Ya es de día cuando volvemos al hotel. Luego de caminar un poco, buscando la civilización; nos encontramos con un anciano agricultor, quien muy amablemente se ofreció a llevarnos de vuelta al centro de la ciudad luego de adivinar lo "movida" que fue nuestra noche.
El sol invade la estancia y yo corro a cerrar las cortinas. Estoy tan cansada que podría dormir cuarenta y ocho horas seguidas. Me deshago del precioso vestido y me pongo unos shorts de pijama. Mi cuerpo está lleno de polvo de colores, pero decido que me ocuparé de eso luego.
Salgo del baño dando saltos, dispuesta a tirarme en la cama y olvidarme del mundo, entonces veo a Álex parado en la esquina contraria de la habitación, secando su rubio cabello con una toalla y mirándome. Me vuelvo de piedra.
Mis ojos se turnan entre el chico y las dos camas que descansan frente a nosotros. Tras notarlo, Álex hace lo mismo.Por alguna extraña razón, me siento muy nerviosa. Hace solo unas horas, me lancé a sus brazos incapaz de resistir otro segundo la tentación que sus labios suponen y desde eso no hemos hablado. Yo pasé todo el viaje hasta aquí, durmiendo en su hombro y al llegar me metí en el cuarto de baño enseguida. No he tenido oportunidad de asimilar que aquel beso en realidad pasó.
Álex se ríe y lentamente se acerca a mi. Siento el palpitar de mi corazón en la nuca.
- Solo fue un beso, Mía. - Dice. - No estamos obligados a dormir juntos.
Sus palabras me sorprenden, pero suspiro aliviada. Segundos después me siento mal, tengo la leve sensación de que Álex acaba de restarle importancia a lo que pasó entre nosotros y eso no me agrada.
El rubio chico se sienta en el borde de su cama. De repente noto que estoy decepcionada. Acaso yo... ¿esperaba que durmiesemos juntos?
¡Claro que no! ¡fue un simple beso, no cambia absolutamente nada!Me repito esto, aún sabiendo que lo ha cambiado todo.
Duermo hasta que mis energías se recargan completamente. Me despierta el delicioso olor del tocino. Froto mis ojos mientras me estiro e inspecciono la cama en donde debería estar Álex, pero que se encuentra vacía. Me pongo de pie y voy a la cocina.
- ¿Estás preparando desayuno a las cuatro y veinte de la tarde? - Pregunto a Álex mientras este pone un par de huevos en un sartén.
- El desayuno es la comida más importante del día.
Pone un plato con huevos, tocino y tostadas frente a mi.
- ¿Por que no pediste servicio a la habitación?
- Me apetecía cocinar.
- Está delicioso.
Elogio su comida, aunque solo sea un omelet sencillo.
- Hoy es el último evento. - Comenta.
- Estos días se han ido volando. - Digo. - Pensé que todo esto duraría siete días completos, no entiendo para que me dieron tanto tiempo.
- Quizás, tu jefa desea que te relajes unos días. No has hecho más que trabajar desde que llegaste a España. Deberías tratar de disfrutar un poco tu estadía en Barcelona.
- Quizás.
- Cuando todo esto termine, voy a llevarte a la playa.
Un trozo de tostada parece atorarse en mi garganta. Toso.
- Cada vez eres menos sutil con las propuestas.
Álex ríe.
Terminamos de comer, nos arreglamos y salimos hacia el anfiteatro en donde se llevará a cabo la rueda de prensa.
Esta vez, no necesitamos de excusas para entrar, ya que se trata de un evento ideado para resolver las dudas de los medios. Y yo, hago parte de dichos medios.Nuestra velada se escurre entre una pregunta y otra. Yo tomo nota y Álex saca algunas fotos, nada fuera de lo común ocurre y el evento acaba a la par con el día. Volvemos al hotel y yo estoy ansiosa por llamar a Miranda.
Mientras Álex cena, subo a la terraza y llamo a mi amiga.- Estaba a punto de reportarte como persona desaparecida. - Dice, segundos después de contestar.
- Lamento no haber llamado antes, he estado algo ocupada.
- Me imagino que si. ¿Como ha estado todo?
Me tomo mi tiempo para pensar en la respuesta a esa pregunta. Deseaba contarle sobre la marcha, sobre la fiesta, sobre Álex... Sobre el beso, pero al mismo tiempo no quería hacerlo. El estar ilusionada con alguien no me es extraño, tampoco lo es la decepción que acarrea cuando las cosas no salen como deseas. Estoy segura de que Álex me gusta, pero no estoy lista para decirlo en voz alta.
- Todo ha estado bien. - Respondo finalmente.
- Es una respuesta muy corta. - Comenta y suspira. - Ya podrás contármelo todo cuando regreses.
Agradezco en silencio que sea tan comprensiva. Hablamos un rato más y luego nos despedimos. Regreso a la habitación y me encuentro con un Álex que duerme plácidamente.
Me inclino al lado de su cama y lo miro. Se ve tan tranquilo. Sonrío mientras recorro con mis ojos cada detalle de su rostro. Acaricio su cabello delicadamente y el chico se remueve un poco bajo mi mano. Me sobresalto y la alejo, pero él la captura entre la suya. Reprimo un grito."¡Se despertó, carajo!" pienso.
Pero no es así. Álex se gira hacia mi, aún dormido. Respiro y trato de zafar mi mano, sin éxito.
- Eres imposible. - Susurro.
El reloj marca las once treinta. Quiero ir a mi cama, pero no deseo despertar a Álex, se ve tan cómodo, aprisionando mi mano derecha bajo su cabeza.
Me levanto y con cuidado, me recuesto a su lado. Ya que su agarre me impide moverme, me giro para darle la espalda, quedando frente a él. Su pausada respiración roza mi nuca. El sentirlo tan cerca acelera mi corazón peligrosamente.- Mira lo que me obligas a hacer, Puértolas. - Digo en voz baja. - Eres terco hasta dormido.
No me responde.
- Quiero dejar constancia de que no hago esto porque quiera. - Prosigo con mi monólogo. - No creas que estoy aprovechando la situación para acurrucarme contigo.
"Aunque en realidad no estamos acurrucados"
- Espero que esto no te parezca raro, solo estoy aquí porque no sueltas mi mano, por nada más... No sé ni qué estoy diciendo, podría hacer que la sueltes con un solo movimiento, pero la cosa es... que no quiero hacerlo. Porque es mi excusa, ¿sabes? Si despertaras ahora solo tendría que alegar que estoy acostada a tu lado porque no me dejas ir.
Me giro, quedando boca arriba, mi cuerpo choca con el de Álex, ya que no puedo moverme mucho o podría romperme la mano. Lo miro de reojo.
- No sé que es lo que haces, Álex. Pero si permanecemos así el resto de la noche, quizá descifre porqué deseo que estés cerca, porqué quiero verte a cada segundo, porqué quise besarte... Porqué quiero hacerlo de nuevo.
Vuelvo a darle la espalda.
- Lo que trato de decir ¡y lo diré solo una vez, así que presta atención! es que... Me gustas... Álex. Me gustas mucho.
Una parte de mi, desea que me haya escuchado y la otra teme que en realidad lo haya hecho. Quiero comprobar que sigue dormido, pero no me atrevo a mirarlo.
- Deberías dejar de complicarme la vida y soltar mi mano. - Pido, en un susurro casi inaudible.
Guardo silencio y cierro mis ojos. El sonido de los autos es débil, todo está en calma. Me hago a la idea de que tendré que dormir en esa cama, así que me arropo con la cobija hasta los hombros.
Acomodo mi mano bajo mi cabeza, cuidando que no se separe de la de Álex. De repente siento que sus dedos se mueven entre los mios y los aprietan con fuerza. Abro los ojos de golpe.- No soltaré tu mano... Porque tú también me gustas, Mía.
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Guía práctica para enamorar a un YouTuber. (Alex Puértolas fanfic)
FanfictionEs imposible desear algo si ya se posee todo. El futuro de Amelia parece estar asegurado cuando la oportunidad de escribir para una importante revista de moda la lleva a mudarse a Madrid. La vida en un nuevo país es prometedora y el cielo es el limi...