una semana entera de días nublados y dicen que van a continuar hasta mañana..., es como si el cielo estuviese reclamándole a alguien.

―Muy bien, Shūzō ―detuvo repentinamente su andar y obligó al mayor a imitarle―, explica: ¿por qué me sacaste de mi departamento antes del medio día? Ni siquiera pude desayunar. Y..., no entiendo por qué Alex accedió a que saliera contigo. ¿Tienen algo planeado? La última vez que alguien conspiró junto a ella..., nada salió bien, ¿recuerdas?

El oji-gris sonrió tierno, pero no le respondió, sino le indicó proseguir con su andar, siguiéndole a su lado. ―¿Hasta cuándo seguirás molesta con tu hermana, Kati? Hai, ella accedió a ayudar a Himitsu Kano en el experimento acerca de tu inusual y única paralización; pero debía de hacerlo. Además, ¿qué más cambió la realidad? Si te lo hubieran dicho o no, eso no iba a cambiar el hecho de terminar parapléjica ―mantuvo una expresión seria, calmada y serena aun cuando la americana se giró hacia él con un rostro furioso y terrorífico―. Lamento ser tan duro, pero, como actúas ahora, no creo que entiendas de otra forma.

―Hai, terminé parapléjica y, ¿¡qué!?

―Deberías hacerte esa pregunta a ti. Le tienes un rencor a la mujer que ha dejado toda su vida de lado para sacar adelante la tuya; desprecias todo lo que tus hermanos, tus amigos de la infancia, hacen por ti, como si fuese molesto; ignoras la ayuda y apoyo de los mejores amigos que pudiste conseguir en la secundaria y a quienes hiciste ver lo malo que hacían; abandonaste a tu familia, a tu equipo, a tu soporte por..., ni siquiera entiendo la razón de haber dejado un hueco en Tensai.

―Empiezas a hablar como mi terapeuta psicóloga.

―A mi parecer, tiene mucha razón. ¿Has vuelto a verla? ―miró de reojo como la peli-naranja mantenía toda su atención en la acera bajo a sus pies y enfrente de ella, respondiéndole sin decir nada― Alex se tomó el tiempo de encontrar a alguien para que te ayudase, ¿no crees que lo más humilde sería aceptar un poco de esa ayuda? ―la menor permaneció en silencio por varios segundos, dándole a entender que no respondería― Llegamos.

Katomi dejó de observar el suelo hecho de cemento y levantó su mirada, encontrándose con árboles, césped, una que otra banca hecha de madera, flores, arbustos y un hermoso lago lleno de uno que otro pato silvestre. Al ver como el japonés se adentraba en el parque, le siguió de cerca. Ambos permanecieron en silencio hasta que el azabache se detuvo a unos pies lejos del lago.

―¿Para qué me trajiste aquí?

El azabache le sonrió de lado a la fémina, antes de dirigir su vista hacia el agua. ―¿Sodas? ¿Discusión? ¿Golpe? ¿Huida? ¿Llaves?

―¿Q-qué demonios estás diciendo?

―Hace ya casi tres años ―empezó a caminar hacia un árbol, obligando a la oji-naranja a girar hacia él, pero quedándose en su lugar―, después de que discutieras y le gritaras al entrenador, huyeras del gimnasio, golpearas al Alero y olvidaras las llaves de tu casa, nos quedamos hasta las diez y media bebiendo sodas, comiendo pizza y platicando ―se giró hacia el tronco del árbol y comenzó a rodearlo, hasta observar una piedra mediana en la raíz de éste―. Ósea, debe de estar por... ¡ajá! Lo encontré.

Miró de reojo a la chica, indicándole, con la mirada, que se acercara a donde tenía la piedra levantada. La menor obedeció indiferente y avanzó, con ayuda de las muletas, hacia donde el japonés estaba; este último regresó su mirada hacia la raíz del árbol, haciendo que Katomi también la dirigiera. Sus párpados expresaron un poco de sorpresa entre toda la frialdad que emanaban, sus labios comenzaron a temblar y un tartamudeo se escapó de su garganta por los kanjis que estaban grabados en esa zona.

FracturaWhere stories live. Discover now